TIEMPOS LITURGICOS

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sábado, 17 de agosto de 2019

ADORADORES DE NOCHE Y APÓSTOLES DE DÍA.


     Esta es la realidad de la Adoración Nocturna, que debería estar presente en todas las parroquias, por ser algo medular, necesario y fácil en la vida cristiana. Nada resta a que se milite en cualquier Asociación o Movimiento, al contrario favorece e impulsa esta militancia por su aporte espiritual e impulso apostólico.

   1. La eucaristía es la clave de la vida cristiana.

     Jesucristo es el principio y fin de nuestra fe. Por eso nos enseña la Sagrada Escritura que debemos tener “fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús” (Heb 12, 2). Él es el enviado del Padre para ser nuestro Salvador, maestro y Modelo. En Él se encierran todos los tesoros de la sabiduría, de la ciencia, de la gracia, de la vida y del amor. En Él habita la plenitud de la divinidad, Él sostiene el universo entero y es la fuente de todo bien. Por eso nos dice San Pablo: “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os de espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos” (Ef 1,17-18). Algo grandioso que Jesús ha realizado para estar más cerca de nosotros “hasta el fin de los tiempos”, incluso, ser nuestro propio alimento, es la Eucaristía, que es el mayor de todos los milagros, porque puso toda su omnipotencia al servicio del Amor.
     Es importantísimo ser conscientes de esta realidad, adorar, contemplar y vivir de la Eucaristía, por ser algo prioritario, porque Dios está ahí. Si en todas las parroquias existiese, al menos, un turno de Adoración Nocturna, os aseguro que haríamos mucho bien, tendríamos más entusiasmo y con más vida y coraje el apostolado seglar, que es imprescindible, y que se encuentra tan débil.

   2. Raíces y frutos de la Adoración Nocturna.

     La Adoración Nocturna hunde sus raíces en la necesidad que, desde el inicio del cristianismo, tenemos todos los cristianos de vivir unidos a Jesucristo. Ya desde el siglo primero se reunían los cristianos en vigilias eucarísticas de oración y formación, que en muchos casos duraban toda la noche.
     Es en 1264 cuando, por una serie de hechos prodigiosos, se instituye la solemnidad del Corpus Christi y se impulsa la adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento. En el siglo XVI la gran seglar, corresponsable en la Iglesia, esposa, madre de familia y mujer noble, doña Teresa Enríquez, la “loca del Sacramento”, es la gran apóstol de la Eucaristía. Ella extiende esta singular devoción, funda las cofradías sacramentales y promueve el culto eucarístico.
     La Adoración Nocturna nace en Roma en 1810, con ocasión del cautiverio de Pío VII. Tal como la conocemos hoy surge en Francia, con el seglar Hermann Cohen y 18 hombres más, el 6 de diciembre de 1848. En España se inicia el 3 de noviembre de 1877, con el seglar Luis Trelles Noguerol, hoy en avanzado proceso de canonización. La Adoración Nocturna Femenina Española es mucho más reciente, nace en Valencia en1925.
   Los fines de adorar, reparar, ofrecerse, expiar, desagraviar a Jesucristo en la Eucaristía dimanan, principalmente, de estas cuatro fuentes: la Bula “Transiturus”, de Urbano IV, el Papa que instituye el Corpus Christi en 1264; la doctrina del Concilio de Trento; la Encíclica “Mediator Dei”, de Pío XII, en 1947; y la Exhortación postsinodal del Vaticano II “Eucaristicum misterium”, de Juan Pablo II.

   3. ¿Qué nos exige?

     Primero, que valoremos y extendamos la Adoración Nocturna como medio de intimidad con Cristo, de adoración, expiación, desagravio y para dar impulso espiritual y apostólico a nuestra vida. Además, merece la pena y es necesario que, al menos, una vez al mes, más las tres Vigilias extraordinarias y las especiales, las pasemos junto al Señor, para incrementar nuestra vida espiritual, adorarle, desagraviarle y ofrecernos.
     Finalmente, propagar esta sencilla y hermosa fórmula eucarística, para que tengamos Vida y ésta en abundancia, como nos pide Jesús, y podamos hacer el mayor bien posible a todos los hombres, en todas las parroquias y en la Iglesia universal, mereciendo y pidiendo por todos, y dando testimonio público de fe.


D. José Díaz Rincón - Adorador nocturno
 (LS. Nº 17; 1 de junio de 2019)

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