Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
domingo, 23 de enero de 2022
REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
ENERO : SINODALIDAD – COMUNIÓN
Alabado sea el
Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN
NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
El camino de la sinodalidad es el camino
que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo
que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra
“Sínodo”. Caminar juntos -laicos, pastores, Obispo de Roma- es
un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en
práctica” (Francisco
17/10/2015). Con estas palabras el Papa nos anima en el
camino sinodal que hemos comenzado y que finalizará con la XVI Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos con el lema “Por una Iglesia sinodal:
comunión, participación y misión”.
El Hijo de Dios al hacerse hombre ha comenzado a caminar junto a nosotros y va a seguir caminando en su Iglesia a nuestro lado hasta que vuelva a establecer su Reino de amor. Nos ha hecho miembros de su cuerpo, unidos a Él que es la cabeza, para que seamos piedras vivas del Templo santo de Dios, (Jn 14,23) “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él”. Somos templos de la Trinidad, para que, por la acción del Espíritu Santo, tengamos los mismos sentimientos que Cristo, (Flp 2,5-11), que se anonadó hasta hacerse esclavo, caminando a nuestro lado para conseguirnos la redención. El perdón de los pecados y ser justificados ante Dios Padre, para que seamos un Pueblo Santo de sacerdotes, profetas y reyes, (1 P 2).
En la Eucaristía, sacrificio, alimento
y presencia, se ha quedado para que anunciemos su muerte, hasta
que vuelva (1Co 11,26). Su
permanencia sacramental, que es manifestación de su entrega de amor hasta el
extremo, para caminar a nuestro lado en medio de las vicisitudes
de este mundo.
El cristiano ha de ser eucarístico por
naturaleza y por tanto adorador de Aquel que camina a nuestro lado, para
que por la recepción del Cuerpo de Cristo y la propia ofrenda personal a la
ofrenda sacrificial de Cristo, nos hagamos uno con Él. Entonces
iniciaremos la “comunión” para que, la Iglesia sinodal, mostrando
a la humanidad, el amor misericordioso del Corazón de Jesús, que quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
¡Qué fin tan maravilloso el del adorador nocturno!, estar con Jesús Sacramentado uniéndonos a sus sentimientos de amor y reparación, y poder decir con Cristo, yo por ellos me consagro para que sean consagrados en la Verdad. Compartiendo el Cuerpo y la Sangre de Cristo somos congregados por el Espíritu Santo, y para que seamos víctima viva para alabanza de su gloria, de tal forma que seamos testigos de unidad.
Jesucristo desde la Eucaristía hace camino
sinodal con nosotros y realiza la comunión con cada uno en la
unidad de la Iglesia, manifestándose en la pluralidad de sus miembros, unidos
por el amor de su Corazón. El Pan de la Vida no se cambia en
nuestra naturaleza como los demás alimentos terrenales, sino que nos transforma
en Él, nos cristifica.
San Juan Crisóstomo lo afirma
explícitamente: “¿Qué es en realidad el
Pan? El Cuerpo de Cristo. ¿Qué se hacen los que comulgan? Cuerpo de Cristo” (Hom. sobre I Co 24), y San Cirilo de
Alejandría: “…porque el Verbo habita en nosotros, de modo divino, por
medio del Espíritu Santo, y de modo humano, por su carne y por su sangre” (Contra Nestorio,4)
De la misma manera lo
entendió y vivió el Venerable Luis de Trelles, que,
tras descubrir el tesoro de la Adoración Nocturna en Paris, no paró hasta
instaurarla en España, consciente de que, a través de la unión con Cristo, Pan
de Vida eterna, se realiza la verdadera sinodalidad y unidad dentro de la
Iglesia y como ejemplo de unidad ante la sociedad dividida por el pecado.
Jesús resucitado en el camino de Emaús, escucha nuestros problemas y abatimientos y a la vez nos enseña con la Escritura el sentido del sufrimiento, para transformarnos en el partir del Pan. Con Él, Camino, Verdad y Vida, seremos para los demás, sacramento de común unión, y mostraremos en el caminar diario el remedio ante un mundo divido por el príncipe de la mentira, que agoniza por falta de sentido en la vida, aparte del que él es El Camino, Verdad y Vida.
Preguntas para el diálogo y la meditación.
■ ¿Vivo la preparación del Sínodo con una mayor profundidad eucarística?
■ ¿Soy
elemento de comunión con las personas que trato cada día?
■ ¿Llevo
la presencia de Cristo a mis hermanos caminando con ellos, como Jesús con los
de Emaús?
Oración del Ángel a
los pastorcitos de Fátima:
« “¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo!
¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! “»
sábado, 15 de enero de 2022
(Mt 2, 2)
ENERO
2022
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido
a adorarlo» (Mt 2, 2).
Estas palabras, que solo recoge el
Evangelio de Mateo, las pronuncian unos «sabios» que han llegado desde
lejos a hacer una visita bastante misteriosa al niño Jesús. Es un grupo pequeño que
emprende un largo camino siguiendo una pequeña luz, en busca de una Luz más
grande, universal: el Rey que ya ha nacido y está presente en el mundo. De
ellos no sabemos más, pero este episodio está lleno de motivos para la
reflexión y la vida cristiana.
Ha sido elegido y
propuesto en este año por los cristianos de Oriente Próximo para celebrar la «Semana
de oración por la unidad de los cristianos»[1], una ocasión preciosa
para volver a ponemos en camino juntos, abiertos a la acogida recíproca, pero
sobre todo al designio de Dios de ser testigos de su amor para todas las
personas y pueblos de la tierra.
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».
Esto dicen los cristianos de Oriente
Próximo en el documento que acompaña a las propuestas para esta Semana de
Oración: «[…] la estrella que apareció en el cielo de Judea constituye un signo
de esperanza largamente esperado, que lleva a los Magos -y en ellos, en
realidad, a todos los pueblos de la tierra- al lugar donde se manifiesta el
verdadero Rey y Salvador. La estrella es un don, un signo de la presencia
amorosa de Dios para toda la humanidad. [...] Los Magos nos revelan la
unidad de todos los pueblos deseada por Dios. Viajan desde países
lejanos y representan culturas diversas, y sin embargo a todos los empuja el
deseo de ver y conocer al Rey recién nacido; se reúnen en la gruta de Belén
para honrarlo y ofrecerle sus regalos. Los cristianos están
llamados a ser en el mundo un signo de la unidad que Él desea para el
mundo. Aunque pertenezcan a culturas, razas y lenguas distintas, los cristianos
comparten una búsqueda común de Cristo y un común deseo de adorarlo. La misión
de los cristianos es, pues, ser un signo, como la estrella, para guiar a la
humanidad sedienta de Dios y llevarla a Cristo, y para ser instrumento de Dios
para realizar la unidad de todas las gentes»[2]. La
estrella que resplandece para los Magos es para todos, encendida ante todo en
lo profundo de la conciencia que se deja iluminar por el amor. Todos podemos
agudizar la mirada para descubrirla, ponemos en camino para seguirla y alcanzar
la meta del encuentro con Dios y con los hermanos en nuestra vida cotidiana,
para compartir con todos nuestras riquezas.
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».
Honrar a Dios es
fundamental para reconocernos ante Él tal como somos: pequeños, frágiles,
siempre necesitados de perdón y misericordia y, por ello, sinceramente
dispuestos a la misma actitud para con los demás. Este honor, debido solo a
Dios, se expresa plenamente en la adoración.
Podemos dejarnos ayudar por estas palabras
de Chiara Lubich: «[...] ¿Qué significa "adorar" a Dios? Es una
actitud que se dirige solo a Él. Adorar significa decirle a Dios: "Tú eres
todo”; es decir: "Eres el que es"; y yo tengo el inmenso privilegio
de vivir para reconocerlo. [...] significa también [...]: "Yo soy nada”. Y no decirlo solo con
palabras. Para adorar a Dios hace falta anularnos nosotros y hacer que triunfe
Él en nosotros y en el mundo. [...] Pero el camino más seguro para llegar a
la proclamación existencial de nuestra nada y el todo de Dios es totalmente
positivo. Para anular nuestros pensamientos no tenemos más que pensar en Dios y
tener sus pensamientos, que se nos revelan en el Evangelio. Para anular nuestra
voluntad no tenemos más que cumplir su voluntad, que se nos indica en el
momento presente. Para anular nuestros afectos desordenados basta con tener en
el corazón el amor a Él y amar a nuestros prójimos compartiendo sus ansias, sus
penas, sus problemas, sus alegrías. Si somos "amor" siempre, sin que
nos demos cuenta seremos nada por nosotros mismos. Y viviendo nuestra nada,
afirmamos con la vida la superioridad de Dios, que Él es todo, y así nos
abrimos a adorar verdaderamente a Dios»[3].
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».
Podemos adoptar las conclusiones de los
cristianos de Oriente Próximo: «Después de haber conocido al Salvador y haberlo
adorado juntos, los Magos, prevenidos en sueños, regresaron a sus países por
otro camino. Del mismo modo, la comunión que compartimos en la oración común
debe inspirarnos a volver a nuestras vidas, a nuestras Iglesias y al mundo
entero recorriendo nuevos caminos. [...] Ponerse al servicio del Evangelio
requiere hoy el esfuerzo de defender la dignidad humana, sobre todo de los más
pobres, los más débiles y los marginados. [...] El camino nuevo para las
Iglesias es el camino de la unidad visible, que perseguimos con sacrificio,
coraje y audacia, de modo que, día tras día, "Dios sea todo en todos"
(1 Co 15,28)[4]».
Leticia Magri
[1]La fecha tradicional para celebrar la "Semana de oración por la
unidad de los cristianos» es del 18 al 25 de enero en el hemisferio norte. En
el hemisferio sur, ya que enero es tiempo de vacaciones, las Iglesias celebran
la Semana de Oración en otras fechas, por ejemplo, en Pentecostés, época
igualmente simbólica para la unidad de las Iglesias. Es también una invitación
a mantener vivo el compromiso del diálogo ecuménico durante todo el año.
[3] C.
LUBICH, "Palabra de vida», febrero de 2005: Ciudad Nueva n. 417 (212005),
22-23.
sábado, 8 de enero de 2022
Adorar mientras el mundo duerme
El
adorador nocturno de Jesús Sacramentado es un bautizado que
hace lo posible por imitar a su divino modelo: Jesús. En el silencio de la noche hace compañía
al Redentor, presente
en el Santísimo Sacramento.
En la
soledad nocturna el adorador se descubre indigno, se
postra ante su Señor. Ora
por los pecados y faltas de amor de todos los hombres. En
esa hora de adoración recuerda a Jesús, que en el huerto de los olivos pide por
todos sin excepción, y Él, siguiendo la enseñanza divina, encuentra la forma de
amar, con el mismo amor de Jesús a favor de todos los hombres.
Pedir
por
los pecados propios y del mundo. Con esa Sangre que el
adorador nocturno recoge del rostro adorable de Jesús, repara tantas ofensas,
tantas injurias, tantos pecados con que se ofende a Dios todos los días, repara
los pecados de nuestra patria y los pecados del mundo entero. A través de su vigilia, el adorador nocturno no permite que ningún
hermano en el mundo entero esté solo, ya que siempre será puesto
en la presencia real de Jesús para su conversión, su salvación, su
santificación; para mayor gloria de Dios y bien de nuestras
almas.
El
adorador nocturno abandona
las comodidades de su hogar con la finalidad de pasar una noche en el templo, en
medio de muchas incomodidades, sufrimiento en algunas veces las inclemencias
estacionales; se
sacrifica por sus hermanos, por seres desconocidos,
entregados quizás a la disipación, al pecado y hasta al crimen.
Por todos va a pedir. También por el enfermo
que sufre en el lecho, quejándose tal vez de su soledad; no
está solo, el adorador nocturno desde la iglesia le acompaña y
pide al Dios de las misericordias consuelo y perdón por
sus pecados, para que alcance una muerte dichosa en los brazos de CRISTO
REDENTOR.
+Monseñor
Luis Martínez Flores
miércoles, 5 de enero de 2022
AQUELLOS SABIOS PEREGRINOS
La liturgia de la epifanía nos
permite universalizar esa salvación que nos trae el Niño Dios, y que en los
días pasados hemos visto centrar en torno a María, José y el pequeño puñado de
pastores a los que primeramente se les anunció la natividad de Cristo. Pero
estaban de camino esos personajes de los que nos habla el evangelio de este
día: hemos venido a
adorar al Niño desde el oriente (Mt 2,1-12).
Fue una estrella la
que les sacó de su mundo y se convirtió para ellos en estela que les cambió su
mirada: de científicos buscadores en humildes peregrinos. Y por eso serán ellos
los que, tras los pastores, se acercarán al portal de Belén. En aquella posada
improvisada por la penuria que Dios convirtió con su presencia en palacio de
bondad, aparecieron nuestros famosos Reyes Magos para ofrecer sus dones a aquel Niño que era por antonomasia el
Don. La mirra, el incienso y el oro eran tres formas de reconocer al
Señor humanado que se presentaba como hombre sin dejar de ser Dios.
Había otros que
también estaban pendientes de la profecía del Mesías. Y no precisamente para
adorarle […] Nuestros sabios peregrinos no pusieron
precio a la divina provocación que en forma de estrella les convocaba:
sencillamente se dejaron llevar, y en el sentido más propio se con-movieron. Dios no les
defraudó a pesar de que lo inefable de la escena
estaba fuera de todo previsible guión. Por eso ellos, se llenaron de alegría, como nos dice el evangelio de hoy […]
De un comentario al evangelio de
+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo
de Oviedo