TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 20 de septiembre de 2020

DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE DE 2020, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO

«MIS PLANES NO SON VUESTROS PLANES»


     Jesús sigue diciéndonos en parábolas la profundidad de la llamada en el Reino a trabajar en su viña. Todos somos llamados a colaborar con Jesús en la implantación de la civilización del Amor que tiene a Cristo, el dueño de la viña como Señor y Maestro. ¿Cuál es la enseñanza de esta parábola que, cuando no se explica bien, hacemos a Dios injusto y caprichoso?

     El amor y la preocupación del Señor por su viña que es su pueblo y cada uno de nosotros. Quiere que se trabaje para que se dé fruto y fruto abundante. Se mata por su viña.

     En su humildad Dios siempre cuenta con cada uno de nosotros para llevar adelante la obra de la creación, de la redención, de la santificación. Por eso va llamando. Sale a las plaza convoca a todos a cualquier hora del día. A todos les paga a su tiempo. La parábola nos sitúa en diferentes horarios para contratar; al amanecer, al mediodía y al atardecer. A todos les paga con un denario. La recompensa de quien sigue a Cristo es el mismo Cristo como recompensa. Los primeros esperan más que los últimos, que no habían llevado el peso de la jornada.

   Cuál es la moraleja, la enseñanza más profunda para que nos quedemos con la copla y nos hagamos al Señor caprichoso e injusto. Sencillamente lo que dice al final. ¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno? Es la bondad de Dios que siempre y a cualquier hora y momento cuenta con nosotros para trabajar en su viña. No compararnos con nadie. Vivir en el agradecimiento de su bondad sabiendo que Dios siempre cumple sus promesas.

 

 + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                            Primado de España



ADORACIÓN Y EVANGELIZACIÓN



     La singularidad de la adoración eucarística con respecto a todas las otras formas de oración y de devoción, es que por la presencia sacramental de Jesús-Hostia, Dios toma la iniciativa de encontrarse con nosotros. Cristo me precede en la respuesta que el Padre espera.

     “La Eucaristía significa: Dios ha respondido. La Eucaristía es Dios como respuesta, como presencia que responde” (J. Ratzinger – Dios está cerca- Palabras y silencio 2003)

     Adoración, la palabra proviene de un vocablo latino cuya etimología está en “ios” (la boca). Comprende una postración que apunta al objeto de veneración y lo besa. Significa inclinarse profundamente en señal de extremo respeto.

     No faltan ejemplos evangélicos al respecto: la hemorroisa que se echa por tierra para tocar el borde del manto de Jesús (Lc 8,44); María Magdalena que se arroja a los pies de Jesús y los abraza. Esta actitud de adoración es bien natural al hombre cuando se encuentra ante algo o alguien que lo sobrepasa.

     La adoración debe expresarse con todo nuestro ser y entonces igualmente comprometer nuestro cuerpo. El hombre ha sido creado para adorar, para inclinarse profundamente ante Aquel que nos hizo y que nos sobrepasa.

   Todas las posibilidades espirituales de nuestro cuerpo forman necesariamente parte de nuestra manera de celebrar la eucaristía y de rezar. La escucha atenta de la Palabra de Dios requiere la posición de sentado o el movimiento de la Resurrección reclama la posición de parados. La grandeza de Dios y de su Nombre se expresan de rodillas. Jesucristo mismo rezaba arrodillado durante las últimas horas de su Pasión en el Huerto de los Olivos (Lc 22,41). Esteban cae de rodillas antes de su martirio, al ver los cielos abiertos y el Cristo de pie (Hch 7,60). Pedro ruega arrodillado pidiendo a Dios la resurrección de Tabita (Hch 9,40). Después de su discurso de despedida ante los ancianos de Éfeso, Pablo reza con ellos de rodillas (Hch 20,36). El himno de Flp 2, 6-11 aplica a Jesús la promesa de Isaías anunciando que toda rodilla se dobla ante el Dios de Israel, ante el nombre de Jesús…

     Nuestro cuerpo manifiesta visiblemente aquello que nuestro corazón cree. La filósofa Simone Veil, de origen judío y no creyente, descubre a Cristo en Asís en 1936 y escribe: “Algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi vida, a ponerme de rodillas”.

   El testimonio de los santos es elocuente: Santo Domingo se prosternaba sin cesar, boca abajo y todo a lo largo cuan era, en presencia del Santísimo Sacramento. La actitud exterior traduce la devoción interior. Decía san Pierre-Julien Eymard que el primer movimiento de la adoración consiste justamente en prosternarse a tierra, la frente inclinada. Es una actitud que nos permite proclamar sin palabras la majestad infinita de Dios que se oculta tras el velo de la Eucaristía.

  Para evangelizar el mundo se necesita apóstoles “expertos” en celebración, en adoración y en contemplación de la Eucaristía. JP II (Mensaje para la Jornada mundial de los Misiones 2004).

 

+Mons. Dominique Rey, Obispo de Toulon,

Francia, en “Adoración y Evangelización”.


sábado, 12 de septiembre de 2020

DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE DE 2020, 24º DEL TIEMPO ORDINARIO

«SEÑOR, SI MI HERMANO ME OFENDE, ¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONARLO?»



   El seguimiento de Cristo lleva siempre consigo la identificación con los proyectos de su corazón para vivir con sus sentimientos. El evangelio de hoy nos coloca a todos contra la pared. La asignatura pendiente siempre de nuestra vida cristiana es el saber perdonar hasta el final.. Y siempre, hasta setenta veces siete.
     Dios Amor expresa su bondad en la profunda identidad de perdonar siempre y todo. Es un perdón que significa ponerse en el lugar del otro. Es vivir siempre sabiendo que tenemos un Padre que nos ofrece incansablemente su perdón cuando volvemos cansados y agobiados de la vida. El carnet de identidad del Señor es su perdón, que forma parte de la revelación de la profunda bondad del Corazón.
     Cuántas veces tenemos que perdonar? Es la pregunta del millón. La que todos nos hacemos cuando tratamos y convivimos con personas difíciles. Nos defendemos con uñas y dientes. Es verdad que Dios nos quiere felices no amargados. Sigue siendo impresionante lo que decía el P. Lacordaire, “quieres ser feliz un instante, véngate; quieres ser feliz toda la vida, perdona”. El perdón ofrecido aunque cueste es la prueba del algodón de que estamos en la caridad del Señor.
     El proceso del perdón es lento. Cuántas personas antes de morir han manifestado la paz que experimentaron cuando por gracia de Dios se abrieron al perdón. La primera condición en el proceso del perdón es la voluntad de perdonar. Segundo, saber que nosotros también somos vulnerables a la ofensa y capaz de ofender. Tercero, el olvido en el perdón es una sanación que no siempre llega, por eso podemos decir con aquella madres en Italia que habían asesinados a sus hijos los terroristas y lo decían delante del papa Juan Pablo II, “aunque nos cueste olvidar perdonamos...”. Por último buscar en el proceso un gesto concreto para hacer llegar a la persona nuestro perdón.

 + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España


viernes, 11 de septiembre de 2020

(Lc 6, 38)

SEPTIEMBRE 2020


«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos» (Lc 6, 38)

   «Había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírlo...» (Lc 6, 17-18): así introduce el evangelista Lucas el largo discurso de Jesús que proclama las bienaventuranzas, las exigencias del Reino de Dios y las promesas del Padre a sus hijos.
     Jesús anuncia libremente su mensaje a hombres y mujeres de distintos pueblos y culturas que han acudido a escucharlo; es un mensaje universal, dirigido a todos y que todos pueden acoger para realizarse como personas, creadas por Dios Amor a su imagen.
«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos»

     Jesús revela la novedad del Evangelio: el Padre ama a cada uno de sus hijos personalmente, con un amor «desbordante», y le da la capacidad de expandir el corazón hacia los hermanos, cada vez con mayor generosidad. Son palabras acuciantes y exigentes: dar de lo nuestro; bienes materiales, pero también acogida, misericordia, perdón; con generosidad, a imitación de Dios.
     La imagen de la recompensa abundante vertida en el regazo nos da a entender que la medida del amor de Dios para con nosotros es desmedida, y que sus promesas se realizan por encima de nuestras expectativas, a la vez que nos libera de la ansiedad de nuestros cálculos y plazos y de la desilusión de no recibir de los demás según nuestra medida.
«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos»

     A propósito de esta invitación de Jesús, Chiara Lubich escribió: «¿Nunca te ha pasado, al recibir un regalo de un amigo, que también tú has sentido la necesidad de hacerle otro...? [...] Si te sucede así a ti, imagínate a Dios, a Dios, que es Amor. Él recompensa siempre cada regalo que hacemos a nuestro prójimo en su nombre. [...] Dios no se comporta así para enriquecerte o para enriquecernos. [...] Lo hace porque cuanto más tenemos, más podemos dar; para que -como verdaderos administradores de los bienes de Dios- hagamos circular todas las cosas en la comunidad que nos rodea [...]. Ciertamente, Jesús pensaba en primer lugar en la recompensa que tendremos en el Paraíso, pero todo lo que sucede en esta tierra es ya preludio y garantía de ello»[1].
«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos»

     Y ¿qué sucedería si nos comprometiésemos a practicar este amor juntos, con muchos otros hombres y mujeres? Ciertamente daría origen a una revolución social.
     Cuenta Jesús, de España: «Mi mujer y yo trabajamos en consultoría y formación. Nos apasionaron los principios de la Economía de Comunión[2] y quisimos aprender a mirar al otro: a los empleados, considerando los sueldos y las alternativas a los despidos necesarios; a los proveedores, respetando los precios, los pagos, las relaciones de larga duración; a la competencia, con cursos conjuntos y ofreciendo nuestra experiencia; a los clientes, aconsejándoles en conciencia aun a costa de nuestro propio interés. La confianza que se generó nos salvó cuando llegó la crisis de 2008. Más tarde, a través de la ONG «Levántate y Anda», conocimos a un profesor de español en Costa de Marfil que quería mejorar las condiciones de vida en su pueblo mediante un paritorio. Estudiamos el proyecto y le dimos la cantidad necesaria. No se lo podía creer. Tuve que explicarle que eran los beneficios de la empresa. Actualmente la maternidad «Fraternidad», construida por musulmanes y cristianos, es símbolo de la convivencia. En los últimos años los beneficios de nuestra empresa se han multiplicado por diez».





[1] C. LUBICH, Palabra de vida, junio 1978, en EAD., Palabras de vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 106-108.


viernes, 4 de septiembre de 2020

DOMINGO 6 DE SEPTIEMBRE DE 2020, 23º DEL TIEMPO ORDINARIO

«… ALLÍ ESTOY YO CON ELLOS»



              La corrección fraterna es tan necesaria como difícil, muy difícil de hacerla bien. Cuando Jesús corregía lo hacía con la maestría y el amor de quien corrige poniéndose en el lugar del otro. Muchas veces nuestras correcciones fraternas son más desahogo personal de pegarle en la cresta, que propiamente enseñarle y educar en el arte de que cambie de conducta.
     Mi experiencia es que pocas veces me han corregido bien. Muchas veces no era el momento ni la intensidad. De hecho pocas veces me ayudó. Jesús es un Maestro en el arte de corregir bien. Recordemos a Pedro herido que ha negado a Jesús tres veces y el Señor subraya que le sigue amando... Apacienta mis ovejas.
     La corrección fraterna necesaria en la vida de la Iglesia, de la comunidad, tiene que llevar el sello de la firmeza humilde, como una madre corrige a su hijo, como un padre médico interviene a su hijo en una operación delicada haciéndole el menos daño posible y siempre para sanar.
     Es verdad que puede haber personas que no se dejen ayudar. Que no quieren cambiar ni rectificar su conducta. ¿Qué hacer entonces?, Díselo a la comunidad. Sigue rezando por El. Tú has cumplido con tu misión. Sin culpabilidades tontas, que sepa que estas siempre abierto a la ayuda necesaria.

 + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España

LOS SIGNOS EXTERNOS DE DEVOCIÓN POR PARTE DE LOS FIELES (Cont.)


     En realidad, los gestos del cuerpo expresan y promueven “la intención y los sentimientos de los participantes”11 y permiten superar el peligro que acecha a todo cristiano: el acostumbramiento. “Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible”12. Por eso “un signo convincente de la eficacia que la catequesis eucarística tiene en los fieles es sin duda el crecimiento en ellos del sentido del misterio de Dios presente entre nosotros. Esto se puede comprobar a través de las manifestaciones específicas de veneración de la Eucaristía, hacia la cual el itinerario mistagógico debe introducir a los fieles”13.
     Los actos de devoción se comprenden, de modo adecuado, en este contexto de encuentro con el Señor, que implica unión, “unificación que sólo puede realizarse según la modalidad de la adoración”14. Destacamos en primer lugar la genuflexión 15, “que se hace doblando la rodilla derecha hasta la tierra, significa adoración; y por eso se reserva para el Santísimo Sacramento, así como para la santa Cruz desde la solemne adoración en la acción litúrgica del Viernes Santo en la Pasión del Señor hasta el inicio de la Vigilia Pascual” 16.
     La inclinación de cabeza significa reverencia y honor 17. En el Credo -excepto en las solemnidades de Navidad y la Encarnación en las que es sustituida por el arrodillarse-, unimos este gesto a la pronunciación de las palabras admirables “Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”18.
  Finalmente queremos destacar el arrodillarse en la consagración19 y, donde se conserva este uso desde el Sanctus hasta el final de la Plegaria eucarística 20, o al recibir la sagrada Comunión 21. Son signos fuertes que manifiestan la conciencia de estar ante Alguien particular. Es Cristo, el Hijo de Dios vivo, y ante él caemos de rodillas 22. En el arrodillarse el significado espiritual y corporal forman una unidad pues el gesto corporal implica un significado espiritual y, viceversa, el acto espiritual exige una manifestación, una traducción externa. Arrodillarse ante Dios no es algo “no moderno”, sino que corresponde a la verdad de nuestro mismo ser 23. “Quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse, y una fe, o una liturgia que desconociese el arrodillarse, estaría enferma en uno de sus puntos capitales. Donde este gesto se ha perdido, se debe aprender de nuevo, para que nuestra oración permanezca en la comunión de los Apóstoles y los mártires, en la comunión de todo el cosmos, en la unidad con Jesucristo mismo” 24.


[11] Institutio Generalis Missalis Romani (IGMR) n. 42.
[12] Benedicto XVI, Carta encSpe salvi, n. 3.
[13] Benedicto XVI, Exh. apost. post. Sacramentum caritatis, n. 65.
[14] Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, 22-XII-2005.
[15] Cfr. M. Righetti, Storia liturgica 1, Ed. anastatica, Milano 20052, pp. 389-390.
[16] IGMR, n. 274; Ceremonial de los Obispos, n. 69.
[17] Cfr. IGMR, n. 275; Ceremonial de los Obispos, n. 68.
[18] Cfr. IGMR, n. 275.
[19] Cfr. IGMR, n. 43; J. Jungmann, Missarum sollemnia 2, Ed. anastatica, Milano 2004, pp. 162-164.
[20] Cfr. IGMR, n. 43.
[21] Cfr. IGMR, n. 160; J. Jungmann, Missarum sollemnia, 2, p. 283.
[22] Cfr. Benedicto XVI, Luce del mondo, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2010, pp. 219-220.
[23] Cfr. J. Ratzinger, Opera omnia. Teologia della liturgia, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2010, pp. 175-183.194-195, 558-559.
[24] J. Ratzinger, Opera omnia. Teologia della liturgia, p. 183.



OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO PONTÍFICE