Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
jueves, 29 de marzo de 2018
domingo, 25 de marzo de 2018
DOMINGO 25 DE MARZO DE 2018, - DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
«DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME
HAS ABANDONADO?»
La pasión de Cristo
es el “te quiero” del Padre a la humanidad, entregado por amor a su Hijo amado
para que “tengamos vida y la tengamos en abundancia”.
La pasión, según San Marcos, nos introduce
en lo que se predicaba en la catequesis a los catecúmenos y a los que iban a
ser bautizados en la noche de Pascua y que sabían que les aguardaba el martirio
físico y real con el derramamiento de sangre o una vida nada fácil por el
seguimiento de Jesús. Todavía no tenía derecho de ciudadanía el ser cristiano y
se encontraban con persecuciones y todo tipo de obstáculos a su fe.
Marcos,
traza en su pasión cinco grandes subrayados que le llevan
a presentar a Jesús como el Siervo de Yahvé, que “no abrió la boca” y que “manso
y humilde” asume todo lo humano, toda la soledad,
el desprecio y el grito de “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” para
presentarnos el drama de la pasión desde un corazón humano.
- -Se subraya que
Jesús va a la Pascua “voluntariamente aceptada” y asume con todas sus
consecuencias la encarnación al “no hacer alarde de su categoría de Dios”
-Se narra toda la
Pasión, las dificultades y todos los escenarios y personas de la pasión (los
apóstoles, Barrabás, Pilato) con un realismo que sólo se puede contar con
estremecimiento.
-El discípulo, el
catecúmeno, el que se prepara para recibir el Bautismo debe saber y asumir lo
que significa y cuesta el seguimiento de Jesús con todas las consecuencias. No
se recrea en los sufrimientos físicos, morales, espirituales del “Verbo
Encarnado”, pero tampoco los dulcifica. Es más, parece que quiere decir sin
tapujos y ambigüedades que seguir a Jesús hasta la cruz es esto ni más ni
menos.
-Llama la atención
en todo el Evangelio de la Pasión, según San Marcos, que tiene su propia
“originalidad” contada, pues algunos datos no son fáciles de contar y, sin
embargo, Marcos lo hace en directo para presentarnos al Siervo sufriente,
humano hasta los tuétanos, frágil y débil y, a la vez, confiado en la voluntad
del Padre que aparece siempre invisible, pero no ausente.
-Al final, presenta
a María Magdalena y a las mujeres que viven un drama que les desborda y que las
lanza a la esperanza de un sepulcro vacío donde San Marcos va a despejar el
acontecimiento central de nuestra fe, en pocas líneas, para afirmar que la fe
en el Resucitado es la misma Persona, es
la misma que el que enterraron en debilidad
el Viernes Santo, Jesús, que el catecúmeno debe confesar con la vida,
como su Señor.
+Francisco
Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
sábado, 24 de marzo de 2018
REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
MARZO: Eucaristía y Doctrina
Social de la Iglesia
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia afronta la Misión de la Iglesia y su relación con la acción en la Sociedad en su capítulo 2º, consagrando a la cuestión tres amplios epígrafes: 1. Evangelización y doctrina social; 2. La naturaleza de la doctrina social; y 3. La doctrina social en nuestro tiempo.
Misión de la Iglesia y doctrina social.
Frecuentemente
se frunce el ceño cuando se considera que los eclesiásticos se meten en política. Muchos consideran que lo religioso
pertenece a un ámbito de la vida estrictamente personal y privado, algo totalmente subjetivo e imposible de
conceptualizar de modo social. La existencia misma de “religiones” y de
“hombres de lo sagrado” es vista como una peligrosa herencia de un pasado a
superar donde lo religioso trataba de dominar la vida entera y la sociedad,
violentando las libertades individuales y siendo origen de constantes luchas y
atropellos. Pero todo esto requiere urgente clarificación y matización; no hay
nada más insidioso que las medias verdades.
Un clérigo no puede entrar en las confrontaciones
partidistas de la política. Ha de
aceptar una pluralidad de posibles opciones políticas, legítimas para una
conciencia cristiana, y ha de poder ser padre de todos en la diversidad de
dichas opciones. Su parecer personal en ese ámbito ha de quedar lo más
reservado posible y nunca condicionar su acción pastoral.
Pero otra cosa distinta de lo
partidista es lo político, es decir, el interés y compromiso por la cosa
pública y el bien común. La
Iglesia, los eclesiásticos y los laicos, cada uno según lo específico de su
vocación, han de necesariamente interesarse por lo público, por lo político. La religión, siendo siempre una vinculación libre y personal,
se convierte necesariamente en un
fenómeno social de primer orden, dada la naturaleza social del ser humano y el carácter
totalizante de la relación de tipo religioso (Dios/hombre). Negar el derecho a
la dimensión social de lo religioso se convierte en un atentado contra los
fundamentos mismos de los derechos y libertades de la persona. En un clima de respeto mutuo y de
libertad no se pueden limitar las libertades a expresar públicamente las
propias convicciones religiosas, y a tratar de ofrecerlas a los demás. Este equilibrio puede aconsejar la aconfesionalidad del Estado que,
aun llegando a respetar, como otra posible opción religiosa el ateísmo, no se
debe nunca confundir con un estado ateo, arreligioso o laicista (que impiden la
relación de la religión y las religiones en la cosa pública). Estos estados
arreligiosos (a veces se quieren autodenominar laicos) no respetan la libertad religiosa, y lejos de
representar la neutralidad de
las Instituciones públicas las ponen al servicio y bajo el monopolio del
ateísmo teórico o práctico.
Valga como aclaración que la vigente Constitución española no define a
España como un estado laico,
sino como un estado aconfesional,
pero que reconoce lo religioso y su
presencia en lo político y que, incluso, proclama una peculiar relación de
entendimiento y colaboración, entre Estado e Iglesia católica. Las posiciones de ciertos grupos políticos
radicales de izquierda hoy en España, son claramente contrarias a la letra y
espíritu de nuestra Constitución, aún vigente, y que ellos quieren enmendar, y
se niegan impunemente a respetar, desgraciadamente, ante la tolerancia y
silencio de los grupos políticos que se dicen constitucionalistas.
Como veremos en próximos meses, los grandes temas de la Doctrina Social
de la Iglesia se centran en: 1º La defensa de la persona humana y sus derechos
(individuales y sociales); 2º La lucha por
el bien común; 3º El respeto
por el destino universal de los bienes (propiedad privada-necesidad-límites); 4º El
principio de subsidiariedad (frente a injerencia del Estado o las grandes
corporaciones); 5º El principio
de participación; 6º El principio
de solidaridad; 7º Valores
fundamentales inalienables, verdad, libertad y justicia;
8º La vía fundamental de la caridad. Todo cristiano y toda la Iglesia hemos
de tener asumidas estas líneas de vida y acción, inseparables de nuestra condición e identidad
cristianas.
La Eucaristía, singularmente vivida del
modo más identitario, domingo a domingo, con su estrecha relación
palabra-sacramento-misión, implica una permanente experiencia y educación, en
los fundamentos de la fe y de la moral cristianas y, por tanto, de su Doctrina
Social.
La calidad de nuestras
celebraciones de la Misa, la fructuosidad de nuestros encuentros de adoración tienen una relación directa con la
vitalidad de nuestra presencia en la sociedad, y nuestra capacidad de instaurare omnia in Christo (Llevar a todos
hacia Cristo). La primera Iglesia de Jerusalén (Hch 2, 42) se definía
por su fidelidad a la enseñanza de los apóstoles, la observancia de la
comunión, la asiduidad a la Fracción del Pan y a las oraciones; y esa comunidad
pequeña y frágil evangelizó en pocos años todo el mundo entonces conocido. Los
adoradores hemos de ser fervientes defensores de la calidad y asiduidad a la
Misa dominical, como momento clave para afianzar la identidad de la Iglesia y
el celo evangelizador de sus miembros.
Preguntas para el diálogo y la meditación.
■ ¿Tengo ideas
claras sobre la relación de mi fe y mi implicación en la cosa pública?
Cuando tomo mis opciones económicas o políticas ¿ lo hago buscando la fidelidad
al Evangelio?
■ ¿Me dejo
llevar por la comodidad y los respetos humanos o intento desde el respeto y la
caridad dar públicamente razón de mi esperanza y persuadir a todos del lazo
entre los principios y moral cristianos y el bien común? ¿Sé ser firme y
valiente en la defensa de los principios y valores evangélicos, pero sin formas
irrespetuosas o violentas?
■ ¿Qué podemos
hacer para que nuestras Eucaristías y adoraciones sean más fructuosas, y llenen
los corazones de los participantes de celo y caridad?
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