TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

jueves, 12 de agosto de 2021

(Mt 18,4)

 

AGOSTO 2021

«Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4).

 

     ¿Quién es el más grande, el más poderoso, el ganador en la sociedad, en la Iglesia, en la política o en el mercado? Esta pregunta sobrevuela las relaciones, marca decisiones y determina estrategias. Es la lógica dominante a la que recurrimos -aun sin darnos cuenta-, quizá con el deseo de asegurar resultados positivos y eficientes a quienes tenemos alrededor.

     Aquí el Evangelio de Mateo nos presenta a los discípulos de Jesús que, después de haber acogido el anuncio del Reino de los Cielos, quieren saber los requisitos para ser protagonistas del nuevo pueblo de Dios: «¿Quién es el más grande?» Por toda respuesta, Jesús tiene uno de sus gestos imprevisibles: pone a un niño en medio de la gente. Y acompaña este gesto con palabras inequívocas:

«Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos».

 

    A la mentalidad competitiva y autosuficiente, Jesús contrapone el elemento más débil de la sociedad, que no tiene tareas que defender ni de las que presumir; aquel que es dependiente en todo y confía espontáneamente en la ayuda de otros. Pero no se trata de aceptar una actitud pasiva y renunciar a ser propositivos y responsables, sino más bien de cumplir un acto de voluntad y de libertad. Lo que Jesús pide es que nos hagamos pequeños, reclama intención y esfuerzo para invertir decididamente el rumbo.

«Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos».

 

     Así es como Chiara Lubich profundizó en las características del niño evangélico: «[…] a su padre y a su madre: cree en su amor. […] El cristiano auténtico, como el niño, cree en el amor de Dios, se arroja en brazos del padre celestial, pone en Él una confianza ilimitada. [...] Los niños dependen en todo de sus padres [...]. También nosotros, “niños evangélicos”; dependemos en todo del Padre: [...] sabe lo que necesitamos antes incluso de que se lo pidamos, y nos lo da. Ni siquiera el reino de Dios se conquista, sino que se acoge como un don de las manos del Padre». Chiara subraya además que el niño se entrega totalmente a su padre y lo aprende todo de él. Del mismo modo, «el "niño evangélico" lo deja todo en la misericordia de Dios y, olvidando el pasado, empieza cada día una vida nueva, abierto a las sugerencias del Espíritu siempre creativo. El niño no sabe aprender a hablar por sí solo; necesita que alguien le enseñe. El discípulo de Jesús […] lo aprende todo de la Palabra de Dios hasta hablar y vivir según el Evangelio». El niño es muy dado a imitar a su padre. «Del mismo modo, el "niño evangélico" [...] ama a todos, porque el Padre "hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos" (Mt 5, 45); es el primero en amar porque Él nos amó cuando aún éramos pecadores; ama gratuitamente, sin interés, porque así lo hace el Padre celestial»[1].

«Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos».

 

     En Colombia, Vicente y su familia han pasado por la prueba de la pandemia, con un régimen de cuarentena muy estricto. Escribe: «Cuando comenzó el toque de queda, el día a día cambió de golpe. Mi mujer y nuestros dos hijos mayores tenían que preparar exámenes de la universidad, y el pequeño no se acostumbraba a estudiar a distancia. Nadie en casa tenía tiempo para preocuparse del otro. Viendo este caos a punto de estallar, comprendí que era una oportunidad para encarnar el arte de amar en nuestra "nueva vida" del Evangelio. Me puse a recoger la cocina, preparar el almuerzo y organizar las comidas. No soy un cocinero experto ni tampoco muy bueno haciendo la limpieza, pero entendía que esto podía ayudar a reducir la ansiedad. Lo que comenzó como un acto de amor puntual se alargó durante meses. Una vez terminadas sus tareas, los demás miembros de la familia se ocuparon de la limpieza, de la ropa y de la- casa. Juntos hemos visto que las palabras del Evangelio son verdaderas y que el amor creativo sugiere cómo poner orden en todo lo demás».

Leticia Magri



[1] C. LUBICH, Palabra de vida de octubre de 2003: Ciudad Nueva n. 402 (2003/10), p. 22. 


LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA JIENENSE IMPONE A LA PATRONA DE BAEZA SU MAYOR INSIGNIA



    La Parroquia de Santa María del Alcázar y San Andrés Apóstol, Patronos de Baeza, acogió en la noche del 5 de agosto otra jornada para el recuerdo de la iglesia de Baeza con la celebración de la vigilia extraordinaria de las secciones locales de ANFE y ANE en honor a Santa María del Alcázar, Excelsa Patrona de la ciudad de Baeza.

     Y es que, como marca el orden de cultos de la ciudad, en la noche de vísperas al comienzo de la novena, los adoradores de la ciudad se reúnen en torno a Jesús Sacramentado, para en presencia de María, orar cual centinelas de la noche por las necesidades de la iglesia y del mundo.

     La celebración, fue presidida por el Rvdo. Sr. D. Domingo Antonio Pérez Fernández, Párroco de San Andrés, Capellán de la Archicofradía y Capellán del turno “Virgen del Alcázar”, concelebrando el Rvdo. Sr. D. Manuel Jesús Casado Mena, Párroco de Porcuna. En dicha vigilia, estuvo presente la Sra. Presidenta diocesana de ANFE, el Vicepresidente diocesano de ANE, los consejos locales de ANFE y ANE con sus presidentes a la cabeza, las secciones de ANE de Porcuna y Torreperogil, Tarsicios, la Agrupación de Cofradías y Hermandades de Baeza, representantes del consejo parroquial de San Andrés y una amplia representación de la Real Archicofradía de Santa María del Alcázar y San Andrés Apóstol…

     El momento esperado de la celebración, llegaría en la acción de gracias, cuando el Sr. Presidente de la sección de Baeza D. Ramón Fernández Checa, proclamó unas emotivas palabras hacía Santa María del Alcázar agradeciendo la maternal protección de la Patrona de Baeza sobre la Adoración Nocturna Española durante estos 134 años de existencia. Acto seguido, el secretario en funciones de la sección, D. José Garrido Montes, daría lectura del acta del 7 de julio de 2021, donde el consejo local de la Adoración Nocturna de Baeza, aprobó por unanimidad, el nombramiento oficial de Santa María del Alcázar como madrina de la sección de la Adoración Nocturna Española de Baeza y la concesión de su insignia, otorgándole la condecoración con distintivo rojo, al tratarse esta institución de un movimiento seglar, siendo así el Sr. Presidente, la máxima autoridad del mismo. De igual forma, manifestó que dichos acuerdos fueron trasladados al Sr. Presidente nacional, obteniendo su plácet y comunicando el mismo a la sección que la imagen de Nuestra Señora del Alcázar, pasa a ser la primera imagen de María Santísima a nivel nacional en recibir esta condecoración por parte de esta centenaria institución.

     La insignia, ofrecida por el adorador D. Ginés López López, abanderado de la sección, fue bendecida por el Párroco, trasladándose acto seguido la comitiva al camarín de la Reina de Baeza, donde el Sr. Presidente de la sección, D. Ramón Fernández Checa, impondría dicha insignia entre emociones y la atenta mirada de Santa María del Alcázar. Mientras tanto, en el templo, los adoradores presenciaban este histórico momento cantando todos unidos en una sola voz el himno eucarístico: “cantemos al amor de los amores” finalizando con un fuerte aplauso e incesantes vivas a María Santísima. De esta manera, la sección de Baeza de la Adoración Nocturna Española selló su filial amor a María Santísima, renovando así el compromiso adquirido el 26 de marzo de 1949, cuando se restauró el turno tras la contienda civil, siendo Director Espiritual el Rvdo. Sr. D. Antonio Fuentes Nuño y Presidente D. Matías Chiclana Salazar, instaurándolo bajo el nombre: turno “Virgen del Alcázar” para que la misma ejerciera su maternal protección.

     Continuó la celebración, con la exposición del Santísimo Sacramento y el turno de vela, donde se sucedieron oraciones y salmos, culminando con la bendición y el canto de la salve a la Santísima Virgen.

 



sábado, 7 de agosto de 2021

DEL BLOG DEL OBISPO

Nuestro amor a María llega al corazón de Dios



  Durante el verano se celebran muchas fiestas dedicadas a la Virgen María, o visitaremos algún santuario. María nunca nos deja solos, siempre está con nosotros, a nuestro lado, porque es la Madre de Cristo y de la Iglesia y Jesús nos ha confiado a ella. Ella lucha a nuestro lado en las dificultades y siempre nos lleva al Señor. Pero debemos invocarla.

 Hay muchos jóvenes que cuando aprenden a rezar el Rosario les acompaña durante el día, y avanzan en su fe porque viven así en presencia de Dios. Muchas personas lo rezan al levantarse o al acostarse, otros mientras viajan en coche o en autobús desplazándose a trabajar, otros en su parroquia o comunidad. Os invito, por tanto, a perseverar y a rezarlo unidos y constantes. Hay familias que lo rezan juntos, pero tendrían que hacerlo muchas más. Deberían iniciarse aún otros muchos, de modo que rezando juntos estuviese presente siempre la oración en sus casas. Y se debería rezar en todas las parroquias, antes o después de alguna misa concurrida.  Nuestro amor a la Virgen llega al Corazón de Cristo, pero, sobre todo, se transforma en tantas bendiciones con las que Dios nos hace crecer en gozo y en paz.

   “Quien predica a Dios que sea hombre de Dios”, se solía decir. La Virgen nos invita a hacerlo desgranando cada misterio del rosario para compenetrarnos más y más con ella que sigue en todo al Señor; nos anima a meditar estas cosas y rumiarlas en el silencio del diálogo con Dios; va por delante de nosotros aceptando la voluntad de Dios y animándonos, como en las bodas de Caná de Galilea: haced lo que Él os diga”.