TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 29 de agosto de 2020

DOMINGO 30 DE AGOSTO DE 2020, 22º DEL TIEMPO ORDINARIO

«QUIEN QUIERA VENIR CONMIGO QUE TOME SU CRUZ Y ME SIGA»

 

     Seguir a Cristo es siempre exigencia del Amor. Jesús nunca es duro pero siempre es exigente porque cree en la persona y en su capacidad con la ayuda necesaria de la gracia de vivir con los sentimientos del corazón de Cristo.
     Dicen los maestros espirituales que cuando se comienza en la vida cristiana, los primeros balbuceos se subraya la vida penitencial.
Recordemos a los santos. Siempre con un cierto voluntarismo pelagiano en los comienzos todo era fuerza. Aquella frase de un monje que decía, al principio creía que lo que tenía virtudes y lo que tenía era fuerza, ahora de mayor que tengo menos fuerza, creo que tengo un poco más de virtudes.
     Jesús lo que nos habla claramente es de abnegación, de negarse a sí mismo, de seguirle sin voluntad propia, sino cargando con la cruz de nuestra pobreza y debilidad y seguirle expropiado, despojado, podado de todo aquello que nos impide crecer en vida y santidad. La penitencia tiene sus momentos, su tiempo y su utilidad, que poco a poco se situar como medio para vivir la caridad. La abnegación, el negarse a sí mismo, cada vez toma más derecho de ciudadanía de quien quiere identificarse con Cristo, que vino a cumplir la voluntad del que había enviado. La vida penitencial se subraya en los principiantes, la vida de abnegación siempre. Incluso en la mayor altura de unión con Cristo existe la lógica del Amor de Dios, de vivir cumpliendo en docilidad sus proyectos y no los nuestros.
     Mateo sigue con sus enseñanzas en la vivencia eclesial siguiendo a Cristo muerto y resucitado. Es siempre la llamada que dirá más tarde San Pablo, ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Es esa presencia trinitaria la que nos lleva a vivir en una ruptura con nuestro egoísmo, de querer salirnos siempre con la nuestra, para que se haga en nosotros, como en María, la voluntad del Señor.

 + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España

jueves, 27 de agosto de 2020

LOS SIGNOS EXTERNOS DE DEVOCIÓN POR PARTE DE LOS FIELES


     Si abrimos el Catecismo de la iglesia católica leemos: “En la Liturgia de la Nueva Alianza, toda acción litúrgica, especialmente la celebración de la Eucaristía y de los Sacramentos es un encuentro entre Cristo y la Iglesia”1. La Liturgia es pues el “lugar” privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con quien Él envió, Jesucristo (cf. Jn 17,3)2.
     En este encuentro la iniciativa, como siempre, es del Señor que se sitúa en el centro de la ecclesia, ahora resucitado y glorioso. De hecho, “si en la liturgia no destacase la figura de Cristo, que es su principio y está realmente presente para hacerla válida, ya no tendríamos la liturgia cristiana, totalmente dependiente del Señor y sostenida por su presencia creadora”3.
     Cristo precede a la asamblea que celebra. Él –que actúa inseparablemente unido al Espíritu Santo- la convoca, la reúne y la instruye. Por eso, la comunidad, y cada fiel que la forma, “debe prepararse para encontrar a su Señor, debe ser un pueblo bien dispuesto”4. A través de las palabras, las acciones y los símbolos que constituyen la trama de cada celebración, el Espíritu Santo pone a los fieles y a los ministros en relación viva con Cristo, Palabra e imagen del Padre, a fin de que puedan incorporar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan5. De ahí que “toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo, y en el Espíritu Santo, y este encuentro se expresa como un diálogo a través de acciones y de palabras”6.
     En este encuentro el aspecto humano, como señala san Josemaría Escrivá, es importante: “Yo no cuento con un corazón para amar a Dios, y con otro para amar a las personas de la tierra. Con el mismo corazón con el que he querido a mis padres y quiero a mis amigos, con ese mismo corazón amo yo a Cristo, y al Padre, y el Espíritu Santo y a Santa María. No me cansaré de repetirlo: tenemos que ser muy humanos; porque, de otro modo, tampoco podremos ser divinos”7. Así pues, la confianza filial debe caracterizar nuestro encuentro con Cristo. Sin olvidar que “esta familiaridad encierra también un peligro: el de que lo sagrado con el que tenemos contacto continuo se convierta para nosotros en costumbre. Así se apaga el temor reverencial. Condicionados por todas las costumbres, ya no percibimos la grande, nueva y sorprendente realidad: él mismo está presente, nos habla y se entrega a nosotros”8.
     La liturgia y de modo especial la Eucaristía, “es un encuentro y una unificación de personas, pero la persona que viene a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros es el Hijo de Dios”9. El hombre y la comunidad han de ser conscientes de encontrarse ante Aquel que es tres veces santo. De ahí, la necesaria actitud, impregnada de reverencia y sentido de estupor, que brota del saberse en la presencia de la majestad de Dios. ¿No era esto, acaso, lo que Dios quería expresar cuando ordenó a Moisés que se quitase las sandalias delante de la zarza ardiente? ¿No nacía de esta conciencia, la actitud de Moisés y de Elías, que no osaron mirar a Dios cara a cara?10. Y ¿no nos muestran esta misma actitud los Magos que “postrándose le adoraron”? Los diferentes personajes del Evangelio, al encontrarse con Jesús que pasa, que perdona... ¿no nos da también una ejemplar pauta de conducta ante nuestros actuales encuentros con el Hijo de Dios vivo?...

Notas
[2] Juan Pablo II, Carta apostólica Vicesimus Quintus Annus, 7.
[7] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 166.
[8] Benedicto XVI, Homilía Misa Crismal, 20-III-2008.
[9] Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, 22-XII-2005.
[10] Cfr. Juan Pablo II, Mensaje a la Asamblea plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (21.IX.2001).

OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO PONTÍFICE

viernes, 21 de agosto de 2020

DOMINGO 23 DE AGOSTO DE 2020, 21º DEL TIEMPO ORDINARIO

« Y VOSOTROS, ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO? »


     La comunión con Pedro, con la sucesión apostólica nos habla de vivir la comunión con Cristo. Ante la pregunta de Jesús sobre su profunda identidad, solo la respuesta de Pedro corrobora su identidad... Tú eres el Hijo de Dios Vivo, el que tenía que venir al mundo, el Mesías, el Salvador. Sólo Pedro con su Iglesia sigue presentando al mundo al único Redentor, no se nos ha dado otro nombre. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra.
     Jesús, subiendo a Jerusalén da a Pedro las llaves del Reino... Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. No podrá hacer nada el poder del infierno. Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. El atar y desatar es propio del carisma Petrino, que en la Iglesia tiene la misión de custodiar el depósito de la fe.
      El papa Francisco es Pedro y tiene la misión de proclamar a Cristo como Hijo de Dios vivo, Redentor del mundo y tiene como misión Evangelizar hasta el último rincón de la tierra. Nada le impide a Pedro, como a nosotros, desde nuestras pobrezas y pecados testimoniar a Cristo muerto y resucitado.
     Estamos en el corazón de la Iglesia, en la misión de Cristo muerto y resucitado que nos lleva a entregar la vida por amor. No nos quedemos a mitad del camino. Dejemos toda nuestra vida en las manos del Señor. Vivamos en el gozo de saber que nada ni nadie nos podrá quitar el Amor de Jesús.


 + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España

jueves, 20 de agosto de 2020

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA


AGOSTO: DESDE EL CUARTO DE GUARDIA

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar


LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS


1º marco para esta noche de agosto.

     San Pascual es patrono de la Adoración Nocturna, de los Congresos Eucarísticos y Asociaciones Eucarísticas ordenado por León XIII el 28 de noviembre de 1897.
     Aunque este santo apenas sabía leer y escribir, era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía. Tenía el don de ciencia infusa, es decir, poseía un vasto conocimiento teológico sin estudio alguno.
     En esta vigilia de agosto os proponemos como sentimiento dominante el que expresa en su Canción III San Pascual Bailón para  encender en amor al que comulga.

Herido viene de amor
el Santísimo Cordero
del alma del pecador.
Gran bien os está esperando;
mirad, pecador, por vos;
que del cielo viene Dios
en vuestro amor se abrasando;
mirad que se debe amor
a un amor tan verdadero,
como el que tiene el Cordero
del alma del pecador:
¡Dios herido por amor!...

2º una oración jaculatoria al espíritu santo, para que nos encienda en amores.

     Iniciamos nuestras vigilias invocando al Espíritu Santo. Hoy proponemos que el fuego de su amor nos permita  “renovar la faz de la tierra” Renovabis faciem terrae.
¡Ven, oh Santo Espíritu!,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/. Envía tu Espíritu y serán creados.
R/. Y renovarás la faz de la tierra.

   Oh Dios, que habéis instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos según el mismo Espíritu conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén.

3º un texto de un santo o de la iglesia que nos inicie en la oración meditativa.

Entresacados de la biografía de Fr. Ignacio Beaufays, O.F M.

     «¿Quién soy yo ¡oh Dios grande y poderoso! para que tú te acerques a visitarme?» ... «¿Quién es el hombre ¡oh Padre de misericordias! para que tú le hagas descansar en tu propio corazón? No bien es sacado de la nada, lo haces rey y lo colocas en un paraíso delicioso. Una vez redimido le preparas un festín, y en este festín ¡te ofreces a Ti mismo! ¡Oh Dios! ¡Cuánta condescendencia! ¡Cuánta liberalidad, en permitir que encierre en mí corazón a Ti, que eres infinito!...»
     «¡Oh buen Jesús! yo te ofrezco mi pobre alma, mi tibio corazón... ¡Yo, que he pecado! te suplico ablandes mi pecho endurecido y hagas brotar mis lágrimas. ¡Que estas laven las manchas de mi alma! «Mi vida no es otra cosa que una larga cadena de faltas, pero tú puedes perdonarme porque eres bueno y misericordioso. Perdón ¡oh amable Señor! pues estoy pesaroso de haberte ofendido y estoy resuelto a servirte en adelante con fidelidad inviolable...»
     «Yo soy lo que el pequeño Benjamín sentado a la mesa de su poderoso hermano José. «Os pido por favor que me tratéis como a uno de vuestros amigos. Yo estoy enfermo ¡curadme! Estoy pobre ¡enriquecedme! «Aumentad en mí la fe, el amor y las fuerzas, para que os sirva, para que pase mi vida alabándoos, ¡para que llegue a poseeros en la gloria!»
    «Jesús, por quien suspira mi corazón, yo te estoy preparando la ciudad de Dios, obra grande entre todas. ¡Padre celestial, ayudadme! «Yo te estoy construyendo un templo consagrado a tu gloria. ¡Hijo de Dios, sabiduría eterna, inspiradme! «Yo voy a recibir a la santidad por esencia. ¡Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, sed para mi corazón una llama que ilumina, un fuego que purifica, un soplo que alienta!»
     «Sed para mí un aumento de caridad, ¡que el fuego sea más ardiente!; de humildad, ¡que mi pequeñez sea más profunda!; de paz, ¡que mi reposo sea más completo!; y de toda virtud, ¡que yo crezca sin cesar y que persevere en el bien hasta el fin!» 
     «Tus mismos labios ¡oh Jesús! lo han dicho: “Yo soy el Pan de vida que descendió del cielo; quien me come vivirá siempre”. «¡Oh Pan, que eres la santidad misma, da a mi paladar la gracia de gustar de ti únicamente! ¡Concédeme que todo, fuera de ti, me sea insípido! «¡Oh Pan, que eres la misma dulzura! En ti están encerradas todas las delicias y todos los sabores. Tú eres un aroma siempre embriagador. ¡Recibirte a Ti es deleitarse en la abundancia! «¡Oh Pan, que eres el cielo mismo trasladado a mi corazón, haz que mi alma, rica en poseerte, se embriague con los placeres de los elegidos!... «Yo te poseo como dentro de un velo. ¡Cuánto tarda en rasgarse a mis ojos ese velo, para que pueda yo contemplarte al descubierto, a Ti, resplandor vivífico y eterno!... ¿Llegará pronto a lucir el día claro de tu luminosa presencia?...» «¡Oh santa Hostia! ratifica entre uno y otro una unión indisoluble, ¡sé como un nudo que me sujete a ti para siempre!
     «Gracias te sean dadas ¡oh eterno Padre! que me has dado en la Hostia a tu Hijo, mi consuelo y mi libertad. «Gracias te sean dadas ¡oh Redentor mío! que me haces rico con tu propia riqueza, la de tu Cuerpo y de tu Sangre. «Gracias te sean dadas ¡oh Espíritu Santo, que eres todo amor! Merced al divino Huésped la caridad se desborda en mi corazón. ¡Que los ángeles del cielo, que las criaturas todas del universo, se unan a mí para cantar tus alabanzas!»

Preguntas para el diálogo y la meditación.


   ¿Por qué decimos en la plegaria eucarística que Cristo es la “Fuente de toda santidad”? ¿Lo tenía presente San Pascual en estos textos? Primero, conocimiento interno de quienes somos.

   En estos textos San Pascual  está practicando ante todo la oración de petición o de súplica. La oración, en cualquiera de sus modalidades, es como el aire para nuestros pulmones. ¿Sin intimar con Dios que busca nuestro amor podría el ser humano progresar en el camino universal de la santidad? No saber mucho, sino amar mucho.

   De bien nacido es ser agradecidos. ¿Por qué es tan importante en todo momento, cuanto más después de comulgar, la acción de gracias? Pidamos al Espíritu Santo como hace el santo, que sepamos corresponder en amores al Huésped  de nuestra alma.

viernes, 14 de agosto de 2020

DOMINGO 16 DE AGOSTO DE 2020, 20º DEL TIEMPO ORDINARIO

«TEN COMPASIÓN DE MÍ, SEÑOR, HIJO DE DAVID »


     Aquí es curioso que el que se asombra de la fe de aquella mujer es el mismo Jesús.
     Mujer cananea, por tanto gentil. Mujer de fe profunda y apasionada por amor a los suyos. Sigue a Jesús. Confía en su buen corazón que siempre apoyó y alentó la fe de todas las mujeres que se acercaron a Él. No existe ninguna mujer en el trato con Jesús que no haya valorado y se halla admirado de su condición de fe. Una fe como grito en la noche. Capaz de conmoverse ante la constancia y capacidad de superar los obstáculos y dificultades para vivir en la entrañable misericordia de nuestro Dios que nos ha visitado y redimido. Esta cercanía de Jesús con la persona que sufre, capaz de conmoverle debe ser el distintivo de todo seguidor de Cristo.
     Jesús pasó haciendo el bien y curando de todas las heridas de la vida. Nada hay más sanador que confiar en quien sabemos que nos ama y estar dispuestos a entregar la vida por amor. La escena se hace admirable por la constancia de esta mujer y por la misericordia del Señor dejándose ganar el corazón. 
     Nuestra vida es a veces un grito de fe en la noche. Creemos pero pedimos una y otra vez que el Señor aumente nuestra poquita fe. Sin embargo caminando por la vida nos encontramos con hombres y mujeres, que en medio de no pocas dificultades, viven su vida con la confianza y el abandono de quien se acerca al Señor roto el corazón.

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España

SÁBADO 15 DE AGOSTO, LA ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, SOLEMNIDAD

LA VIRGEN MARÍA FUE ASUNTA AL CIELO, EN CUERPO Y ALMA


Assumpta est Maria in Caelum

   …y se extendió por toda la Tierra, como un perfume, la Devoción a Nuestra Señora, que era una quintaesencia de su presencia en la Tierra…

    El dogma de la Asunción de Nuestra Señora fue ardientemente deseado por las almas católicas del mundo entero, porque es una afirmación más a respecto de la Madre de Dios que la coloca completamente fuera de paralelo con cualquier otra mera criatura y justifica el culto de hiperdulía que la Iglesia le tributa.
     Nuestra Señora tuvo una muerte suavísima, tan suave que es calificada por los autores, con una propiedad de lenguaje muy bonita, la “Dormición de la Bienaventurada Virgen María” (Dormitio Beatae Mariae Virgine), indicando que Ella tuvo una muerte tan suave, tan próxima de la resurrección, que a pesar de constituir verdadera muerte, entretanto es más parecida con un simple sueño. Nuestra Señora después de la muerte resucitó como Nuestro Señor Jesucristo, fue llamada a la vida por Dios y subió a los Cielos en presencia de todos los Apóstoles allí reunidos, y de muchos fieles.
     Esa Asunción representa para la Virgen santísima una verdadera glorificación a los ojos de los hombres y de toda la humanidad hasta el fin del mundo, bien como anticipación de la glorificación que Ella debería recibir en el Cielo.
     La Iglesia Triunfante entera va a recibirla con todos los coros de ángeles; Nuestro Señor Jesucristo la acoge; San José asiste a la escena; después Ella es coronada por la Santísima Trinidad. Es la glorificación de Nuestra Señora a los ojos de toda la Iglesia triunfante y a los ojos de toda la Iglesia militante.
   Con certeza en ese día, la Iglesia purgante también recibió una efusión de gracias extraordinarias. Y no es temerario pensar que casi todas las almas que estaban en el Purgatorio fueron entonces liberadas por Nuestra Señora en ese día, de manera que allí hubo igualmente una alegría enorme. Así podemos imaginar como fue la gloria de nuestra Reina.
     Algo de eso se repetirá – creo – cuando fuere instaurado el Reino de María, cuando viéremos el mundo todo transformado y la gloria de Nuestra Señora brillar sobre la Tierra.
(Profesor Plinio Corrêa de Oliveira el 14 de Agosto de 1965)

LA DEFINICIÓN DOGMATICA
    Asunción significa que María fue llevada en cuerpo y alma al cielo por el poder de Dios, a diferencia de la Ascensión del Señor que lo hizo por su propio poder.
   El Papa Pío XII, en la Bula Munificentissimus Deus, del 1 de noviembre de 1950, proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de María con estas palabras: 
   
   "Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste" (Dz. 2333).

EXPLICACIÓN DEL CONTENIDO DEL DOGMA

  De la definición pontificia conviene destacar dos aspectos importantes:
Que la Asunción de María ocurre inmediatamente después del término de su vida mortal y,
Se hace hincapié en la glorificación de su cuerpo más que en la glorificación de su alma, como se explicará a continuación.

- Cumplido el Curso de su vida terrena:

   La Asunción de María, ocurre inmediatamente después del término de su vida inmortal, así pues, para entender correctamente esta frase hay que considerar las siguientes cuestiones:

a) el significado de la fórmula:

   La fórmula significa que la Asunción de María no hay que aplazarla hasta el final de los tiempos, como sucederá con todos los hombres, sino como hecho que ya ocurrió; y, además que el cuerpo santísimo de la Virgen no sufrió descomposición alguna, como ocurre con los cadáveres.

b) la intención del Papa al usar dicha fórmula y no otra:

   El Papa quiso prescindir de la cuestión de la muerte de María en la fórmula definitoria, y por ello la expresión utilizada es igualmente válida, tanto si se entiende que la Virgen murió al final de su vida terrena, cuanto si se piensa en la glorificación del cuerpo mediante la donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte.

c) las posibles conclusiones:

   En la Bula aparece repetidas veces el tema de la muerte de María, pero ello (estudiado bien el texto), no favorece ni niega la postura contraria. Hay que decir, en resumen, que aún no se ha llegado a una solución definitiva sobre este punto.

- La glorificación celeste del cuerpo de Santa María:

   Este es el elemento esencial del dogma de la Asunción. Enseña que la Virgen, al término de su vida en este mundo, fue llevada al cielo en cuerpo y alma, con todas las cualidades y dotes propias del alma de los bienaventurados e igualmente con todas las cualidades de los cuerpos gloriosos. Se trata, pues, de la glorificación de María, en su alma y en su cuerpo, tanto si la incorruptibilidad y la inmortalidad le hubieren sobrevenido sin una muerte previa como si le hubiesen sobrevenido después de la muerte mediante la resurrección.
  Una vez visto el contenido del dogma, con más fuerza y claridad se aprecia el hincapié que se hace sobre la glorificación corporal de María (más que la de su alma), si tenemos en cuenta lo siguiente:

a) María estuvo exenta de todo pecado: del original y del actual.
b) Tuvo plenitud de gracia y santidad correspondientes a su condición y dignidad de ser la Madre de Dios.
c) El premio o castigo del alma (para todos los hombres) es inmediato a la muerte.
   Por consiguiente, resulta sencillo entender que el premio del alma de María (por su excelsa santidad) estaba ya decidido, esto es, su glorificación; por ello, resultaría superflua la definición si no tratara sobre todo de la glorificación inmediata del cuerpo, que es en lo que consiste el privilegio de la Asunción.

FUNDAMENTOS DE ESTE DOGMA

   La definición pontificia sobre la Asunción de María estuvo precedida, desde muchos siglos atrás, de múltiples razones teológicas y testimonios que llevaron (en su momento) a la feliz proclamación de este dogma mariano. Las principales razones fueron las siguientes:

-La creencia universal de la Iglesia.

   Desde los primeros siglos hasta nuestros días, la unanimidad de la fe del pueblo cristiano, quedó de manifiesto con la respuesta unánime y afirmativa de todos los obispos del mundo (que a su vez representaba al pueblo fiel de todo el orbe), a la consulta que sobre la definibilidad de la Asunción de María hiciera el Papa Pío XII en el año de 1949.

-El testimonio de los Santos Padres.

  La Tradición de la Iglesia, expresada en sus Padres y Doctores, pone de manifiesto su intuición y su fe en esta verdad, la cual se refleja ejemplarmente en los autores que enseguida se citan.

   San Juan Damasceno, en el siglo VII, escribe: "convenía que aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad, conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte; convenía …”·…  San Germán de Constantinopla, del siglo VII: " Y fue también muy conveniente que Dios, que te amaba como Madre suya, te hiciere partícipe de la comunidad de vida con Él mismo. De esta forma, Tú, habiendo sufrido la pérdida de la vida, propia de las cosas caducas, has emigrado a las moradas que durarán por los siglos, allí donde mora Dios, junto al que Tú vives, oh Madre de Dios, sin separarte de su compañía"…  Recogiendo la doctrina de sus predecesores, Juan Duns Scoto, en el siglo XIV, podía afirmar: "Convenía, Dios podía hacerlo, luego lo hizo".

 -Los grandes privilegios marianos.

   El fundamento del dogma de la Asunción de María se desprende y es consecuencia de los anteriores dogmas marianos. En efecto, si por la plena asociación de María a la persona y a la obra de su Hijo se debió su redención anticipada; por esa misma razón, convenía también su glorificación anticipada, su asunción corporal, como veremos enseguida:

a) Por su Inmaculada Concepción.- 
   Puesto que María (por su Inmaculada Concepción) estuvo exenta de todo pecado, no quedaba sujeta a la ley de padecer la corrupción del sepulcro (castigo del pecado) ni, por consiguiente, tampoco tenía necesidad de esperar la redención de su cuerpo hasta el fin del mundo.

b) Por su divina Maternidad.-
    Si Adán y Eva introdujeron en el mundo la muerte del alma, que es el pecado y, con él también la muerte del cuerpo, que es la corrupción; Cristo, por el contrario, introduce la vida del alma (que es la gracia), y la inmortalidad del cuerpo por medio de la resurrección. Por estas dos consideraciones, María que es Madre de Cristo y Madre de los hombres, es lógico que  la que es causa de vida y antídoto contra la muerte, Ella, no permanezca en el sepulcro presa de la misma muerte   Así pues, dado que nuestro Redentor es Hijo de María, su glorificación anticipada parece ser exigida: Cristo que pudiendo dar a su Madre tanto honor y tanta gloria, necesariamente lo hizo.

c) Por su perpetua virginidad.-
   Finalmente la virginidad perpetua de María, nos conduce a la conveniencia de su incorruptibilidad. Cuando pensamos en el cuerpo santísimo de María, tan divinamente poseído de Dios, no se concibe que sea presa de la corrupción; por ello puede afirmarse que su misma virginidad exige los esplendores de la glorificación corporal.

CONSECUENCIAS PARA LA FE Y LA PIEDAD

 
a)… La Asunción de la Virgen es un argumento prueba de que todos los hombres, de los que Ella es Madre, estaremos también en el Cielo con nuestro cuerpo glorificado: si aprendemos a gastar la vida en el cumplimiento de la voluntad de Dios como lo hizo Santa María.

b)… María es nuestra esperanza, pues en Ella se ha dado con plenitud lo que todo hombre está llamado a ser al final de los tiempos. María es nuestro consuelo, ya que podemos dirigirnos a Aquella que antes de nosotros recorrió este valle de lágrimas y ahora fija sus ojos en la luz eterna. María es nuestro refugio porque con su ternura nos devuelve la paz y, por su poderosa intercesión nos sabemos amparados. Glorificada anticipadamente, vive en el cielo con una solicitud maternal y amorosa por todos sus hijos.