TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

miércoles, 30 de mayo de 2018

CONVOCANDO VIGILIA GENERAL



ADORADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO


AVE MAÍA PURÍSIMA

     Como tradicionalmente hemos venido haciendo volvemos a convocarte para las próximas actividades que durante este mes de mayo/junio vamos a celebrar.

DÍA 31 DE MAYO.-  El Consejo Diocesano te convoca a la Vigilia general extraordinaria de Corpus Christi, que se  celebrará en el Oratorio de la Santa Cueva a las 20.30 horas, durante la cual le será impuesta Insignia a las nuevas adoradoras y a las distinguidas como Veteranas propuestas por los diferentes Turnos.

DÍA 3 DE JUNIO.- Solemne Pontifical en la Solemnidad del Corpus Christi a las 09,30h en la Iglesia de la Santa Cruz (Catedral Vieja), finalizado el cual y en Corporación, formaremos en la Procesión de la Festividad, reuniéndonos en la Capilla interior que se nos indique.

      Sin otro particular y esperando contar con tu presencia y comprensión, al objeto de dar testimonio presencial, recibe un fuerte abrazo en Xtº Eucaristía.


¡JESÚS SACRAMENTADO NOS ESPERA¡


Fdº: Antonio Llaves Villanueva
PRESIDENTE DIOCESANO


sábado, 26 de mayo de 2018

DOMINGO 27 DE MAYO DE 2018, SOLEMNIDAD DE LA SDANTÍSIMA TRINIDAD

«SABED QUE ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FINAL DE LOS TIEMPOS»


     Hoy es la solemnidad de la Santísima Trinidad. El Dios que Jesús nos ha revelado es un Dios comunidad en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que viven en la gloria, en la felicidad eterna, antes que el mundo existiera. Libremente, estas Personas divinas han querido compartir su felicidad, manifestando su gloria en el universo creado. Una creación que ha quedado “prendada de su hermosura”. Y ante el pecado de nuestros primeros padres, Dios no se ha desentendido de nosotros, sino que nos ha enviado a su Hijo, como centro y culmen de la creación y de la historia, como redentor del hombre apartado de Dios por el pecado. Dios se ha empeñado en hacernos felices con él para siempre.
     El drama de la redención pone en juego a las tres Personas divinas, que se han compadecido de nuestra desgracia. El Padre ha enviado a su Hijo, que nacido de María virgen, se ha hecho semejante en todo a nosotros excepto en el pecado, ha sufrido, ha muerto y ha resucitado. Elevado al cielo, nos ha enviado al Espíritu Santo. Nosotros hemos conocido ese amor de Dios sin medida porque Jesús nos lo ha enseñado y nos lo ha demostrado en su vida. Derramando el Espíritu Santo en nuestros corazones, los Tres vienen a vivir en nuestra alma como en un templo, inyectando la vida divina en nuestra vida, que ya ha empezado a ser eterna y llegará a su plenitud en el cielo.
     Este misterio tan sublime se nos ha revelado no para hacer cábalas en nuestra mente de una persona a otra, sino para contemplarlo como una realidad misteriosa que ha puesto su morada en nuestro corazón. No estamos solos, en nuestra alma ha puesto Dios su morada. La oración consiste precisamente en caer en la cuenta de esa presencia actuante de Dios en nuestra vida. Las tres divinas Personas se aman entre sí en nuestro propio corazón y de ahí brota una corriente de agua viva, que sacia nuestra sed de Dios.
     [] Coincidiendo con la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la Jornada pro Orantibus y nos recuerda el valor de esta vocación contemplativa, nos invita a valorarla, apoyarla, orar por todos ellos, los monjes y las monjas contemplativos. El lema en este año teresiano dice: “Solo quiero que le miréis a él”. Cuando sus monjas le preguntan a Santa Teresa algunos consejos para tener contemplación, ella entre otras muchas recomendaciones les repite: “No os pido que penséis mucho… tan sólo os pido que le miréis” (Sta. Teresa, Camino de perfección [V] 26,3). La vida contemplativa tiene como motor principal la acción del Espíritu santo que provoca en el alma la fascinación por Cristo en cada uno de sus misterios. Mirarle a él no es una actitud paralizante, sino dinamizante del seguimiento de Cristo y de la entrega de la vida en ofrenda por la Iglesia.
     Los monasterios contemplativos son lugares de oración para todos los cristianos. Nos hacen este gran favor, sea cual sea nuestra vocación: propiciar un clima de silencio y oración, particularmente en la oración litúrgica, en la que ellos y ellas viven continuamente. Valoremos este gran servicio al pueblo de Dios, y sostengamos nuestros monasterios con nuestro apoyo, nuestra oración, e incluso con nuestra ayuda material.
    Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba



viernes, 25 de mayo de 2018

CARTA PASTORAL DE NUESTRO OBISPO



PARA PREPARAR LA SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO
CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (II)



En el Año Jubilar Diocesano, la alegría del amor
     Os invito a celebrar el Corpus con mayor interés, si cabe, este año, por celebrarlo dentro del Jubileo Diocesano. Ahora que se cumplen 750 años del traslado de la sede de la diócesis a la ciudad de Cádiz, y el 600 aniversario de la creación de la de Ceuta, nos hemos propuesto renovar nuestra fe fortaleciéndola, profundizando en su fuente y raíz para seguir dando frutos de santidad.
     La celebración del año jubilar dela diócesis, cargado de gracias que lucramos habitualmente a través de las celebraciones, catequesis y demás actos previstos, continúa desarrollándose ahondando en el seguimiento del Señor. Como indiqué en mi carta pastoral al inicio de curso, “para celebrar como conviene estos acontecimientos de gracia se han programado diversos actos a lo largo del Año Jubilar que nos ayudarán a expresarla gratitud a Dios por los dones recibidos y para renovar nuestra fe. Participar convenientemente en ellos con fervor y sentido de pertenencia es, sin duda, una manifestación pública de fe y una invitación a creer. La sociedad que nos rodea, donde crece la increencia, reclama de nosotros una manifestación de fe, personal y comunitaria, que supere la mala creencia y esa mediocridad que es incapaz de atraer a otros ni hacernos perseverar”.
     Doy gracias a Dios por vuestras peregrinaciones a la Santa Iglesia Catedral y por los encuentros diocesanos preparados por las diferentes delegaciones diocesanas –de emigrantes, jóvenes, juveniles, catequistas, enfermos, vida consagrada, etc.– que han hecho converger allí a los distintos agentes de pastoral y fieles, uniendo parroquias, colegios y movimientos.
     Este curso se ha visto privilegiado además por la presencia de nuestra Madre, la Virgen María, que se ha hecho presente en las parroquias y demás instituciones cristianas a través de la visita itinerante dela Virgen Peregrina de Fátima, que culminó con la espléndida peregrinación diocesana a su santuario. En la ciudad de Cádiz, además, caló hondamente la visita de nuestra Patrona la Virgen del Rosario que en la celebración de conmemoraciones importantes fue recibida en todas las parroquias, donde ayudó sensiblemente a la renovación de la fe con la celebración de su novena y el rezo del rosario por las calles.
     Aunque faltan aún meses para aprovechar este movimiento de renovación de nuestra fe, ya se percibe la ilusión con la que se prepara y espera el Vía Crucis Diocesano en Cádiz el 7 de julio, con la presencia de apreciadas imágenes de las Cofradías de toda la diócesis, así como la Magna Mariana que tendrá lugar en Ceuta el 16 de junio, recordando, dentro del Jubileo, la llegada a la ciudad de la Virgen del Valle y Nuestra Señora de África. Asimismo se están preparando con esmero y laboriosidad dos exposiciones que, con sentido catequético, hagan patente a los fieles y a toda la sociedad en Cádiz y en Ceuta, la fuerza cultural de la presencia de la fe y de la vida de la Iglesia en nuestra tierra.
     Celebrar nuestra fe con gozo y sentido de conversión personal y pastoral no se centra, sin embargo, en nuestros logros ni en nuestra propia experiencia, sino que hace presente a Nuestro Señor Jesucristo que nos ha redimido dando la vida por nosotros, y que, con su resurrección, nos ha hechos hombres nuevos, una asamblea santa, y nos ha abierto las puertas de la Vida. De su costado abierto brota la vida sacramental, de modo que, con la fuerza de su amor eterno, nos transforma y llena nuestra pobre existencia de la vida resucitada. A Cristo el Señor sea el poder y la gloria, la alabanza y el honor por los siglos.
     Celebremos, pues la Solemnidad del Corpus Christi en toda la diócesis, como el momento supremo de manifestación pública de nuestra fe. Que la preparación intensa y dedicada de la fiesta, así como la celebración eucarística de esta solemnidad y, de modo especial, la procesión por las calles, llene de gozo nuestros corazones y haga patente al mundo la fuerza de nuestro amor al Señor.
Pido a todos los sacerdotes, especialmente a los Vicarios episcopales, a los arciprestes y a los párrocos, un esfuerzo mayor que otras veces para disponer los actos necesarios de esta solemne celebración y que todos los fieles laicos, consagrados y religiosos, asociaciones, movimientos, cofradías, instituciones benéficas, etc. – puedan sumarse activamente a esta manifestación de fe Jubilar.
Conviene disponer con anterioridad como preparación días de adoración eucarística en las parroquias, conventos, oratorios y colegios. Es también oportuno ofrecer algunas meditaciones o charlas que ayuden a profundizar el misterio que celebramos, así como cualquier otro acto cultural– literario o musical – que disponga los corazones y motive la fiesta.
La procesión del Corpus es esperada siempre por el pueblo fiel: es necesario, una vez determinado el horario de cada ciudad, facilitar la participación en la procesión disponiendo los horarios de las misas, de modo que prevalezca aquello que facilite hacerse presente en ella, disponiendo, si fuera necesario, de otros horarios de misas para que, participando en la procesión, sea fácil participar también en diferentes horas en la Santa Misa.
Espero que todas las Hermandades y Cofradías sin excepción estén presentes y se esmeren en la preparación y desarrollo de estos actos – como suelen hacer ya –, facilitando con su trabajo generoso la participación en esta significativa manifestación de fe popular.
Hago una llamada a todos los niños que han recibido este año la Primera Comunión a acompañar a Jesús Sacramentado mostrando agradecidos su fe y afecto al Señor en la eucaristía. Así mismo pido a los numerosos jóvenes y adultos que han recibido la Confirmación – especialmente durante este curso – que participen también, como una acción de gracias por el sacramento recibido y un signo de su compromiso público, haciendo público su propósito de perseverar unidos a Cristo a la eucaristía.
Es mi deseo también que las asociaciones de fieles y los religiosos dispongan altares en el recorrido de la procesión mostrando con sencillez su fervor y deseo de alabar al Señor. Hago una llamada especial a los colegios religiosos para que no falte su presencia, así como la de sus alumnos y asociaciones de padres o comunidad educativa.
Después de la Solemnidad. Es una costumbre extendida en no pocos lugares celebrar el popularmente llamado “el Corpus chiquito”, que suele tener lugar en la octava en el recinto parroquial, con una breve procesión claustral después de la misa. Animo a sacerdotes y fieles a llevarlo a cabo este año, en la medida de lo posible, como una prolongación gustosa de la anterior manifestación eucarística y como una nueva acción de gracias a Dios en este Año Jubilar.
Día de la Caridad
     Como propuse en mi Carta Pastoral al inicio del jubileo diocesano, “el afecto extraordinario del Señor para con nosotros ha de expresarse, por tanto, en signos de la caridad que nos confirma en la f ey nos hace un signo de esperanza. (…)La caridad, por tanto, sigue siendo una propuesta actual que nos permite mostrarla profundidad del amor y el valor de la fe en este momento histórico en el que es difícil para las personas reconocerse y encontrar un camino hacia el futuro. La acogida de Dios engendra la acogida del otro en todas sus dimensiones, expresiones y exigencias, y, así la Iglesia puede ser faro para una humanidad renovada y contribuir a la llegada de la “civilización del amor”. La caridad debe marcar nuestro jubileo para socorrer a los menesterosos y hacer caritativos nuestros corazones”.
     Tengo la satisfacción de ver hecho realidad, como fruto de nuestro jubileo, la apertura del Centro de Acogida Madre Teresa para transeúntes en San Fernando. Ahora tenemos la oportunidad de colaborar con la Agencia de Colocación, un servicio de nuestra Cáritas Diocesana, con el objetivo de mediar entre las empresas y los particulares castigados por el problema del paro para encontrar empleo. Un paso más en la fiesta del Corpus, día señalado para la comunicación cristiana de bienes en favor de los necesitados, y mostrar con la cuestación económica de Cáritas Diocesana un signo de caridad en consonancia con nuestro amor al Señor expresado en la eucaristía.
     Celebremos, pues, el Corpus con toda intensidad, devoción y participación generosa. La Iglesia, que somos nosotros en Cristo, debe renacer en las almas día tras día, arraigados en el Señor. En este Año Santo es decisivo volver al Cenáculo, lugar eucarístico por excelencia, para fortalecer nuestra fe y salir al encuentro del mundo cantando las maravillas que Dios ha hecho en nosotros y dando testimonio de Cristo Resucitado. En la Solemnidad del Corpus Christi tenemos una inmejorable oportunidad de hacerlo. Cuento con vosotros. Que se afiance en todos nosotros la relación con Dios y con el prójimo fortaleciendo nuestro testimonio y compromiso como Pueblo de Dios unido, familia de los hijos de Dios y Cuerpo de Cristo presente en el mundo. En el encontramos la fuerza de la comunión que vigoriza la unidad. ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!.

+Rafael - Obispo de Cádiz y Ceuta