TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

miércoles, 22 de febrero de 2023

MIERCOLES DE CENIZA


QUÉ SIGNIFICA «ENTRAR EN LA CUARESMA»

Queridos hermanos y hermanas:

     Con el ayuno y el rito de imposición de la ceniza, hemos entrado en la Cuaresma. Pero, ¿qué significa "entrar en la Cuaresma"? Significa iniciar un tiempo de particular empeño en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y en torno a nosotros. Quiere decir mirar el mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la causa última, que es Satanás. Significa no descargar el problema del mal en los demás, en la sociedad o en Dios, sino reconocer las propias responsabilidades y afrontarlo conscientemente.

    A este propósito, resuena con mucha urgencia, para nosotros cristianos, la invitación de Jesús a que cada uno tome su "cruz" y lo siga con humildad y confianza (cf. Mt 16,24). La "cruz", por pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de desgracia que hay que evitar lo más posible, sino de oportunidad para seguir a Jesús y así adquirir fuerza en la lucha contra el pecado y el mal. Por tanto, entrar en la Cuaresma significa renovar la decisión personal y comunitaria de afrontar el mal junto con Cristo. En efecto, el camino de la cruz es el único que conduce a la victoria del amor sobre el odio, del compartir con los demás sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia. Vista así, la Cuaresma es en verdad una ocasión de fuerte empeño ascético y espiritual, fundado en la gracia de Cristo.

 

De una carta de Benedicto XVI, pp


CONVOCANDO VIGILIA MENSUAL

 


sábado, 18 de febrero de 2023

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA


 FEBRERO ADORACIÓN Y REPARACIÓN

 Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS


 “¡Ahí está Jesús! ¡No dejadlo abandonado!”

     Siempre es bueno recordar que venimos a la adoración porque Dios previamente nos ha llamado… Primero, Él, “el Dios vivo y verdadero, llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración”. Segundo, nosotros respondemos “esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre una respuesta.” ¡Qué privilegiados somos de ser llamados a este encuentro con Dios!

   Y para encontrarse con Dios hay muchas maneras, lo sabemos: su presencia está en la Sagrada Escritura, por su palabra, donde dos o tres se reúnen en su nombre por su promesa; en nuestros corazones, por la gracia; en los sacerdotes como en sus ministros... Sí, todo eso es cierto, pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas".

     Entonces, ¡doblemente privilegiados de ser llamados a este encuentro de oración y a este encuentro con la Eucaristía! Recordemos que el modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”.

   Estas varias maneras de presencia llenan el espíritu de estupor y llevan a contemplar el misterio de la Iglesia. Pero es muy distinto el modo, verdaderamente sublime, con el cual Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía, que por ello es, entre los demás sacramentos, el más dulce por la devoción, el más bello por la inteligencia, el más santo por el contenido; ya que contiene al mismo Cristo (San Pablo VI  Mysterium fidei).

   Y, sin embargo, ¡cuántos no escuchan esta llamada! ¡cuánto desprecio e indiferencia ante esta sublime presencia! Por eso, estamos llamados a la Adoración sí, pero a la adoración reparadora. Que repare tanto amor ofendido, tan poca respuesta a un Amor tan grande. Esta vigilia mensual, que sea de adoración y de reparación.

   Tenemos ejemplos de adoración reparadora en la Sagrada Escritura. Cuando María Magdalena se adelanta y llora ante Jesús sus pecados, y limpia con sus lágrimas los pies de Jesús; cuando, más tarde, María en Betania, de nuevo, se pone a sus pies y rompe un frasco de perfume en honor de Cristo.    

   También nosotros en esta velada nos vamos a colar en la sala donde está Jesús; somos conscientes de nuestros pecados, y de cuántas veces no hemos respondido a su llamada o no hemos hecho aprecio de su presencia… pero venimos, como María a reparar. Primero, nuestros propios pecados. Se trata de que, esta noche, hagamos como María: “colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.”

   Queremos acompañar hoy a Jesús con especial cariño porque somos conscientes de que nos ha perdonado mucho. También nosotros somos unos pecadores. ¡Él ha pasado por alto muchas de nuestras indiferencias! Nos ha perdonado una deuda no simplemente de unos “eurillos”, le debíamos millones, ¡pero todo nos lo ha perdonado! ¿Cuál de los dos amará más?» «Pienso que aquel a quien perdonó más».

   Y no sólo eso, esta noche no se trata simplemente de ponernos a los pies de Jesús (adorar) agradeciendo su amor que nos ha perdonado (reparar), sino también de poner amor donde otros han puesto desamor. De poner detalles de cariño donde otros se han olvidado totalmente. A Jesús esas faltas de Simón también le afectan y le duelen. Pero, por suerte, tiene a María que sabe bien cómo consolar a Jesús:  “Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.”

   Imitemos a María, no a Simón. Adoremos y reparemos. Con la misma amorosa audacia… “Cuando veo a la Magdalena adelantarse, en presencia de los numerosos invitados, y regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por primera vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de amor y de misericordia del corazón de Jesús, y que por más pecadora que sea, ese corazón de amor está dispuesto, no sólo a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la contemplación” (Carta de santa Teresita).

  También los Santos nos animan a la adoración y la reparación…, como san Manuel González. Gran apóstol de los sagrarios abandonados… después de aquella experiencia que él tuvo en aquel pueblecito andaluz, su primera parroquia, y ver el sagrario tan olvidado, sucio y descuidado. Aquello le marcó para siempre. ¡Cómo podemos tratar así a Jesús!...   “fuime derecho al sagrario. Ahí mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, que me miraba, que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio: lo triste de no tener posada, de la traición, de la negación, del abandono de todos”

   Con qué fuerza nos dice hoy estas palabras:  “ve al Santísimo, te espera desde hace miles de años, solo a ti. Quiere verte a ti. Da igual el enfado, el poco tiempo que tengas. Da igual que te sientas alejado de él, que no entiendas, que te cueste. Entra, mírale y observa. Tú le necesitas y Él te necesita. ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está!”

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Soy sensible a las distintas presencias de Cristo, además de la Eucarística?

¿Reparo con pequeños gestos de amor el desamor de los hombres?

¿Tengo “adoptado” un sagrario, donde visitar a Jesús?

 

¡NO LO DEJEN ABANDONADO!


(Gn 16, 13)

 
FEBRERO 2023

 «Tú eres el Dios que me ve». (Gn 16, 13).

     El versículo de la Palabra de vida de este mes está tomado del libro del Génesis. Son unas palabras pronunciadas por Agar, la esclava de Sara entregada como mujer a Abrahán porque aquella no podía tener hijos y asegurar así una descendencia. Cuando Agar descubre que está encinta se siente superior a su señora. El maltrato recibido por parte de Sara la obliga más tarde a huir al desierto. Y allí precisamente tiene lugar un encuentro único entre Dios y la mujer, la cual recibe una promesa de descendencia semejante a la que Dios le había hecho a Abrahán. El hijo que nacerá se llamará Ismael, que significa «Dios ha escuchado», pues ha acogido la angustia de Agar y le ha dado una estirpe.

«Tú eres el Dios que me ve»

   La reacción de Agar refleja una idea común en el mundo antiguo: que los seres humanos no pueden mantener un encuentro muy de cerca con la divinidad. Agar se queda sorprendida y agradecida de haber sobrevivido a él. Experimenta el amor de Dios precisamente en el desierto, el lugar privilegiado donde se puede experimentar un encuentro personal con Él; siente su presencia y se siente amada por un Dios que la ha «visto» en su situación dolorosa, un Dios que se preocupa por sus criaturas y las envuelve con su amor. «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a la suerte de la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo experimentamos muchas veces. [...] Él está aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida»[1].

«Tú eres el Dios que me ve»

     Esta palabra de vida reaviva una certeza y nos conforta: nunca estamos solos en nuestro camino; Dios está ahí y nos ama. A veces, como Agar, nos sentimos «extranjeros» en esta tierra, o buscamos modos de huir de situaciones duras y dolorosas. Pero hemos de estar seguros de la presencia de Dios y de nuestra relación con Él, que nos hace libres, nos sosiega y nos permite empezar siempre de nuevo.

     Esta ha sido la experiencia de P., que vivió sola durante la pandemia. Cuenta: «Desde el inicio de la clausura de toda actividad en nuestro país, estoy sola en casa. No tengo físicamente cerca a nadie con quien poder compartir esta experiencia, y procuro ocupar el día como puedo. Con el pasar de los días me siento cada vez más desanimada. Por la noche me cuesta mucho quedarme dormida. Me parece que no podré salir nunca de esta pesadilla. Pero siento fuertemente que debo encomendarme completamente a Dios y creer en su amor. No tengo dudas de su presencia, que me acompaña y me reconforta en estos meses de soledad. Me llegan pequeñas señales de los hermanos que me hacen comprender que no estoy sola. Como una vez en que estaba festejando el cumpleaños de una amiga on line y en ese momento me llegó un trozo de tarta de parte de mi vecina»,

«Tú eres el Dios que me ve»

   Así, protegidos por la presencia de Dios, también nosotros podemos ser mensajeros de su amor: estamos llamados a ver las necesidades de los demás, a socorrer a nuestros hermanos en sus desiertos, a compartir sus alegrías y sus dolores. El esfuerzo consiste en mantener los ojos abiertos a la humanidad en la que estamos inmersos también nosotros.

     Podemos pararnos y mostrar nuestra cercanía con quienes están buscando un sentido y una respuesta a los muchos «por qué» de la vida: familiares, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, personas con problemas económicos y quizá marginadas socialmente.

     Podemos recordar y compartir esos momentos preciosos en los que hemos conocido el amor de Dios y hemos redescubierto el sentido de nuestra vida. Podemos afrontar juntos las dificultades y descubrir en los desiertos por los que pasamos la presencia de Dios en nuestra historia, que nos ayuda a proseguir el camino con confianza.

Patrizia Mazzola



[1] C. LUBICH, Palabra de vida, julio de 2006: Ciudad Nueva n. 433 (200617), p. 29.

martes, 14 de febrero de 2023


     El adorador nocturno no solamente debe ser activo en la 0ración, sino también en el sacrificio.

     El reglamento nos pide que asistamos una noche de cada mes a la Vigilia ordinaria y que velemos en esa noche durante la hora que se nos designe. Indudablemente que para cumplir ese deber es necesario hacer muchos pequeños sacrificios. Dejar las comodidades, pocas o muchas, de nuestro hogar; abandonar a la familia que queda intranquila por nuestra ausencia; pasar la noche en un sitio poco adecuado, a veces verdaderamente incómodo, como sucede en algunas Secciones; permanecer en vela durante algún tiempo, cuando el cansancio natural nos agobia; sufrir las inclemencias del tiempo y a veces largas y peligrosas caminatas, como tienen que soportarlo hermanos alejados de los centros poblados ... , todo esto es sacrificio y a veces bastante duro.

     ¿Cuál es la actividad qua el adorador puede desarrollar en ese aspecto?

     En primer lugar, cumplir fielmente con esos deberes, sea cual fuere el trabajo y dificultades que se nos presenten. Ser pues, estrictamente puntuales en nuestra asistencia, aunque nos sintamos ligeramente indispuestos, aunque la familia se acongoje un poco, aunque la lluvia o el frio traten de impedirnos el asistir. Además, aceptar de buen agrado la hora de vela que se nos fije, el sitio para descanso que se nos señale, el cambio de turno que nos ordenen y, en general, cualquier cosa que quizá pueda contrariar nuestro gusto.

     No olvidemos, además, que en el sacrificio hay tres grados: 1º, el aceptarlo sin repugnancia; 2º , que es más alto, el desearlo con amor; y 3º, más alto todavía, el buscarlo con gozo y alegría.

   Cuando tú, hermano adorador nocturno, asistas a tus vigilias con verdadero anhelo y procures que te sean dadas las horas de vela más pesadas, el rinconcito más humilde para descansar y todo lo que sea más duro y difícil, entonces serás verdaderamente activo en el sacrificio.

 

LA LÁMPARA DEL SANTUARIO noviembre 1949

sábado, 4 de febrero de 2023

ADORADORES DE NOCHE Y APÓSTOLES DE DÍA 

     Esta es la realidad de la Adoración Nocturna, que debería estar presente en todas las parroquias, por ser algo medular, necesario y fácil en la vida cristiana. Nada resta a que se milite en cualquier Asociación o Movimiento, al contrario favorece e impulsa esta militancia por su aporte espiritual e impulso apostólico.

   1. La eucaristía es la clave de la vida cristiana.

     Jesucristo es el principio y fin de nuestra fe. Por eso nos enseña la Sagrada Escritura que debemos tener “fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús” (Heb 12, 2). Él es el enviado del Padre para ser nuestro Salvador, maestro y Modelo. En Él se encierran todos los tesoros de la sabiduría, de la ciencia, de la gracia, de la vida y del amor. En Él habita la plenitud de la divinidad, Él sostiene el universo entero y es la fuente de todo bien. Por eso nos dice San Pablo: “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os de espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos” (Ef 1,17-18). Algo grandioso que Jesús ha realizado para estar más cerca de nosotros “hasta el fin de los tiempos”, incluso, ser nuestro propio alimento, es la Eucaristía, que es el mayor de todos los milagros, porque puso toda su omnipotencia al servicio del Amor.

     Es importantísimo ser conscientes de esta realidad, adorar, contemplar y vivir de la Eucaristía, por ser algo prioritario, porque Dios está ahí. Si en todas las parroquias existiese, al menos, un turno de Adoración Nocturna, os aseguro que haríamos mucho bien, tendríamos más entusiasmo y con más vida y coraje el apostolado seglar, que es imprescindible, y que se encuentra tan débil.

   2. Raíces y frutos de la Adoración Nocturna.

     La Adoración Nocturna hunde sus raíces en la necesidad que, desde el inicio del cristianismo, tenemos todos los cristianos de vivir unidos a Jesucristo. Ya desde el siglo primero se reunían los cristianos en vigilias eucarísticas de oración y formación, que en muchos casos duraban toda la noche.

     Es en 1264 cuando, por una serie de hechos prodigiosos, se instituye la solemnidad del Corpus Christi y se impulsa la adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento. En el siglo XVI la gran seglar, corresponsable en la Iglesia, esposa, madre de familia y mujer noble, doña Teresa Enríquez, la “loca del Sacramento”, es la gran apóstol de la Eucaristía. Ella extiende esta singular devoción, funda las cofradías sacramentales y promueve el culto eucarístico.

   La Adoración Nocturna nace en Roma en 1810, con ocasión del cautiverio de Pío VII. Tal como la conocemos hoy surge en Francia, con el seglar Hermann Cohen y 18 hombres más, el 6 de diciembre de 1848. En España se inicia el 3 de noviembre de 1877, con el seglar Luis Trelles Noguerol, hoy en avanzado proceso de canonización. La Adoración Nocturna Femenina Española es mucho más reciente, nace en Valencia en1925.

  Los fines de adorar, reparar, ofrecerse, expiar, desagraviar a Jesucristo en la Eucaristía dimanan, principalmente, de estas cuatro fuentes: la Bula “Transiturus”, de Urbano IV, el Papa que instituye el Corpus Christi en 1264; la doctrina del Concilio de Trento; la Encíclica “Mediator Dei”, de Pío XII, en 1947; y la Exhortación postsinodal del Vaticano II “Eucaristicum misterium”, de Juan Pablo II.

   3. ¿Qué nos exige?

   Primero, que valoremos y extendamos la Adoración Nocturna como medio de intimidad con Cristo, de adoración, expiación, desagravio y para dar impulso espiritual y apostólico a nuestra vida. Además, merece la pena y es necesario que, al menos, una vez al mes, más las tres Vigilias extraordinarias y las especiales, las pasemos junto al Señor, para incrementar nuestra vida espiritual, adorarle, desagraviarle y ofrecernos.

  Finalmente, propagar esta sencilla y hermosa fórmula eucarística, para que tengamos Vida y ésta en abundancia, como nos pide Jesús, y podamos hacer el mayor bien posible a todos los hombres, en todas las parroquias y en la Iglesia universal, mereciendo y pidiendo por todos, y dando testimonio público de fe.


D. José Díaz Rincón - Adorador nocturno

 (Lámpara del Santuario. Nº 17; 1 de junio de 2019)