Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
martes, 27 de diciembre de 2022
«La familia, cuna de
la vocación al amor»
La institución de la fiesta de la Sagrada
Familia es relativamente reciente, pues se remonta a 1893, bajo el pontificado
de León XIII. En nuestros tiempos, adquiere una importancia especial ya que los
ataques contra la familia, las leyes a favor del divorcio y los atentados
contra el matrimonio natural, no dejan de multiplicarse.
¿Por qué celebramos la
Fiesta de la Sagrada Familia?
Este día de fiesta se honra
a Jesús, a la Santísima Madre y a San José como la familia más sagrada, y por
lo tanto un modelo para todas las familias cristianas.
Eran santos porque colocaban a Dios en el centro de su vida familiar, se amaban
y sacrificaban el uno por el otro, e irradiaban ese amor a los demás en la
misión redentora de la Palabra Encarnada.
El Papa San Juan Pablo II
dijo: "El Redentor del mundo eligió a la familia como
lugar para su nacimiento y crecimiento, santificando así esta institución fundamental
de toda sociedad" (mensaje de Ángelus, 30 de diciembre de
2001).
¿Dónde encontramos relatos de la
Sagrada Familia en las Escrituras?
La historia de la Sagrada Familia se
encuentra en sólo dos relatos, lo que se llama las
Narrativas de infancia: los dos primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y
Lucas.
Escribiendo a un público judío, San
Mateo proporciona el descenso abrahámico y davídico de Jesús,
seguido de un relato de Su nacimiento. En el capítulo 2 habla de la visita de
los Reyes Magos, la búsqueda del Niño por parte del rey Herodes y la partida
hacia Egipto. Concluye su narración con el regreso de Egipto a Nazaret, guardó
silencio sobre la vida de Jesús en Nazaret. Jesús aparece a continuación a los
30 años de edad en Su bautismo por San Juan el Bautista (Mt.
3).
Lucas comienza con la
concepción de San Juan y la Anunciación del Señor.
Continúa con la visita de María a Isabel y el nacimiento del Bautista. Luego da
cuenta de la Natividad, el anuncio de los ángeles a los pastores, la
circuncisión y presentación de Jesús en el Templo, y el reconocimiento y
profecías de Simeón y Ana. Lucas concluye con el regreso a Nazaret, añadiendo
sólo un detalle más, Jesús permaneciendo en el Templo cuando tenía 12 años.
Mensaje de los obispos en la jornada
de la sagrada familia
En esta fiesta de la Sagrada Familia nos
acercamos a contemplar de la mano de la Virgen María y de san José el misterio
del Dios encarnado por amor a nosotros, pidiéndoles que nos ayuden a descubrir
la familia como lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación
al amor.
En estos momentos en los que atravesamos
un invierno vocacional, no solo en referencia al sacerdocio y a
la vida consagrada, sino
incluso al matrimonio cristiano, estamos convencidos de que
buena parte de esta crisis está producida
por la pérdida de la cultura vocacional, ese “humus” en el cual el
planteamiento de la vida como vocación resulta algo normal.
Ante esta situación, no queremos
instalarnos en una queja estéril que contempla pasivamente este ocaso de las
vocaciones, precisamente porque estamos convencidos de que la felicidad de cada
persona pasa por el descubrimiento y vivencia en plenitud de la vocación que
Dios ha soñado para ella desde toda la eternidad. Recordemos que «El hombre no puede
vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está
privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor,
si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por
esto precisamente, Cristo redentor […] revela plenamente el hombre al mismo
hombre» ( San Juan Pablo II, encíclica Redemptor hominis, n. 10).
La familia, célula vital de
la sociedad y de la Iglesia, es
fundamental en la formación de los
niños y jóvenes que en un futuro serán llamados a abrazar una
vocación concreta, partiendo de la base de la vocación bautismal.
Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus
hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia.
Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera
el derecho que tienen los padres de trasmitir a sus hijos una educación
conforme a sus valores y creencias. […].
viernes, 23 de diciembre de 2022
miércoles, 14 de diciembre de 2022
La síntesis del adviento en un decálogo
1.- Adviento es una
palabra de etimología latina, que significa “venida”.
2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto
por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.
3.- El adviento tiene como color litúrgico al
morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.
4.- El adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos invita a recordar el pasado, vivir el
presente y preparar el futuro.
5.- El adviento es memoria del misterio de
gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la
encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace
en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.
6.- El adviento es llamada vivir el presente
de nuestra vida cristiana comprometida y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo
entre nosotros, con nosotros, por nosotros. El adviento
nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor
en el justicia y en el amor. El adviento es presencia encarnada del cristiano,
que cada vez que hace el bien, reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.
7.- El adviento prepara y anticipa el futuro.
Es una invitación a preparar
la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y
como Juez. El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos
ayuda a prepararnos a ella. El adviento es vida futura, es Reino, es
escatología.
8.- El adviento es tiempo para la revisión de
la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas
bíblicas y mesiánicas. El adviento es tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.
9.- El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo
nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día y de cada afán.
10.- El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la
palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien
floreció y alumbró el Salvador de mundo.
(Is 26, 4)
DICIEMBRE 2022
«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una
Roca eterna» (Is 26, 4).
La Palabra de vida que queremos vivir en
este mes está tomada del Libro del profeta Isaías, un texto extenso y rico, muy
apreciado por la tradición cristiana, ya que contiene páginas muy queridas,
como el anuncio del Enmanuel, el «Dios con nosotros» (cf. Is 7, 14; Mt 1, 23), o también la figura del
Siervo de dolores (cf. Is 52, 13 - 53, 12), que hace de fondo a los
relatos de la pasión y muerte de Jesús. Este versículo forma parte de un canto
de agradecimiento que el profeta pone en boca del pueblo de Israel una vez
terminada la terrible prueba del exilio, cuando por fin van a volver a Jerusalén.
Sus palabras abren los corazones a la esperanza, porque la presencia de
Dios al lado de Israel es fiel, inquebrantable como la roca; Él mismo sostendrá
cualquier esfuerzo del pueblo en la reconstrucción civil, política y religiosa.
Derrocará la ciudad que se cree «excelsa» (cf. Is 26, 5) porque no está
construida según el proyecto de amor de Dios, mientras que la que está
construida sobre la roca de la cercanía a Él gozará de paz y prosperidad.
«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».
¡Qué actual es esta necesidad de estabilidad y
de paz! También nosotros, personal y colectivamente, estamos pasando por
momentos oscuros de la historia, que amenazan con aplastarnos bajo el peso de
la incertidumbre y el miedo al futuro. ¿Cómo superar la
tentación de dejarnos abatir por las dificultades del presente, de encerrarnos
en nosotros mismos y cultivar sentimientos de sospecha y desconfianza hacia los
demás?
Para los cristianos, la respuesta es
ciertamente «reconstruir» ante todo, con valentía, la relación de confianza con
Dios, que en Jesús se hizo nuestro prójimo por los caminos de la
vida, incluidos los más oscuros, estrechos y escarpados. Pero esta fe no
significa quedarse esperando pasivamente. Al contrario, requiere trabajar activamente
para ser protagonistas creativos y responsables en construir una «nueva ciudad»
fundada en el mandamiento del amor recíproco. Una ciudad con las puertas
abiertas, que acoge a todos, sobre todo «a los pobres y oprimidos» (cf. Is 26, 6), los predilectos del
Señor desde siempre. Y por este camino estamos seguros de contar con la
compañía de muchos hombres y mujeres que cultivan en el corazón los valores
universales de la solidaridad y la dignidad de cada persona, respetando también
la creación, nuestra «casa común».
«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».
En el pueblo murciano de Aljucer (España), toda una comunidad está volcada en construir relaciones de fraternidad mediante formas de participación abierta e inclusiva. Cuentan: «En el verano de 2008 fundamos una asociación cultural con el objetivo de desarrollar actividades de distinto tipo, tanto por iniciativa nuestra como en colaboración con otras asociaciones del territorio, para promover espacios de diálogo y proyectos humanitarios internacionales.
Por ejemplo, desde el principio promovemos
una cena solidaria anual para el proyecto Fraternity wíth Afríca, para
financiar becas para jóvenes africanos que se comprometen a trabajar en su país
durante al menos cinco años. Son cenas que reúnen a unas 200 personas y en las
que colaboran comercios y asociaciones. Estamos muy satisfechos de trabajar
desde hace años con otra asociación. Juntos organizamos un evento anual abierto
a personalidades del mundo de la cultura, música, pintura y literatura, pero
también a exponentes de la política, la economía y la medicina. Para todos
ellos es una ocasión para compartir sus experiencias y las motivaciones más
profundas de sus acciones»[1].
«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una
Roca eterna».
Estamos a la espera de la
Navidad. Preparémonos acogiendo desde ya mismo a Jesús en su Palabra. Esta es
la roca sobre la que construir también la ciudad de los hombres: «Encarnémosla, hagámosla
nuestra, experimentemos cuánta potencia de vida libera si la vivimos, en
nosotros y a nuestro alrededor. Enamorémonos del Evangelio hasta dejarnos
transformar en él y derramarlo sobre los demás. [...] Así ya no viviremos
nosotros, sino que en nosotros se formará Cristo. Nos sentiremos libres de
nuestro yo, de nuestros límites, de nuestras esclavitudes; y además veremos
estallar la revolución de amor que Jesús, libre de vivir en nosotros, provocará
en el tejido social del que formamos partes»[2].
Leticia Magri
[1]
Experiencia tomada de la web www.focolare.org.
[2] C. LUBICH, Palabra de vida, septiembre 2006, en Ciudad Nueva n. 434 (8-9/2000), p. 23.
viernes, 2 de diciembre de 2022
noción del adviento
“El adviento es un tiempo de preparación para la navidad, donde se
recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios… Es un tiempo en el que se dirigen las mentes,
mediante este recuerdo y esta espera a la
segunda venida de Cristo, que tendrá lugar
al final de los tiempos” (Misal Romano, Nº 39)
“El adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de
Jesucristo; presente, en la medida en
que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia celebraremos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación
y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor”.
“El adviento, en su mismo término, en su
palabra, es <presencia> y
<espera>… El adviento es tiempo de esperanza gozosa y espiritual. No es tanto un
tiempo como la cuaresma de penitencia, sino de gozo, de espera y esperanza
gozosa. Toda la liturgia de este tiempo persigue una finalidad concreta:
despertar en nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante”.
(+Vicent James Ryan, Obispo)
“El adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir el adviento cristiano es revivir poco a poco aquella gran esperanza de los grandes pobres de Israel… Vivir el adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección, recolección exitosa para todos los que desde su lucidez o ignorancia aportan su lucecita de amor y de ternura… La vida es todo adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y definitivamente… La esperanza es la virtud del adviento. Y la esperanza es el arte de caminar gritando nuestros deseos”.
(+Vicent James Ryan,
Obispo)
DEL BLOG DEL OBISPO
MENSAJE AL INICIO DEL ADVIENTO
Es hora de despertar…
es tiempo de salvación.
Ha llegado el Tiempo
de Adviento, tan importante y solemne, que, como dice el
Espíritu Santo, es tiempo favorable, día
de la salvación (Cf.
2 Cor 6, 2), de la paz y de la reconciliación. Es
el tiempo que desearon ardientemente los patriarcas y profetas y que fue objeto
de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, y que
la Iglesia celebra solemnemente. También nosotros debemos vivir en todo momento
con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en
este misterio nos ha manifestado.
La Iglesia celebra cada año
el misterio de este amor tan grande hacia nosotros,
exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida
de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del
Salvador, sino que su eficacia continúa, y aún hoy se nos comunica si queremos
recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que Él nos prometió, y si
ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.
Es importante distinguir el
Adviento de la Navidad,… primero tenemos que
prepararnos para celebrar después un hecho que cambió el mundo
y nuestras propias vidas: la Encarnación y el Nacimiento
del Hijo de Dios. Por eso, la invitación fundamental del
Adviento es a estar en vela, a orar, a despertar del sueño de la muerte y
avivar el deseo de recibir a Cristo. Velar nos hace ver el valor del tiempo,
cómo aprovechamos el tiempo, para qué o para quién vivimos […]
Durante este tiempo, la Iglesia, como
madre tierna y celosa de nuestra salvación, nos enseña, a través de himnos,
cánticos y otras palabras inspiradas, y de diversos ritos, a recibir con un
corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a
prepararnos interiormente para la venida
de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si
hubiera Él de venir nuevamente al mundo. Así nos lo enseñaron los patriarcas
del Antiguo Testamento con sus palabras y ejemplos que recordaremos estos días.
El
Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo
único, para librarnos de la tiranía y del poder del pecado, invitarnos al Cielo e
introducirnos en lo más profundo de los misterios de su Reino, manifestarnos la
verdad, enseñarnos a vivir santamente, comunicarnos el germen de las virtudes,
enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos,
herederos de la vida eterna.
Recordemos
que el Adviento es el tiempo de la
Virgen por excelencia porque es el tiempo de la espera del Mesías. Esperemos,
pues, junto con Nuestra Señora, que, al estar embarazada, esperaba su
nacimiento, pero sobre todo con la fe, en escucha y oración. María también nos
recuerda que es imprescindible la ternura y la mansedumbre para recibir la
misericordia de Dios. Digamos con ella “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22,20).
No dejéis de preparar en casa el
belén, y, ya desde ahora, el Calendario de Adviento, que nos
facilita crecer cada día y avanzar. Si crece nuestra esperanza experimentaremos
una inmensa alegría.
sábado, 19 de noviembre de 2022
REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
NOVIEMBRE : AUDIENCIA
PRIVADA CON EL REY
Alabado
sea el Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA
MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
Soberano Señor Sacramentado…
Los adoradores sabemos que
nuestro
turno, nuestra vigilia es siempre una audiencia privada con el Rey. El
Rey de Reyes, cuya fiesta siempre cae en noviembre. Y que tiene una especial
importancia para nosotros. Creemos que Cristo es el Señor del cosmos
y de la historia. Por derecho de naturaleza (Él es Dios) y por derecho de
conquista (Él nos ha salvado). En Él, la historia de la humanidad e incluso
toda la Creación encuentran su recapitulación su cumplimiento
transcendente.
Cristo es Rey, y su reino ha
comenzado ya en la Iglesia…"La Iglesia, o el reino de Cristo
presente ya en misterio, constituye el germen y el comienzo de este Reino en la
tierra". Aunque aún no está acabado. Es
rey de hecho, pero no reina aún de hecho en tantas parcelas
de la vida humana, de las sociedades…
El Reino de Cristo, presente ya en su
Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y
gloria" con el advenimiento del Rey a la tierra. Por eso la Iglesia
pide, y nosotros hoy: ¡Ven Señor Jesús!
Hasta que todo le haya sido sometido y
"mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la
justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que
pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. La sagrada
Escritura llama "cielos nuevos y tierra nueva" a esta renovación
misteriosa que trasformará la humanidad y el mundo. Ésta será la realización
definitiva del designio de Dios de "hacer que todo tenga a Cristo por
Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra". Hemos
de tener la seguridad de que esta Soberanía de Cristo pasa por su reino
eucarístico, por su amor en el Sacramento:
-“No
se debe pasar en silencio que, para confirmar solemnemente esta soberanía de
Cristo sobre la sociedad humana, sirvieron de maravillosa manera los
frecuentísimos Congresos eucarísticos que suelen celebrarse en nuestros
tiempos, y cuyo fin es
convocar a los fieles de cada una de las diócesis, regiones, naciones y aun del
mundo todo, para venerar y adorar a Cristo Rey, escondido bajo
los velos eucarísticos; y por medio de discursos en las
asambleas y en los templos, de la adoración, en común, del augusto Sacramento
públicamente expuesto y de solemnísimas procesiones, proclamar a Cristo como
Rey que
nos ha sido dado por el cielo.
Bien y con razón podría decirse que el pueblo cristiano, movido como por una
inspiración divina, sacando del silencio y como escondrijo de los templos a
aquel mismo Jesús a quien los impíos, cuando vino al mundo, no quisieron
recibir, y llevándole como a un triunfador por las vías públicas, quiere restablecerlo
en todos sus reales derechos”. - (Quas Primas, Pío XI)
La Escritura nos
proclama con fuerza esta verdad. Cristo es Rey,
pero de un modo sobrenatural, Rey sobre cielos y tierra, de individuos y
sociedades, pero Rey desde la Cruz, desde la Eucaristía. Jesús es Rey de
Amor.
Pilato volvió
a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: « ¿Eres tú el
rey de los judíos?». Jesús le respondió: « ¿ Dices
esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?». Pilato explicó: « ¿Acaso yo
soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos.
¿Qué es lo que has hecho»? Jesús respondió: «Mi
realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este
mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera
entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí».
¡Qué gran privilegio!
Nosotros somos-estamos a su servicio no con la fuerza, sino con la oración.
Ciertamente éste es un reinado peculiar, pero no menos poderoso. Cristo
es Rey y nosotros somos su ejército, sus soldados… testigos de la Verdad:
Pilato le dijo: «¿Entonces
tú eres rey». Jesús respondió: «Tú
lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha
mi voz».
Muchos otros se burlan hoy
de la realeza de Jesús, lo arrinconan cada vez más en plazas, escuelas,
hospitales… Lo ofenden con leyes que van contra su Ley. Le
coronan de espinas, le dicen “No queremos que reines sobre nosotros”. Pilato
mandó entonces azotar a Jesús. Los soldados tejieron una corona de espinas y se
la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, y acercándose,
le decían: «¡Salud, rey de los judíos!», y lo
abofeteaban.
Y sin embargo la verdad de
su realeza se impone. Ante cobardes y enemigos, ante nuestras defecciones y
traiciones:
Pilato dijo a los judíos: «Aquí
tienen a su rey». Ellos vociferaban: « ¡Que muera! ¡Que
muera! ¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿Voy a crucificar a su rey?». Los
sumos sacerdotes respondieron: «No tenemos otro rey que el César». Entonces
Pilato se lo entregó para que lo crucificaran. Pilato
redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno,
rey de los judíos", y la hizo poner sobre la
cruz. Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue
crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín
y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas:
"El rey de los judíos", sino: " Éste ha dicho: Yo soy
el rey de los judíos"». Pilato respondió: «Lo
escrito, escrito está».
Los santos nos animan, especialmente nuestro fundador, el fundador de la ANE, don Luis de Trelles, santo varón que tuvo muy metido en el corazón este orar por el pronto advenimiento del Reino de Cristo, especialmente en nuestra patria: - “En el Tabernáculo, nuestro Gran Rey llama a Sí a los humildes que trabajan y están cargados, para confortarlos y convalecemos. Pero por lo que a nosotros toca, importa meditar acerca de nuestra humilde y noble misión, por más que de ella seamos muy indignos. Disfrutamos la dicha de asistirle y de rendirle solos homenaje cuando otros reposan, puesto que "el Señor parece que duerme, pero su corazón vela"… “Qué consuelo para este puñado de indignos servidores del Dios escondido, si consiguiésemos ser escuchados, utilizando la vigilia en implorar por la Iglesia Santa y su visible Cabeza el Papa; por España, por el purgatorio entero, por el mundo pecador, por nuestros parientes, amigos y enemigos, por los moribundos, incrédulos y por aquéllos que Dios quiere que pidamos; por nuestra verdadera conversión que debe ser la primera de nuestras peticiones, porque la Ley de Dios y de perfección es la verdadera meta de este pequeño grupo de adoradores nocturnos del Gran Rey de los siglos, al que nos gloriamos de pertenecer.”
Preguntas para el
diálogo y la meditación.
■ ¿Cristo reina sobre mi vida, mi familia, mi
ciudad?
■ ¿Cuáles han sido los últimos ataques al
Reinado de Cristo en nuestra patria?
■ ¿Confío en que mi oración es poderosa para
cambiar esto?
(Mt 5, 7)
NOVIEMBRE 2022
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5, 7).
En el
Evangelio de Mateo, el discurso de la montaña va tras el inicio de la vida
pública de Jesús. La montaña se considera el símbolo de un nuevo monte Sinaí,
en el que Cristo ofrece su «ley» como nuevo Moisés. El capítulo anterior habla de
grandes masas que comenzaron a seguir a Jesús y a las cuales Él dirigía sus
enseñanzas. En cambio, este discurso lo dirige Jesús a sus discípulos, a la
comunidad naciente, a los que más tarde serían llamados cristianos. Jesús
presenta el «reino de los cielos», núcleo central de su
predicación (cf. Mt 4,23; 5, 19-20); y, dentro de este, las bienaventuranzas representan su manifiesto
programático, el mensaje de la salvación, una «síntesis de toda la Buena
Nueva, que es la revelación del amor salvífico de Dios»[1].
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»
¿Qué es la
misericordia? ¿Quiénes son los misericordiosos? La frase comienza por la
palabra «bienaventurado/s»[2], que significa feliz, afortunado, y adquiere
también el sentido de ser bendecido por Dios. En el texto, entre las nueve
bienaventuranzas, esta se encuentra en el lugar central. Las
bienaventuranzas no pretenden representar comportamientos que son objeto de
premio, sino auténticas oportunidades para ser un poco más parecidos a Dios.
En particular, los misericordiosos son aquellos que tienen el corazón lleno de
amor a Él y a los hermanos, un amor concreto que se inclina hacia los últimos,
los olvidados, los pobres, hacia quienes necesitan este amor desinteresado; de
hecho Misericordia es uno de los atributos de Dios[3]: Jesús mismo es misericordia.
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»
Las bienaventuranzas
transforman y revolucionan los principios más comunes de nuestro modo de
pensar. No son simples palabras de consuelo, sino que tienen el poder de
cambiar el corazón, tienen la capacidad de crear una nueva humanidad, hacen
eficaz el anuncio de la Palabra. Es necesario vivir la bienaventuranza de la misericordia también con nosotros
mismos, reconocernos necesitados de ese amor extraordinario, sobreabundante e
inmenso que Dios tiene por cada uno de nosotros.
La palabra
misericordia, rahamim en hebreo, deriva del hebreo rehem, vientre materno, y evoca
una misericordia divina sin límites, como la compasión de una madre por su
niño. Es «un amor que no mide, abundante, universal, concreto. Un amor que
tiende a suscitar la reciprocidad, que es el fin último de la misericordia. […]
Así pues, si hemos sido víctimas de alguna ofensa o de
alguna injusticia, perdonemos y se nos perdonará. ¡Seamos los primeros en tener
piedad, compasión! Aunque parezca difícil y audaz, preguntémonos ante cada prójimo:
¿cómo se comportaría su madre con él? Es un modo de pensar que nos ayuda a
entender y a vivir según lo que Dios quiere»[4].
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»
«A los dos
años de matrimonio, nuestra hija y su marido decidieron separarse. La acogimos
de nuevo en nuestra casa, y en los momentos de tensión procurábamos quererla
con paciencia, comprensión y perdón en el corazón, mantener una relación de
apertura para con ella y su marido, y sobre todo esforzándonos en no juzgar. Al
cabo de tres meses de escucha, ayuda discreta y mucha oración, se volvieron a
juntar con consciencia, confianza y esperanza renovadas»[5].
Y es que ser misericordiosos es más que perdonar. Es tener
un corazón grande, tener prisa por borrarlo todo, por quemar completamente todo
lo que pueda obstaculizar nuestra relación con los demás. La invitación de
Jesús a ser misericordiosos consiste en ofrecer un camino para acercarnos de
nuevo al designio originario, de modo que podamos transformarnos en aquello
para lo que hemos sido creados: para ser a imagen y semejanza de Dios.
[1]
C. LUBICH, Palabra de vida,
noviembre 2000, en Ciudad Nueva n. 370 (11/2000), p. 24.
[2]
Cf. C. LUBICH, Palabra de vida,
enero 2004: Ciudad Nueva n. 370 (11/2000), pp. 24-25.
[3]
En hebreo hesed, es
decir, amor desinteresado y acogedor, dispuesto a perdonar.
[4]
C. LUBICH, Palabra de vida,
noviembre 2000, en o. cit., p. 25.
[5] Experiencia tomada de la web: www.focolare.org.