TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 31 de marzo de 2019

DOMINGO31 DE MARZO DE 2019, 4º DE CUARESMA - DOMINGO DE LAETARE

«ESE ACOGE A PECADORES Y COME CON ELLOS»


     La perla de las parábolas es la de Lucas, del hijo prodigo. Es la parábola de la esperanza. Es una oferta continua para creer en su misericordia.
   Me gusta meditar en los tres corazones que refleja la parábola. El primer corazón lo encarna la inexperiencia del hijo menor. Es el insatisfecho siempre con todo. Curiosamente a veces los más insatisfechos son los que más han recibido. El hermano menor que es el corazón que se pasa toda la existencia con la tentación de marcharse de la casa del Padre por su insatisfacción y que acaba en lo más bajo, comiéndose las algarrobas de los cerdos. ¿Tengo yo un corazón insatisfecho?
  El Corazón del Padre expresa la unidad y la reconciliación. Siendo el más viejo es el más joven en el corazón porque no ha dejado de amar nunca a sus hijos. El Padre cura nuestras heridas poniéndonos el anillo de la alianza fiel, la túnica de hijo y las sandalias que dicen que nos somos esclavos.
     El hijo mayor que nunca se marchó de la casa del Padre es el corazón del fariseo que nunca se fueron del pueblo elegido pero nunca vivieron en casa con la confianza de hijos. Comete el pecado de la envidia que le lleva a juzgar al hermano sin piedad.
    Una palabra delata un corazón herido y enfermo…hace tantos años que te sirvo sin dejar de cumplir una ley tuya…Necesita convertirse para vivir como hijo y no como esclavo en la misma casa del Padre. Es la conversión de vivir con los sentimientos del corazón de Cristo.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

LA BENDITA VERGÜENZA DE LA CONFESIÓN

     El confesionario no es ni una “lavandería” que elimina las manchas de los pecados, ni una “sesión de tortura”, donde se infligen golpes. La confesión es, más bien, un encuentro con Jesús donde se toca de cerca su ternura. Pero hay que acercarse al sacramento sin trucos o verdades a medias, con mansedumbre y con alegría, confiados y armados con aquella “bendita vergüenza”, la “virtud del humilde” que nos hace reconocernos como pecadores[...]
     “Como un padre es tierno con sus hijos, así es el Señor, y tierno con los que le temen”, con los que vienen a Él. (Salmo 102) La ternura del Señor. Siempre nos entiende, pero no nos deja hablar: Él lo sabe todo. «No te preocupes, vete en paz», la paz que sólo Él da”. Esto es lo que “sucede en el sacramento de la reconciliación. Tantas veces –dijo el papa–, pensamos que ir a la confesión es como ir a la lavandería. Pero Jesús en el confesionario no es una lavandería”.
     La confesión «es un encuentro con Jesús que nos espera como somos. “Pero, Señor, mira, yo soy así”. Estamos avergonzados de decir la verdad: hice esto, pensé en aquello. Pero la vergüenza es una verdadera virtud cristiana, e incluso humana. La capacidad de avergonzarse: no sé si en italiano se dice así, pero en nuestra tierra a los que no pueden avergonzarse le dicen “sinvergüenza”. Este es uno sin “vergüenza”, porque no tiene la capacidad de avergonzarse. Y avergonzarse es una virtud del humilde»[...]
       “El Paráclito está de nuestro lado y nos sostiene ante el Padre. Él sostiene nuestra vida débil, nuestro pecado. Nos perdona. Él es nuestra defensa, porque nos sostiene[...] Y concluyó: “Esto nos da aliento. Es bello, ¿no? ¿Y si tenemos vergüenza? Bendita vergüenza porque eso es una virtud. Que el Señor nos dé esta gracia, este valor de ir siempre a Él con la verdad, porque la verdad es la luz. Y no con la oscuridad de las verdades a medias o de las mentiras delante de Dios”.

De una homilía del Papa Francisco

viernes, 22 de marzo de 2019

DOMINGO 24 DE MARZO DE 2019, 3º DE CUARESMA

«SEÑOR, DÉJALA TODAVÍA ESTE AÑO… A VER SI DA FRUTO»


    Caminando hacia la Pascua se nos vuelve a insistir en la necesidad de convertirse para no perecer.
     La conversión en la Sagrada Escritura tiene como dos pulmones por donde respirar y hacer que el Corazón se transforme en sintonía con el Corazón de Cristo.
     El primer pulmón por el que respirar la esperanza de la conversión es de san Juan. Convertirse está en la contemplación, en los ojos asombrados de tanto amor. Es como narra el prólogo de Juan, convertirse es como estaba el Verbo en el seno del Padre embebido contemplando el rostro de la Misericordia entrañable.
     El otro pulmón de la conversión está en San Pablo, convertirse es arrancar el corazón de piedra para tener un corazón con los sentimientos del Corazón de Cristo.
     La conversión en clave paulina enlaza con los profetas y las promesas del Antiguo Testamento, arrancare de cuajo el corazón de piedra y te daré un corazón de carne, capaz de asombrarse y estremecerse. La nueva alianza no estará escrita en la piedra, sino en el Corazón del Señor, cien por cien divino y cien por cien humano; por ello se le revolvían las entrañas cuando veía a las ovejas que abandonadas vagaban sin sentido por peligros y oscuridades.
     Siempre la conversión a la santidad será nuestra asignatura pendiente. La advertencia de Jesús sigue siendo válida, sino os convertís pereceréis de la misma manera.

+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

La Diócesis se une a la jornada de oración convocada por el Papa Francisco





     La Diócesis se unirá a la iniciativa del Papa Francisco esta Cuaresma de dedicar una jornada a la oración y al sacramento de la reconciliación. Este año, las “24 horas para el Señor” se llevarán a cabo del 29 al 30 de marzo, y tiene como lema: “Tampoco yo te condeno (Jn 8,11)”.
      Esta jornada se celebra desde hace seis años en la víspera del IV domingo de Cuaresma. Así, se anima a todos los sacerdotes y fieles de las parroquias y comunidades diocesanas a participar en esta jornada de la que pueden esperarse tantos frutos espirituales.
   Para la organización se recomienda que se formen turnos de adoración eucarística, y que los sacerdotes estén disponibles para la confesión.
     Organizada por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, las diócesis españolas se suman a esta invitación especial de oraciones y confesiones designando distintas parroquias y/o la catedral, que permanecerán abiertas durante 24 horas sin interrupción. Además, durante este tiempo se contará con la presencia de sacerdotes para facilitar la confesión.


(Lc 6, 36)

MARZO 2019

«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo» (Lc 6, 36).
     Según el relato de Lucas, después de haber anunciado a sus discípulos las bienaventuranzas, Jesús lanza su revolucionaria invitación a amar a cada ser humano como a un hermano, incluso si se demuestra como enemigo.
     Jesús lo sabe bien y nos lo explica: somos hermanos porque tenemos un único Padre que está siempre preocupándose de sus hijos. Él quiere entrar en relación con nosotros, nos reclama nuestras responsabilidades, pero al mismo tiempo tiene un amor atento, que cuida, que nutre. Una actitud materna de compasión y ternura.
     Así es la misericordia de Dios, que se dirige personalmente a cada criatura humana, con todas sus debilidades; que incluso prefiere a quienes están al borde del camino, excluidos y rechazados. La misericordia es un amor que colma el corazón hasta rebosar sobre los demás, tanto los de casa como los extraños, y en el entorno social.
     Como hijos de este Dios, podemos ser semejantes a Él en lo que lo caracteriza: el amor, el acoger, el saber esperar los tiempos del otro.
«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo».
     Por desgracia, en nuestra vida personal y social respiramos un aire de hostilidad y competitividad crecientes, de sospecha recíproca, de juicio sin posibilidad de apelación, de miedo al otro; se acumulan los rencores y llevan a los conflictos y a las guerras.
    Como cristianos, podemos dar una aportación decidida a contracorriente: hagamos un acto de libertad respecto a nosotros mismos y a otros condicionamientos, y comencemos a reconstruir los vínculos agrietados o rotos en la familia, en el lugar de trabajo, en la comunidad parroquial o en el partido político.
     Si hemos hecho daño a alguien, pidamos perdón con valentía y reanudemos el camino. Es un acto de gran dignidad. Y si alguien nos hubiese ofendido de verdad, intentemos perdonarle, hacerle hueco de nuevo en nuestro corazón, de modo que pueda curar la herida.
     Pero ¿qué es perdonar? «Perdonar no es olvidar [...], no es debilidad, [...] no consiste en afirmar que lo que es grave no tiene importancia, o que está bien lo que está mal, [...] no es indiferencia. Perdonar es un acto de voluntad y de lucidez -y por consiguiente de libertad- que consiste en acoger al hermano tal como es y a pesar de todo el mal que nos haya hecho, como Dios nos acoge a nosotros, que somos pecadores, a pesar de nuestros defectos. Perdonar consiste en no responder a la ofensa con una ofensa, sino en hacer lo que dice Pablo: "No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien" (Rm 12,21)».
     Esta apertura del corazón no se improvisa. Es una conquista cotidiana, un crecer constantemente en nuestra identidad de hijos de Dios. Sobre todo es un regalo del Padre que podemos y debemos pedirle a Él mismo.
«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo».
     Cuenta M., una joven filipina: «tenía solo 11 años cuando mataron a mi padre, pero no se hizo justicia porque éramos pobres. Cuando crecí, estudié derecho con el deseo de conseguir justicia por la muerte de mi padre. Pero Dios tenía otros planes para mí: un compañero me invitó a un encuentro de personas que se esforzaban seriamente en vivir el Evangelio. Y yo también me puse a hacerlo.
     Un día le pedí a Jesús que me enseñase a vivir concretamente su Palabra: "Amad a vuestros enemigos" (Mt 5, 44; Lc 6, 27), pues sentía que odiar a las personas que habían matado a mi padre me seguía atormentando. Al día siguiente me encontré en el trabajo con el jefe del grupo. Lo saludé con una sonrisa y le pregunté cómo estaba su familia. Este saludo lo dejó desconcertado, y yo lo estaba aún más por lo que acababa de hacer. El odio estaba diluyéndose dentro de mí, transformándose en amor. Pero no era más que el primer paso: ¡el amor es creativo! Pensé que cada miembro del grupo debía recibir nuestro perdón. Fui con mi hermano a verlos para restablecer la relación con ellos y testimoniarles que Dios los ama. Uno de ellos nos pidió perdón por lo que había hecho y que rezásemos por él y su familia».


Leticia Magri


jueves, 14 de marzo de 2019

DOMINGO 17 DE MARZO DE 2019, 2º DE CUARESMA

«ESTE ES MI HIJO, EL ELEGIDO, ESCUCHADLO»


   Hoy tendemos a visibilizar nuestra vida, nuestras convicciones, nuestras conductas, en la versión de la Transfiguración lucana que nos ayuda a poner el acento en ser transfigurados, ser vidriera a través de la cual pase la luz del amor de Dios. No somos solos nosotros protagonistas de nuestra vida y nuestra historia. Contamos siempre con el Señor.
     Para poder aceptar el escándalo de la cruz es necesario pasar por la subida al monte de la contemplación. Subir para bajar. De la transfiguración a la desfiguración del calvario. La subida a la contemplación nos da la certeza de que con su gracia seremos capaces de digerir la cruz como camino hacia la resurrección.
     No nos podemos quedar en el lamento estéril de quien se queja continuamente de los planes incomprensibles de Dios. Muchos se pasan la vida preguntado a Dios el porqué, sin recibir respuesta. Hay que preguntar al Señor el para qué y  nos responderá con el tiempo, aunque casi siempre se ha esperar. 
     Los que suben al Tabor entraran en el huerto de Getsemaní y se les pedirá permanecer en su Amor. Tienen que experimentarse en el monte alto que son amados de Dios, predilectos de su Corazón y sobre todo llamados a identificarse, como todos nosotros en el misterio de su pasión, muerte y resurrección qué celebramos en la eucaristía, misterio de fe.
     La Iglesia siempre ha vivido la cuaresma como un camino hacia la Pascua. Estamos subiendo a Jerusalén con Jesús y sabemos que debemos identificarnos con el mismo amor que llevo a Jesús a la cruz, como expresión de su amor que ama hasta el extremo y que no se echa atrás ante los peligros y dificultades. 

+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

miércoles, 13 de marzo de 2019

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA


MARZO. NATURALEZA DE LA ADORACIÓN NOCTURNA:

ESCUELA PRÁCTICA  DE ORACIÓN PARA  APRENDER A AMAR COMO RAZÓN DE VIVIR
    

     De la mano de San José, custodio del Salvador y de la Iglesia, quisiéramos  que nos llevara a cada adorador por la senda de la oración, maestro como es de la vida interior. Preguntádselo a Teresa de Jesús. Nuestro propósito es así mismo avanzar en el camino de la oración de la mano de nuestro fundador, el Venerable Luis de Trelles. No,  no es en nada audaz ni arriesgado. Él fue un enamorado apasionado del Señor. Algo nos dicen todas sus actividades por extender la adoración, la comunión continua y fervorosa, la difusión de la doctrina sobre el Santísimo Sacramento, el decoro en los ornamentos que, en los diversos organismos que creó, dan fe de su entrega.  Don Luis fue además un hijo fiel de la Iglesia, como su maestra Santa Teresa, también él quiso morir como hijo de la Iglesia y mira que le tocó padecer lo indecible por alguno de sus superiores.
     Precisamente para mostrar la sintonía que existe entre la Adoración nocturna española y la doctrina oficial recogida en el Catecismo de la Iglesia Católica, queremos aprovechar, como lo hubiera hecho Don Luís, algunos de los números en los que profundiza sobre la oración. Son una maravilla, que un Adorador tiene el deber de conocer.

LA ORACIÓN ES EL PRINCIPIO VITAL DE TODO CREYENTE

      ¿No escuchamos casi a diario en la liturgia eucarística de la misa: «En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor»? Siempre y en todo lugar ha de dar cada ser humano alabanzas y acción de gracias a nuestro Dios, siempre y en todo lugar.

   El catecismo de la iglesia católica nos enseña:

(2697) La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un «recuerdo de Dios», un frecuente despertar la «memoria del corazón»: «Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 27 [teológica 1], 4)
  Os subrayo lo que parece decírsenos a los adoradores: Pero no se puede orar «en todo tiempo» si no se ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración cristiana, en intensidad y en duración.
     Se pregunta en el número (2558)

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

     Y recuerda la dada por otra hija de Teresa, Santa Teresita del Niño Jesús, también doctora de la Iglesia, quien  la asume como propia:  «Para mí, escribe Teresita, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrito C, 25r)

   La oración es un don de Dios

(2559) “La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno)  ¿Desde dónde hablamos  cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo más profundo” (Sal 130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín, Sermón 56, 6, 9). Don Luis    llamaba al  ser  humano “la frontera de la nada” donde el Todo es nuestro Dios y nosotros la nada.
     «La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él» (San Agustín, De diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).

   La oración como Alianza

(2562) ¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombreSin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración, las sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana.
(2563) El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica: donde yo “me adentro”). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza.
     Termino con unas palabras de Don Luis del año 1889:
    «La adoración ha de revestir la doble forma de ser al propio tiempo acto del alma y tener algo de la manifestación externa.  La obra externa del Guardia nocturno de S. D. M. consiste en la recitación de los Salmos, en la actitud reverente, en la compostura y ademán respetuoso, y en la pronunciación clara y distinta de las voces que se usan en el Oficio Divino o en las oraciones vocales. 
     El culto interno, a su vez, impone la humildad sincera, la atención e intención y advertencia de lo que se hace con el recuerdo de la real presencia, y sobre todo en la aplicación de la mente a pensamientos y discursos, que engendran en el corazón sentimientos de temor, amor, compasión, arrepentimiento, etc., que conduzcan en fin a acrecentar el amor de Dios, y a cumplir su voluntad.” »

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Si los Santos Padres al ser humano que descubre la presencia de Dios en nuestro vivir de cada día le recomendaban  la oración con la misma frecuencia que la respiración por qué tenemos que ser adoradores eucarísticos nocturnos, si sólo se nos exige acudir a la vigilia una vez al mes?

¿Por qué podemos decir que somos unos mendigos de Dios y que nuestro corazón es el espacio real del encuentro y de la Alianza?

¿Por qué la oración ha de ser a la vez una manifestación externa y una vivencia interior que  conduce a acrecentar el amor de Dios  y el cumplimiento de su voluntad?


sábado, 9 de marzo de 2019

DOMINGO 10 DE MARZO DE 2019, 1º DE CUARESMA

«ESTÁ ESCRITO: “NO TENTARÁS AL SEÑOR, TU DIOS”»


         Lucas comienza las tentaciones de Jesús con algo que es muy propio de su evangelio, Jesús es conducido por el Espíritu Santo al desierto y es tentado por el diablo. Suele suceder que los grandes dones de Dios los aprovecha el enemigo para tentarnos.
    Que más gracia que la vocación, la oración, nuestra comunidad; y sin embargo como lugares de alta tensión se convierten en tentaciones porque el diablo trata de apartarnos de la voluntad de Dios y alejarnos de aquello que es gracia para nosotros, la oración, la vocación, la comunidad.
      Nuestras tentaciones las hace suya Jesús que es tentado como verdadero hombre que es cien por cien divino, y también es cien por cien humano. Semejante a todos como nosotros menos en el pecado. La tentación no es pecado. Muchas veces en su misericordia infinita el Señor permite que seamos tentados para saber que el auxilio me viene del Señor y no de mis propia fuerzas siempre tan frágiles.
      Las tentaciones del corazón humano que Jesús tiene, son la tentación del tener, del poder, y del éxito. Jesús vence la tentación del tener, remitiendo a aquel que es el único que sacia nuestra hambre y sed de amor, no es el consumismo brutal, sino el compartir. Vence la tentación del poder con un corazón humilde que se arrodillará a los pies de sus discípulos para lavarle los pies, enseñándonos que servir es reinar.
      Por ultimo vence la tentación del éxito engañoso, diciéndonos que la fecundidad de una vida no viene por el éxito, sino por el amor entregado. Ese es el componente esencial de la cruz. Se llega al fruto de la resurrección recorriendo el camino de la cruz desnuda y pobre. Este es el camino de la cuaresma olimpiada de amor hacia la luz pascual.


+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres