TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 27 de febrero de 2021

DOMINGO 28 DE FEBRERO DE 2021, 2º DE CUARESMA

« ÉSTE ES MI HIJO AMADO… ESCUCHADLO»


     La versión de Marcos de la transfiguración nos hace resaltar que no se puede llegar al monte de la desfiguración, del calvario, sin subir a la montaña alta, al monte de la contemplación.

 

     Somos invitados a subir con El. Contigo Señor y como tú nos recuerda San Ignacio de Loyola.

     El Señor se presenta transfigurado, más allá de su figura y conversando con Moisés, la Ley y con Elías el contemplativo. Es el momento de exclamar con Pedro, Señor que bien se está contigo, aquí.

     Es el monte de la Transfiguración y  el Jordán, donde Jesús baja y pasa como un pecador en un bautismo general, donde se escucha la Voz del Padre, la misma voz de complacencia en lo Alto y en lo bajo, Tú eres mi hijo amado en quien me complazco.

 

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España


viernes, 26 de febrero de 2021

QUÉ SIGNIFICA «ENTRAR EN LA CUARESMA»



     Con el ayuno y el rito de imposición de la ceniza, hemos entrado en la Cuaresma. Pero, ¿qué significa "entrar en la Cuaresma"? Significa iniciar un tiempo de particular empeño en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y en torno a nosotros. Quiere decir mirar el mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la causa última, que es Satanás. Significa no descargar el problema del mal en los demás, en la sociedad o en Dios, sino reconocer las propias responsabilidades y afrontarlo conscientemente.

     A este propósito, resuena con mucha urgencia, para nosotros cristianos, la invitación de Jesús a que cada uno tome su "cruz" y lo siga con humildad y confianza (cf. Mt 16,24). La "cruz", por pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de desgracia que hay que evitar lo más posible, sino de oportunidad para seguir a Jesús y así adquirir fuerza en la lucha contra el pecado y el mal. Por tanto, entrar en la Cuaresma significa renovar la decisión personal y comunitaria de afrontar el mal junto con Cristo. En efecto, el camino de la cruz es el único que conduce a la victoria del amor sobre el odio, del compartir con los demás sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia. Vista así, la Cuaresma es en verdad una ocasión de fuerte empeño ascético y espiritual, fundado en la gracia de Cristo.

 

 

                                            Benedicto XVI, pp emérito 



domingo, 21 de febrero de 2021

DEL BLOG DEL OBISPO

Oración, ayuno y limosna para abrirnos al amor de Dios



     Tres son las medicinas del alma y condiciones de este proceso penitencial cuaresmal que nos mostró Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18). En primer lugar, la oración, que es diálogo filial con el PadreNo significa exclusivamente recitar plegarias, debe ser sobre todo silencio y recogimiento que nos ilumina para afrontar los desafíos de la superficialidad y tomar las decisiones justas en nuestras vidas. En segundo lugar, el ayuno como una vía de privación que nos hace comprender a los pobres y desprendernos del afán de consumir. Quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Finalmente, la limosna, que es un ejercicio de la caridad en su sentido más noble: nos da la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido para dejar lo que nos sobra y ejercitar la caridad ayudando a los necesitados. Se trata de compartir lo que tenemos con quien tiene menos, que hoy son tantos, descubrir a los pobres y a los que se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia. […] Recordemos siempre que este itinerario ya está bajo la luz de la Resurrección, que nos hace otear en el horizonte la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, y anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

 

Itinerario cuaresmal


(Antes de oír el audio deje pasar el Himno inserto al blog)


DOMINGO 21 DE FEBRERO DE 2021, 1º DE CUARESMA

«SE HA CUMPLIDO EL PLAZO…»

     Convertirse es la asignatura pendiente de toda nuestra vida. Pasa por distintas etapas. Hay ingredientes como en una paella que no pueden faltar. Es dejarse alcanzar por Cristo.

     Siempre se comienza la conversión con ir al desierto y como dice el profeta Oseas… La llevaré al desierto y allí le hablaré al corazón.
     Al desierto nos conduce el Espíritu Santo que tiene siempre como misión formar en nosotros el corazón de Cristo para vivir con sus mismos sentimientos.

     Llama la atención que en este lugar de gracia que es el desierto, seamos tentados por el Maligno. Todo lo que son y han sido las mayores gracias de nuestra vida como la vocación, la familia, la oración, la comunidad… el diablo lo aprovecha para tentarnos y apartarnos de la voluntad de Dios. 

     La cuaresma nos convoca a la conversión, no a lavarnos el rostro, sino a cambiar el corazón.

 

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España

 



jueves, 18 de febrero de 2021

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA

 
FEBREROREPARAR

 Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 

Reflexiones que nos animen y ayuden a encontrarnos con Jesús sacramentado y descansar en su corazón.

      Cada mes daremos algunas pinceladas sobre diversas virtudes que nos ayuden a vivir la media hora de adoración que tanto insistía el Venerable Luis de Trelles, o contemplar cómo las vive el Señor desde el Sacramento; utilizando la Palabra de Dios, el Magisterio, textos de santos u otros autores, y recogiendo cada mes una de las promesas del Corazón de Jesús, acabando con una oración.

 REPARAR

   La Palabra de Dios nos anima a vivir con espíritu de reparación:

   “Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia.” (Col. 2,24)

   “¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil.” (Mt. 26,40-41)

   San Juan Pablo II, nos ha recordado en varias ocasiones  la importancia de la hora santa, para recuperar la hora perdida en Getsemaní. Nos recuerda la limosna que nos pide el Señor a nosotros en su Pasión en la Encíclica DIVES IN MISERICORDIA 30/11/1980: “Los acontecimientos del Viernes Santo y, aun antes, la oración en Getsemaní, introducen en todo el curso de la revelación del amor y de la misericordia, en la misión mesiánica de Cristo, un cambio fundamental. El que «pasó haciendo el bien y sanando», «curando toda clase de dolencias y enfermedades», él mismo parece merecer ahora la más grande misericordia y apelarse a la misericordia cuando es arrestado, ultrajado, condenado, flagelado, coronado de espinas; cuando es clavado en la cruz y expira entre terribles tormentos. Es entonces cuando merece de modo particular la misericordia de los hombres, a quienes ha hecho el bien, y no la recibe. En esta etapa final de la función mesiánica se cumplen en Cristo las palabras pronunciadas por los profetas, sobre todo Isaías, acerca del Siervo de Yahvé: «por sus llagas hemos sido curados».

   En la pasión y muerte de Cristo —en el hecho de que el Padre no perdonó la vida a su Hijo, sino que lo «hizo pecado por nosotros» — se expresa la justicia absoluta, porque Cristo sufre la pasión y la cruz a causa de los pecados de la humanidad. La dimensión divina de la redención no se actúa solamente haciendo justicia del pecado, sino restituyendo al amor su fuerza creadora en el interior del hombre, gracias a la cual él tiene acceso de nuevo a la plenitud de vida y de santidad, que viene de Dios. De este modo la redención comporta la revelación de la misericordia en su plenitud.”

  Lo mismo nos anima la “Imitación de Cristo” Libro 3, 22: “¿Por qué quieres dilatar tu propósito? Levántate y comienza en este momento y di: Ahora es tiempo de obrar; ahora es tiempo de pelear; ahora es tiempo conveniente para enmendarme.

  Cuando no estás bien y tienes alguna tribulación, entonces es tiempo de merecer”.

   San Manuel González, apóstol de los Sagrarios abandonados y gran promotor de la Adoración Nocturna, nos dice en Obras Completas n. 218: “Jesús está en el Sagrario con el Corazón palpitante de amor sin fin a su Padre y de amor hasta el fin a nosotros; si ese amor que sube a su Padre es infinitamente latréutico, porque lo alaba como Él se merece, e infinitamente eucarístico, porque le da gracias por los beneficios que nos hace hasta dejarlo satisfecho, e infinitamente expiatorio, porque le aplaca por los pecados con que le ofendemos, hasta ponerlo en paz. Y es infinitamente impetratorio, porque con clamor válido intercede y ruega por nosotros. (…) Si todo esto es así, yo debo estar ante el Sagrario con todo mi corazón y con todo el amor de él, para sumergirme en aquel Corazón y palpitar con sus mismas palpitaciones y amar como Él ama, alabando, agradeciendo, expiando, intercediendo al Padre celestial y disponiéndome a darme por Él de todos los modos a mis prójimos hasta el fin, sin esperar nada…”

     Vivamos la reparación en unión al Corazón de Jesús como nos dice San Juan Pablo II el 09/07/1989, el mismo Papa nos dio ejemplo de ofrecer sus sufrimientos -atentados, operaciones, enfermedades, viajes…- unidos al Corazón de Jesús: “Con relación a los hechos de la pasión, la expresión “Corazón de Jesús” nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre. Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre.

     Por la unión del Corazón de Jesús a la persona del Verbo de Dios podemos decir: en Jesús Dios ama humanamente, sufre humanamente, goza humanamente. Y viceversa: en Jesús el amor humano, el sufrimiento humano, la gloria humana adquieren intensidad y poder divinos”.

     Promesa del Corazón de Jesús a Santa Margarita M.ª de Alacoque: “Los pecadores encontrarán en mi Corazón una fuente y océanos infinitos de misericordia. Los tibios se harán fervorosos.”

Preguntas para el diálogo y la meditación.

   ¿Vivo mi noche de adoración con espíritu reparador unido a la Redención de Cristo hoy?

   ¿Soy consciente de que el mal del mundo es el pecado y que necesita reparación?

   ¿Aprovecho las ocasiones que se me presentan para hacer actos internos y externos de reparación como los niños de Fátima, desde la vida ordinaria?

   ¿Colaboro con mis actos de reparación al triunfo del Corazón Inmaculado de María como ha prometido?

 

Reparemos con la oración que el Ángel enseñó a los Pastorcillos de Fátima:

     “Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y Os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por las ofensas, sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores”.


domingo, 14 de febrero de 2021

DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2021, 6º DEL TIEMPO ORDINARIO

«QUIERO: QUEDA LIMPIO»


     Jesús nos invita a seguirle, a pasar como Él haciendo el bien, curando de la enfermedad de la lepra, que no nos deja vivir a tope la vida con Dios.

     Un leproso se acerca a Jesús y se pone de rodillas para pedirle su curación. Si quieres puedes limpiarme. Preciosa oración.

     El milagro se realiza. Jesús cura contando con la humildad de nuestra pobreza y nuestra enfermedad. Hay que vivir al aire de Jesús. Sembrando la salud plena… Y cuando descubrimos que hemos sido curados no podemos callarlo y se lo contamos, como estos leprosos, a todo el mundo.

 

 + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España


viernes, 12 de febrero de 2021

(Lc 6, 36)

 
FEBRERO 2021

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36).

 

     Al evangelista Lucas le gusta subrayar la grandeza del amor de Dios a través de una cualidad que, ciertamente, le parece que la describe al máximo: la misericordia.

     En las Sagradas Escrituras, este es -podríamos decir- el rasgo materno del amor de Dios, con el cual Él cuida de sus criaturas, las conforta, las consuela, las acoge sin cansarse nunca. Por boca del profeta Isaías, el Señor promete a su pueblo: «Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados» (Is 66,13).

     Es un atributo que reconoce y proclama también la tradición islámica: entre los 99 Nombres más Bellos de Dios, los que más frecuentemente se repiten en los labios del fiel musulmán son el Misericordioso y el Clemente. Esta página del Evangelio nos presenta a Jesús ante una multitud de personas, algunas provenientes de ciudades y regiones muy lejanas, haciendo a todos una propuesta audaz y desconcertante: imitar a Dios precisamente en su amor misericordioso.

     ¡Una meta que a nosotros nos parece casi impensable, inalcanzable!

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»

      Desde la perspectiva del Evangelio, para imitar al Padre, ante todo debemos ponernos cada día detrás de Jesús y aprender de Él a amar tomando la iniciativa, tal como el mismo Dios hace incesantemente con nosotros. Es la experiencia espiritual que describe el teólogo luterano Bonhoeffer (1906-1945): «Cada día la comunidad cristiana canta: "He recibido misericordia”. He obtenido este don incluso cuando le he cerrado el corazón a Dios, [...] cuando me he extraviado y no encontraba el camino de regreso. Entonces ha sido la palabra del Señor la que ha acudido a mí. Y así he comprendido: él me ama. Jesús me ha encontrado: ha estado cerca de mí, solo Él. Me ha consolado, ha perdonado todos mis errores y no me ha culpado del mal. Cuando yo era su enemigo y no respetaba sus mandamientos me trató como a un amigo. [...] Me cuesta entender por qué el Señor me ama así, por qué le soy tan querido. No puedo entender cómo ha conseguido y ha querido ganarme el corazón con su amor; solo puedo decir: "He recibido misericordia"»[1].

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»

      Esta Palabra del Evangelio nos invita a una verdadera revolución en nuestra vida: cada vez que nos encontremos ante una posible ofensa, podemos no tomar el camino del rechazo, del juicio inapelable y de la venganza, sino el del perdón, el de la misericordia.

     Más que cumplir con un deber gravoso, se trata de acoger de Jesús la posibilidad de pasar de la muerte del egoísmo a la vida verdadera de la comunión. Descubriremos con alegría que hemos recibido el mismo ADN del Padre, el cual no condena a nadie definitivamente, sino que da a todos una segunda oportunidad y abre así horizontes de esperanza.

   Adoptar esta postura también nos permitirá preparar el terreno a relaciones fraternas, de las que puede nacer y crecer una comunidad humana orientada por fin a la convivencia pacífica y constructiva.

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»»

     Es lo que sugería Chiara Lubich meditando sobre esa palabra del Evangelio de Mateo (cf. Mt 5, 7) que proclama bienaventurados a quienes practican la misericordia: «El tema de la misericordia y del perdón invaden todo el Evangelio. [...] Y la misericordia es precisamente la última expresión del amor, de la caridad, la que la cumple, es decir, la que la hace perfecta. [...] ¡Tratemos, pues, de vivir en cada una de nuestras relaciones este amor a los demás en forma de misericordia! La misericordia es un amor que sabe acoger a cualquier prójimo, en especial al más pobre y necesitado. Un amor que no mide, abundante, universal, concreto. Un amor que tiende a suscitar la reciprocidad, que es el fin último de la misericordia, sin la cual solo habría justicia, que sirve para crear igualdad pero no fraternidad. [...] Aunque parezca difícil y atrevido, preguntémonos delante de cada prójimo: ¿cómo se comportaría su madre con él? Es un pensamiento que nos ayudará a entender ya vivir según el corazón de Dios»[2].


Leticia Magri



[1] 1 D. BONHOEFFER, 23 gennaio 1938, en La fragilità del male, raccolta di scritti inediti, Piemme, 2015.

[2] 2 C. LUBICH, Palabra de vida, noviembre de 2000, en EAD., Palabras de Vida/2 (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva.


domingo, 7 de febrero de 2021

DOMINGO 7 DE FEBRERO DE 2021, 5º DEL TIEMPO ORDINARIO

« SEÑOR… TODOS TE BUSCAN »



     Siempre me ha conmovido este texto. Ha marcado mi vida. Todos andan en busca de Ti.

     Tarde o más bien temprano, todos sentimos que por el momento del vacío existencial de la vida, buscamos aun sin saberlo, el sentido pleno de la vida. Todos te buscan. 

     Jesús pasa haciendo el bien. Cura a los enfermos. A la suegra de Pedro con fiebre la toma de la mano y la cura; ella agradecida no para y sigue sirviendo.

      Su vida es sembrar Reino. Es saber que es mucha la necesidad que tiene la humanidad de Jesús. Dar a Jesús es lo que más necesita nuestra tierra.

 

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España

 

 


EL VATICANO ADAPTA EL RITO DEL MIÉRCOLES DE CENIZA A LA COVID-19 


     La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los  Sacramentos  ha modificado el rito del  Miércoles de Ceniza adaptándose a este tiempo de coronavirus. Así lo ha explicado en una nota difundida el 12 de enero de 2021 por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y Monseñor Arthur Roche, Arzobispo Secretario.

    El documento, titulado Imposición de la ceniza en tiempo de pandemia, explica que una vez “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».

     Tras ello, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.