TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 31 de mayo de 2020

DOMINGO 31 DE MAYO DE 2020, PASCUA DE PENTECOSTÉS - DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR

«PAZ A VOSOTROS… RECIBID EL ESPÍRITU SANTO»


     El Espíritu Santo el gran desconocido, es el don del Resucitado que tiene como misión formar en nosotros los sentimientos de Cristo.
       En el domingo de Pentecostés la Iglesia se manifiesta como una santa católica y apostólica. No hay evangelización si no somos enviados por el Espíritu Santo desde la intimidad del cenáculo para la vida del mundo. Sin intimidad con Cristo Eucaristía no puede haber fecundidad. Sin la reconciliación, sin el Espíritu Santo que nos envía el Resucitado para sembrar la paz del corazón, no se puede dar sin el perdón de los pecados.
       Siempre que Jesús habla de sed, de agua viva, de fuente, de manantial no está lejos el Señor y dador de vida. Siempre la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, se nos ofrece a través de sus dones y de sus frutos como el artífice de la santidad. San Juan siempre que presenta al Espíritu Santo nos habla de la profunda humildad de Jesús que tiene un Corazón manso y humilde y que ha sido formado en las entrañas purísimas de la Virgen por obra y gracia del Espíritu Santo. Es el Corazón de Jesús que en la fiesta de los tabernáculos grita sacerdotalmente, quien tenga sed que venga a mí y beba y de sus entrañas brotaran torrentes de agua viva y matiza Jn 7, que se refería al Espíritu Santo que actúa en los cristianos. Actúa por la gracia en el corazón de todos los bautizados.
       San Agustín decía contemplando la Trinidad que el Padre es el Amante, el Hijo es el Amado y el Espíritu Santo es el Amor.
     Pentecostés era la fiesta para los israelitas de la cosecha. La gran cosecha del Resucitado, sembrado con lágrimas en la Pasión, ha dado como fruto de cosecha del Espíritu Santo que tiene como misión, el conducirnos a lo mismo que condujo a Jesús y que es la santidad


+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España


sábado, 30 de mayo de 2020

DEL BLOG DEL OBISPO

EN LA PASCUA DE PENTECOSTÉS, DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA Y  DEL APOSTOLADO SEGLAR


     El Domingo de Pentecostés se celebra el Día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar, como todos los años, bajo el lema: “Hacia un renovado Pentecostés”. Por el bautismo recibido y la confirmación, el Señor mismo ha encomendado al laico que tome parte en la misión salvadora de la Iglesia (cf. Lumen Gentium, 33), convirtiéndose en discípulo misionero (cf. Mt 28, 19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de formación de su fe, es un evangelizador que debe dar testimonio de Cristo con su vida en su familia, en su ámbito social y profesional y donde quiera que esté. Esta convicción se convierte en una llamada dirigida a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización.
     Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; somos siempre “discípulos misioneros” (Evangelii Gaudium, n. 120) —nos recuerda siempre el Papa Francisco—. Quien ha hecho la experiencia del amor de Dios que lo salva, comprende fácilmente que ha de anunciarlo a los demás. Encontrará gran apoyo para hacerlo en las formas asociadas de apostolado dentro de la Iglesia.
     Los laicos han adquirido un protagonismo especial, sobre todo a partir de la renovación del Concilio Vaticano II. Se dice que la Iglesia está viviendo el siglo de los laicos, que día a día asumen con más decisión y compromiso su vocación y misión en el mundo. No obstante aun nos falta mucho por avanzar. Pues bien, vivamos “un renovado Pentecostés” en esta hora de la historia donde las nuevas situaciones nos reclaman con fuerza particular. Si no comprometerse es siempre inaceptable hoy lo hace especialmente culpable. “A nadie le es lícito permanecer ocioso (cf. Christi Fideles Laici, n.3)  […]

sábado, 23 de mayo de 2020

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA

MAYO: DESDE EL CUARTO DE GUARDIA

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar


LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

1º marco para esta noche de mayo.

     Pasar la vigilia en presencia de Dios. Dios está aquí No venimos a estar en el templo, ni ante los altares ni ante los retablos, Los adoradores nocturnos –hombres y mujeres- venimos a estar con nuestro Dios y Señor. Una gran poetisa católica lo expresó así:

Enséñame a callar de veras, hacia dentro
a asomarme al vacío donde pueda escucharte.
A despojarme pronto de esta envoltura inerte
que me oculta y te esconde en una red sin fin
de inútiles palabras….
Enséñame a callar y a entenderte en lo hondo
y que nazca tu luz, Señor, en mi silencio.

(ERNESTINA DE CHAMPOURCIN, Presencia a oscuras)

2º una oración jaculatoria  al espíritu santo, para que nos encienda en amores.

     Nada podemos nosotros. Pero el Señor Jesús nos anunció: “el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis lo que yo os he enseñado y os lo explicará todo” Jn14, 25). Pidámoselo confiados:

Accende lumen sensibus,
infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.
Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra frágil carne.

3º un texto de un santo o de la iglesia que nos inicie en la oración meditativa.

     Hoy os propongo para vuestra lectura meditativa dos textos refundidos en uno de SAN RAFAEL ARNÁIZ, extraídos de sus Obras completas. El primero gira en torno  a la idea central “Fuera de Dios, nada hay” y al medio para encontrarlo: el silencio, “ese silencio que rumia amores y esperanzas”. “El silencio del que quiere mucho, mucho y no sabe qué decir, ni qué pensar, ni qué desear, ni qué hacer.  Sólo Dios allá adentro, muy calladito,… esperando.”
     La Adoración nocturna es mucho más que cumplir un compromiso personal piadoso. El adorador necesita como requisito en su vida interior haber descubierto que Dios constituye el centro de su vida. El teresiano “sólo Dios basta” cultivado en encuentros personales de amistad. Toda la vigilia es un encuentro privado con el Señor. El amor hacia Él debe estar aun cuando recitemos en coro los salmos u otras oraciones. Pronunciamos palabras pero si nos mueve el amor y no nos distraemos sino que estamos en lo que decimos, qué curioso, es un modo de silencio. Cuánto más en la media hora de meditación silenciosa. Si no se nos ocurren ideas, dedica tu silencio a quererle. Mírale, sabiendo que Él te mira.”
     El segundo texto es una comparación con el ciervo sediento. Nuestro Dios se ha encarnado, Cristo colma nuestros anhelos y nuestra sed.

 De las Obras completas de San Rafael Arnaiz.

     “Dios y siempre Dios; ni el corazón acaba de hartarse ni el alma encuentra sosiego fuera de Dios.
     Nada te dicen los hombres; nada encuentras en los libros, sólo en el silencio de todo y de todos.  En ese silencio que ni el pensamiento se atreve a turbar, en ese silencio que rumia amores y esperanzas, solamente ahí se puede vivir.
     Fuera, todo es ruido, barullo.  Fuera de Dios, nada hay.  La paz sólo está en Dios y Dios vive en el alma de sus amigos y mientras no busquemos a Dios en el silencio y la oración, mientras no nos estemos quietos…, no hallaremos paz ni encontraremos a Dios.
     Solamente en el silencio se puede vivir pero no en el silencio de palabras y de obras…, no; es otra cosa muy difícil de explicar.  Es el silencio del que quiere mucho, mucho y no sabe qué decir, ni qué pensar, ni qué desear, ni qué hacer.  Sólo Dios allá adentro, muy calladito,… esperando.
     Pobre alma que sufres; ¿buscas descanso? En nada ni en nadie lo hallarás.  Cállate un poquito, busca un sitio de tu alma, muy oculto, muy silencioso y en él pon un poco de amor a Jesús; y ya verás; ni penas ni alegrías turbarán tu paz y aun la espera se hará dulce.  ¿Por qué he de perderme en vanas palabras que nada pueden decir?
         Todo, todo se arregla mirando a Jesús…
     El ciervo con sed es el animal acosado por los cazadores.  Su sed le viene de su continuo correr por los montes, los riscos y las breñas. Busca con locura la fuente escondida donde sabe, hallará descanso a su fatiga y el agua que templará sus ardores.  El ciervo sediento es ciervo que huye…
     El alma con ansias del cielo es alma que ve sus flaquezas; el hombre que busca la fuente de Cristo es que está sediento, y la sed es de hombres y no de ángeles.
     Bien sabe el Señor que, cuando más débil me siento, cuando más lucho con la materia que tira hacia abajo, cuando el corazón se ve sujeto a tantas cosas y mi alma sufre con un dolor más humano que divino, entonces es cuando arrodillado delante del Sagrario y en silencio de la noche, gimo y lloro como el ciervo sediento.
     Entonces es cuando veo que sólo en Cristo se haya descanso. Entonces notamos que el amor que le tenemos es débil y flojo, es la centellica que apenas llamea. Vemos nuestra nada y nuestra pequeñez,  y que lo que no es mentira ni engaño, lo que es amor verdadero y felicidad perfecta, Lo que únicamente puede apagar nuestra sed... Cristo.”

Preguntas para el diálogo y la meditación.

   Cuando recitamos los salmos, por ejemplo, ¿qué debemos acallar para que nuestra oración se convierta en encuentro de alabanza y amistad con el Señor?

   ¿Por qué Don Luis de Trelles recomendaba a sus consocios, como llamaba a los adoradores, a contemplar a Cristo en la Eucaristía como se representa en la imagen del Corazón de Jesús, mostrando sus llagas y su corazón traspasado? ¿No será porque nos ayuda a descubrir, que en la Adoración Nocturna no venimos a soltar rezos y ya está, sino a amar a quien nos ama con locura?


   El barullo nos ensordece, el mundo nos ofrece mil deleites que no colman nuestra sed, ¿No será que sólo en Cristo se esclarece el misterio del hombre?

DOMINGO 24 DE MAYO DE 2020, 7º DE PASCUA

« ID, Y HACED DISCÍPULOS A TODOS LOS PUEBLOS… »


     La gran tentación del corazón humano es pensar que Dios está lejos y que se aleja de nosotros muchas veces, sobre todo cuando lo pasamos mal. La Ascensión del Señor cuando no se profundiza, se queda en una especie de despedida donde el Señor se va y nos ha quedado aquí en la intemperie.
     La Ascensión es que el Verbo se sitúa con su humanidad en el corazón de la Trinidad. Ahora está más cerca de nosotros que nunca. Mas intimo que nuestra propia intimidad decía San Agustín. La Ascensión culmina lo que ha repetido una y otra vez Juan de ser elevado, ser glorificado... cuando yo sea elevado en lo alto lo atraeré a todos hacia mí. El Señor ha sido elevado en la crucifixión, en la Resurrección y en la Ascensión. Todo forma parte del plan del Padre, su proyecto de Amor es ser elevado porque antes ha buscado el abajamiento, la Kénosis, la humillación.
     El ascendió a los cielos junto al Padre. Ha ido a prepararnos una morada para vivir eternamente en su casa, en su intimidad. La Ascensión no es lejanía, no es subida, sino un deseo cumplido de la Trinidad para que nuestros corazones sean inhabitados. Es una autentica Presencia que recrea y enamora porque el Señor se ha quedado con nosotros en la presencia eucarística, en la Iglesia, en los que sufren... hasta el final de los tiempos. Elevado en la Ascensión al cielo es para estar más cerca de los que peregrinamos en la tierra. Lo encontramos en los sacramentos y la oración vividos en fe en esperanza y caridad.
     Vivamos siempre lo que el Evangelio nos alienta a vivir en este tiempo, contemplando al Corazón Vivo de Jesús donde su humanidad ha quedado en la Trinidad. El Verbo se hizo carne y ha subido con su corazón de carne a lo más profundo del cielo en la vida trinitaria.

  
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España


domingo, 17 de mayo de 2020

(Jn 15,3)

MAYO 2020

«Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado» (Jn 15,3).

     Después de la última cena con los apóstoles, Jesús sale del Cenáculo y se encamina al Monte de los Olivos. Lo acompañan los Once: Judas Iscariote ya se ha ido, y pronto lo traicionará.
     Es un momento dramático y solemne. Jesús pronuncia un largo discurso de despedida: quiere decir cosas importantes a los suyos, entregarles palabras que no olviden.
     Sus apóstoles son judíos, conocen las Escrituras, y a ellos les recuerda una imagen muy familiar: la planta de la vid, que en los textos sagrados representa al pueblo hebreo, objeto de preocupación de Dios como su labrador atento y experto. Ahora el propio Jesús (cf. Jn 15, 1-2) habla de sí mismo como vid que transmite la savia vital del amor del Padre a sus discípulos. Y ellos deben preocuparse sobre todo de permanecer unidos a Él.
«Nosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado».

     Un modo de permanecer unidos a Jesús es acoger su Palabra. Esta permite a Dios entrar en nuestro corazón para «purificarlo», es decir, limpiarlo del egoísmo y hacerlo apto para dar frutos abundantes y de calidad.
     El Padre nos ama y sabe mejor que nosotros qué nos hace ligeros y libres para caminar sin el peso inútil de nuestros apegos, de juicios negativos, del buscar con afán nuestro interés, de hacernos la ilusión de tener todo y a todos bajo control. En nuestro corazón también hay aspiraciones y proyectos positivos, pero que podrían ocupar el lugar de Dios y hacernos perder el arrojo generoso de la vida evangélica. Por ello Él interviene en nuestra vida a través de las circunstancias y permite a veces experiencias dolorosas, tras las cuales se esconde siempre su mirada de amor.
     Y el fruto sabroso que el Evangelio promete a quienes se dejan escamondar por el amor de Dios es la plenitud de la alegría[1]. Una alegría especial que florece también entre lágrimas desborda del corazón e inunda el terreno circundante. Es un pequeño anticipo de la resurrección.
«Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado».

     Vivir la Palabra nos hace salir de nosotros mismos e ir con amor al encuentro de los hermanos, comenzando por los más cercanos: en nuestras ciudades, en la familia, en el entorno en que vivimos. Es una amistad que se transforma en una red de relaciones positivas y que tiende a hacer realidad el mandamiento del amor recíproco, que construye la fraternidad.
     Meditando en esta frase del Evangelio, escribe Chiara Lubich: «Entonces, ¿cómo vivir para merecer también nosotros el elogio de Jesús? Poniendo en práctica cada Palabra de Dios, nutriéndonos de ella a cada instante, haciendo de nuestra existencia una obra de reevangelización continua. Para llegar a tener los mismos pensamientos y sentimientos de Jesús, para revivirlo en el mundo, para mostrar, a una sociedad atrapada con frecuencia en el mal y en el pecado, la divina pureza, la transparencia que da el Evangelio.
     Además, durante este mes, si es posible (si los demás comparten nuestras intenciones), procuremos poner en práctica en particular esa palabra que expresa el mandamiento del amor recíproco. Pues para el evangelista Juan [...] hay un vínculo entre la Palabra de Cristo y el mandamiento nuevo. Según él, en el amor recíproco es donde se vive la palabra con sus efectos de purificación, de santidad, de impecabilidad, de fruto, de cercanía con Dios. El individuo aislado es incapaz de resistirse largo tiempo a las incitaciones del mundo, y en cambio en el amor mutuo encuentra el ambiente sano capaz de proteger su existencia cristiana auténtica»[2].

Leticia Magri



[1] Cf. Jn 15, 11.
[2] C. LUBICH, Palabra de vida, mayo de 1982, en Palabras de vida (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020 (próxima publicación).

DOMINGO 17 DE MAYO DE 2020, 6º DE PASCUA

«YO PEDIRÉ AL PADRE QUE OS DÉ OTRO DEFENSOR» 


     Todos los textos de la Palabra de Dios hablan del Espíritu Santo. Ese gran desconocido. Esa presencia humilde, como tercera persona de la Santísima Trinidad,  tiene como misión formar en nosotros los sentimientos de Cristo. Siempre el Espíritu Santo como persona divina enviada es para hacer nacer, o hacer presente a Jesús en esta tierra. Descendió sobre el seno purísimo de la Virgen y nació Jesús, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Descendió en el cenáculo con María orando con los apóstoles y nació el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Todo lo que toca el Espíritu Santo es para que Jesús viva en nosotros y en una humanidad sedienta del Agua viva.
     Juan nos habla abiertamente de otro Paráclito, otro intercesor, otro abogado contra el que nos acusaba de noche y de día. Lo mismo que la misión del diablo es acusar y destruir. Siempre dividiendo la obra de Dios. Es propio del Espíritu Santo la unión y la comunión. Nos defiende del acusador y nos libra de nuestros enemigos.
     Jesús también se nos presenta como abogado nuestro. Al hablarnos de darnos otro abogado, se muestra Él también como abogado defensor, e intercesor delante del Padre a favor nuestro. La Unión de la Trinidad está reflejada aquí en cuanto que el Espíritu Santo nos conduce para cumplir la voluntad del Padre, lo mismo que condujo a Jesús al desierto de la oración, para ser buena noticia para los que sufren y a la cruz y la resurrección. Si el Espíritu Santo nos condujera a lo que no condujo a Jesús, seria del Tentador y padre de la mentira.
     Jesús muerto en la carne ha sido vivificado por el Espíritu. Como dice la carta a los Hebreos de Jesús, que se ofreció en la cruz con un Espíritu eterno. Ahora preparándonos para el gran fruto de la Pascua, que es Pentecostés y el gran don del Corazón de Jesús, que es el Espíritu Santo. Vivamos con la confianza de que con sus dones alcanzaremos la santidad, que es vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo.


+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España



sábado, 16 de mayo de 2020

PASCUA DEL ENFERMO


          MENSAJE DE NUESTRO OBISPO, MONS. RAFAEL ZORNOZA CON OCASIÓN DE LA PASCUA DEL ENFERMO:


sábado, 9 de mayo de 2020

DOMINGO 10 DE MAYO DE 2020, 5º DE PASCUA

«YO SOY EL CAMINO Y LA VERDAD Y LA VIDA»


     Jesús nos sigue revelando en plenitud el misterio de la Trinidad, donde el Amor del Padre es el artífice de la Redención, muerte y resurrección de Cristo para la vida del mundo.
     Será el Espíritu Santo Señor y dador de vida, el que enviado por el Hijo desde el seno del Padre, tendrá como misión suscitar en nosotros los sentimientos de Cristo, la evangelización de los pobres.
     Hoy el evangelio de Juan nos dice que Jesús es el camino de la vida Verdadera. No hay que buscar otros caminos ni atajos. Viviendo por Cristo, con El, y en El, descubrimos que todos quienes han visto a Jesús se han encontrado con el Padre. La conocida meditación de San Ignacio de Loyola, en la segunda semana de Ejercicios espirituales, nos presenta a la Trinidad contemplando un mundo necesitado de Redención y diciendo el Padre en plural, háganos redención y el Verbo se encarna, el Hijo amado del Padre... por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajo del cielo. Desde que comenzamos la cuaresma con el miércoles de ceniza, camino hacia el Corazón de la redención, que es el Triduo pascual y en estos momentos de las cincuentena pascual, la Trinidad sigue apareciendo e invitándonos a conocer en profundidad el misterio del Amor de Dios, revelado en Jesucristo muerto y resucitado, vivo para siempre en la Eucaristía.
     Aparece también la paciencia de Jesús con sus apóstoles y discípulos que no se enteran, como nos ocurre a nosotros, de la incondicionalidad de su Amor. La paciencia es esencial en la vida cristiana y en la evangelización. Como repetía el Hermano Rafael, toda la ciencia consiste en saber esperar. Cuanta paciencia derrocha el Señor con los suyos, a los cuales les está explicando una y otra vez sus grandes misterios, en favor suyo y no se enteran... muéstranos al Padre y nos basta. Y el Señor con paciencia escucha y sigue sembrando. El papa Francisco repite continuamente para todos los formadores y educadores la necesidad de una dosis inmensa de paciencia,  porque cuando creemos que todo está perdido, el Señor nos sorprende con frutos de nuestra siembra en los corazones, que nos recuerda lo del salmo... los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
     Avanzamos con el Padre hacia Pentecostés. El fruto que nos ha conseguido con su muerte y resurrección el Señor ha sido el Espíritu Santo. Comienza cada vez más a salir en el Evangelio y recogido en muchos textos litúrgicos, el Espíritu Santo que a través de Jesús se va revelando su profunda identidad trinitaria. Es una gozada descubrir como a través de sus siete dones y de sus frutos, especialmente el amor, la paz y la alegría, el Espíritu Santo como Maestro interior, va formando en nosotros una sabiduría y una fuerza para testimoniar ante el mundo el Amor de Dios que vence nuestros miedos y dificultades.


+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España


“VENID Y VAMOS TODOS …CON FLORES A MARÍA”


     El amor, el homenaje y la veneración que se dan a la Virgen María se manifiestan con prácticas diversas que llamamos "devociones". Es en el mes de mayo, el mes de las flores, dedicado tradicionalmente a la Madre del Salvador, cuando intensificamos estas devociones marianas. Se trata del afecto, la predilección y reverencia que le tributamos por ser la obra maestra de la creación, la llena de gracia que, también, es madre nuestra.
     La devoción a María es una amorosa y confiada entrega a quien, por su excelsa dignidad y misión, sabemos nos ama y protege.
     El Concilio Vaticano II nos describe la naturaleza y el fundamento del culto y devoción a la Santísima Virgen: "Por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial" (Lumen Gentium, 66).
     Este "culto especial" consiste en la veneración, el amor, la invocación y la imitación.El mes de Mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados”  (Beato Juan XXIII pp)


Salve, Madre, en la tierra de tus amores
te saludan los cantos que alza el amor.
Reina de nuestras almas, flor de las flores,
muestra aquí de tu gloria los resplandores;
que en el cielo tan sólo te aman mejor...

Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare,
tú no te olvides de mí.


 Hino del Congreso Mariano Hispano-Americano en Sevilla el año 1929.
Fray Restituto del Valle, O.S.A.- Eduardo Torres, maestro de capilla Catedral


sábado, 2 de mayo de 2020

DOMINGO 3 DE MAYO DE 2020, 4º DE PASCUA - JORNADA MUNDIAL POR LAS VOCACIONES

«YO SOY LA PUERTA: QUIEN ENTRE POR MÍ SE SALVARÁ»


     Éste cuarto domingo de Pascua, llamado del Buen Pastor, nos lanza a mirar al Resucitado que vive para cuidarnos, para cuidar a sus ovejas. ¿Cómo nos cuida el Pastor bueno, el Pastor hermoso que habla Juan?
     Dando la vida por cada una de sus ovejas. También las alejadas y las ovejas descarriadas que no son tan pocas. No escatima el Señor esfuerzo para que llevándonos junto a su Corazón, descubramos que su ternura y su misericordia es nuestra salvación... si llevas cuenta de los delitos Señor, quien podrá resistir, pero de ti procede el perdón e infundes respeto, nos recuerda el salmo. El Buen Pastor nos atrae con lazos de Amor. No le va pegando puntapiés a la oveja hasta que vuelva...porque quien le gustaría vivir al lado de quien no nos trata bien y que no nos demuestra su amor incondicional.
     Nos salva el Pastor de corazón hermoso de nuestras estupideces y torpezas. Habrá pocos animales tan torpes para volver y tan poco espabilados para ser presa fáciles de los lobos. Todos hemos escuchado a los pastores lo modorra que son las ovejas. Tan necesitadas de todo. Solo les salva que conocen la voz del Amo y son dóciles cuando descubren en quien confiar. Siempre son poco ágiles y nunca, como no se les ayude, no saben ni entrar ni salir. Necesitan siempre. Son frágiles y necesitadas de todo.
     El Buen Pastor nos salva de la perdición, porque Jesús es la puerta que conduce a la Verdadera vida. Jesús es pastor y pasto. Puerta y camino. Fuente y sediento. Es su Corazón la puerta estrecha, que Jesús habla para ir por el camino de la salvación. Los que la encuentran suelen ser los humildes y sencillos. Los autorreferenciales y los complicados no dan con ella. Es el misterio del Buen Pastor manso y humilde, que es la puerta de entrada del Reino y su carne inmolada, el pasto con que nos alimenta a los que vivimos en la intemperie de la vida.

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
                                                        Primado de España