Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
jueves, 30 de mayo de 2019
domingo, 26 de mayo de 2019
DOMINGO 26 DE MAYO DE 2019, 6º DE PASCUA
«EL QUE ME AMA GUARDARÁ MI PALABRA, MI PADRE
LO AMARÁ, Y VENDREMOS A ÉL»
Jesús
habla del Espíritu Santo que como Señor y dador de vida tiene
como paráclito, otro abogado defensor, la de ir formando en nosotros los
sentimientos del Corazón de Cristo.
A través
de los siete dones facilita la vida cristiana, la vida interior, para que
seamos santos e irreprochables ante El por el amor. Los dones son regalos para
amar con su mismo corazón. A través de los frutos reconocemos la acción de la
Trinidad en nosotros que es amor, alegría, paz y magnanimidad. Los frutos son
la prueba de algodón de la presencia del Dios que recrea y enamora.
Tres
son las afirmaciones de Jesús sobre el Espíritu Santo:
1. Nos recuerda el amor total y absoluto de
quien se entregó por nosotros a la muerte, y una muerte de cruz. Olvidar una
historia mal hecha por nuestra parte y traer a la memoria todos los benéficos,
que esa la historia de salvación aplicada a nuestra vida, como la respuesta del
Amor de Dios, su misericordia ante nuestros pecados. Es el Espíritu Santo el
que tiene la misión de vivir en la
memoria permanente de tanto amor recibido y en el olvido de lo que
no nos deja vivir cantando las misericordias del Señor.
2. Todo
lo hace nuevo. El Padre
crea, Cristo resucitado con su Espíritu recrea una vida nueva vivida con un
corazón nuevo el mismo Corazón de Cristo. Ese corazón nuevo es fruto de los
dones del Espíritu Santo.
3. Por último es el Espíritu de Jesús el que
desde el Padre nos envía el Señor resucitado a la diestra del Padre y nos
lanza a la misión de ir por el mundo evangelizando. No nos podemos callar
todo lo que hemos recibido. Es preciso salir por los caminos a contárselo a
todo el mundo. No quedarnos en la tristeza de la queja de no hacer nada. Es
necesario dejarse y darse, como los santos que se han dejado en las manos del
Padre y desde su pobreza se han dado a quien siempre tiene abierto el Corazón
sirviendo en las periferias.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de
Coria-Cáceres
domingo, 19 de mayo de 2019
DOMINGO 19 DE MAYO DE 2019, 5º DE PASCUA
«OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO: AMAOS COMO YO OS HE AMADO»
El fruto de Cristo Resucitado es el Espíritu
Santo que nos lanza a vivir en la caridad. La clave es siempre vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo y
esto no se puede realizar sin el Espíritu Santo, que nos ayuda para aterrizar
en la caridad, que se hace servicio en los que sufren.
En
el cenáculo con Cristo muerto y resucitado, en la Eucaristía, estamos llamados
a vivir la caridad con estas claves. Primero ser de Dios. Este es el fruto de
la unión con Dios, tener los sentimientos de su Corazón, ser de Dios,
pertenecerle en la vida y en la muerte. Vivir con la inmensa alegría de que
somos de la Trinidad. De un amor total. De una alegría que no tiene final. Ser
de Dios es la fuente de la caridad. Es de su Corazón abierto, de donde brota la
fuente de la salvación.
Segundo,
del cenáculo aprendemos de su Corazón a no ser de uno mismo. Es en el olvido de
si, el inicio y la culminación de toda santidad. Mientras que no recibamos esta
gracia que debemos pedir, de olvidarnos de nosotros mismos estaremos en el
balbuceo de la vida cristiana. Es necesario acudir y recurrir a la Misericordia
del Señor para la transformación de nuestro corazón, que no se realizara sin el
olvido de sí, es decir, si no somos de nosotros mismos, que es la manera de
vivir la caridad con todos. Es ser buenos con todos y siempre. Esta es la clave
de la santidad que brota del cenáculo, de la lógica, del don.
Tercero,
ser para los demás. En el cenáculo Jesús siempre se arrodilla a los pies de la
humanidad. Nos lava con su sangre. Nos recuerda tener caridad con los pobres,
con los que sufren. Todo discípulo de Jesús es trasformado por el Espíritu
Santo para ser caridad y ser para los demás. Amar a todos y amar siempre. Magnifico
programa de vida. No irnos por las ramas. La prueba de algodón de que uno está
en las entrañas de misericordia del Señor, es cuando somos capaces de vivir con
corazón bueno como él. Aquí tenemos en el cenáculo en este domingo de pascua
las claves de la santidad; ser de Dios, no ser de uno mismo y ser para los
demás.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
sábado, 18 de mayo de 2019
Queridos
adoradores de Cristo Eucaristía
Para
un enamorado todo es razonable, nada es locura. Para quien no tiene amor, todo
es exagerado o inútil, ningún esfuerzo merece la pena. El amor puede con todo
obstáculo. El desamor es en sí mismo el mayor obstáculo y no sabe, no puede, no
quiere luchar. El amor gana batallas; el desamor ni se plantea la lucha, se
desanima ante cualquier limitación...
Podríamos
seguir, pero creo que ya me vais pillando la idea. Si
estamos verdaderamente enamorados de Jesucristo, que
quiso quedarse con nosotros para siempre en la Eucaristía, no
hay edad, no hay cansancio ni rutina y el hastío no existe. Por el contrario, pasarán
los días del mes y estaremos deseando la llegada de la vigilia, no habrá frío
ni calor, ni sueño ni cansancio. Nada nos detendrá a la hora de ir al encuentro
con el Amado.
En
mis más de 50 años de adoración nocturna he conocido gente enamorada; algunos
están ya en el cielo en la -esa sí- adoración perpetua, propiamente dicha.
Estos enamorados eran, o son, gente a la que la sonrisa del corazón les
rebosaba por la boca, gente encantadora cuyo ejemplo es incontestable. Mirándoles
no valen los argumentos del
desamor: soy mayor, me duelen las rodillas,...
Ellos no hablan nunca de sus achaques sino del Amor de los amores que les
espera en la noche en audiencia privada. Y nos muestran a todos los adoradores
la raíz verdadera de lo que le pasa a la Adoración Nocturna: ¡No somos mayores!¡No somos pocos! ¡No
estamos cansados ni artríticos! A la Adoración Nocturna lo
que le pasa es que los adoradores nos hemos olvidado del Amor y las vigilias se
han anquilosado en la rutina.
Creo
sinceramente que hemos
de mirar dentro de nosotros mismos y
que esa mirada hemos de hacerla, con valentía y con sinceridad, solos ante el
Sagrario. Lo primero es tomar conciencia de que el problema no está lejos de
todos y cada uno de nosotros, sino dentro. Él nos está esperando para
decírnoslo personalmente y sentar las bases del remedio. Es preciso que reconozcamos (me
pongo por delante) que
hemos olvidado lo importante y echamos la culpa a lo
accesorio: Para
ser adorador nocturno no hace falta tener una salud de hierro, no hace falta
ser joven, no hacen falta vigilias ostentosas, ni
siquiera (con todo mi respeto) hace falta el sacerdote, sólo las llaves del
templo. Para ser adorador nocturno lo
único necesario es estar enamorado. Solos,
ante el Sagrario, os decía, hemos de pedir humildemente al Señor una
reconversión personal. Primero, tomando conciencia y confesando ante
Él nuestra falta de amor; segundo, implorando de su misericordia el perdón por
nuestra falta de cuidado de aquel amor que, hace varios años, Él inyectó en
nuestros corazones, pero hemos dejado marchitar; y tercero, pidiéndole (Él lo
está deseando) que nos vuelva a enamorar, como en los primeros tiempos. Sólo Él
puede hacerlo, pero quiere nuestro querer. Digámosle
con San Ignacio: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer;
Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo
es vuestro, disponed de todo a vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia,
que esto me basta”…
José Luis González Aullón – Presidente
nacional A.N.E.
sábado, 11 de mayo de 2019
DOMINGO 12 DE MAYO DE 2019, 4º DE PASCUA
«MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ, YO LAS
CONOZCO Y ELLAS ME SIGUEN»
El domingo del Buen Pastor Juan nos presenta realizado en
Jesús lo que siempre su Padre Dios quiso, apacentar a sus ovejas. Lo cumplió en
Cristo y en los que se unen en los sentimientos del Corazón de Jesús para
pastorear con bondad y misericordia.
La clave del
Buen Pastor es que no ahorra nada hasta dar la vida por cada una de las ovejas. No hace otra cosa que amar hasta que duela el
Corazón y las entrañas de Aquel que nos ha amado hasta el final.
Tres son los
escenarios donde el Buen Pastor desarrolla su locura de amor sin desfallecer ante
las dificultades de la vida. Primero en los
montes donde las ovejas con miles de peligros tratan de alimentarse y salir
adelante. Esas ovejas que se contemplan en los rebaños por montañas, donde el
pastor se implica caminando hacia adelante para que no se
paren y lleguen a su destino feliz. Camina a su lado para que
experimenten la alegría y el gozo de la cercanía de sus pastores que detectan
los peligros del rebaño y las asechanzas del lobo. También como pastor bueno y
hermoso, camina detrás para que experimenten las ovejas débiles y torpes que el
Señor no las deja y las lleva sobre sus hombros, junto a su Corazón para que no
se extravíen más.
El segundo escenario
son los valles donde las ovejas tienen el peligro de la mediocridad, de
dormirse en los laureles, de no seguir adelante. A veces una vida demasiado
fácil y sin esfuerzo conduce al rebaño a la paz de los cementerios. En este
escenario del valle, hay que recordar siempre los cuidados sin dormirse en la comodidad, de la hierba
abundante y pastos sabrosos, y no olvidar que
vendrán cañadas oscuras, y que el límite
de la confianza en Dios es confiar sin límites.
El último
escenario es el Corazón abierto del Buen Pastor, que es pastor y pasto, como alimento de las ovejas que viven en la
intemperie y periferias de la vida. Jesús al ser pastor y pasto, une en su
Corazón entregado el secreto de su amor ofrecido
incansablemente en la Eucaristía y en el servicio a los pobres. En su Corazón
traspasado por su bondad y por su entrañable misericordia con los pobres
descubrimos y vivimos lo que realmente significa el pastor que entrega la vida
por sus ovejas.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
MAYO. LA ORACIÓN VOCAL EN LA VIDA DE UN
ADORADOR:
EL SANTO ROSARIO
Con un artículo preciso del Catecismo de
la Iglesia Católica queremos iniciar la serie de reflexiones dedicadas a
acercarnos –sólo acercarnos- a la importancia de la oración vocal en la vida de
un adorador nocturno.
2699 “El Señor conduce a cada persona por
los caminos que Él dispone y de la manera que Él quiere. Cada fiel, a su vez, le responde según
la determinación de su corazón y las expresiones personales de su oración. No obstante, la tradición cristiana ha conservado
tres expresiones principales de la vida de oración: la oración vocal, la
meditación, y la oración de contemplación. Tienen en común un
rasgo fundamental: el recogimiento del corazón. Esta actitud vigilante para
conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios hace de estas tres
expresiones tiempos fuertes de la vida de oración.”
La oración más universal es la vocal. Tan es así que la palabra
oración deriva del latín (os-oris, que significa boca). Aunque la intención
será “acercarse a Dios y permanecer en su presencia”, la palabra resalta el instrumento
que empleamos, la boca, como órgano de la palabra que es el signo del alma. Ad-orar es más que orar porque el fuelle
surge del amor. De los cuatro modos dedicados en cada
vigilia tres son vocales y sólo uno, no: la lectura meditativa que puede abrirnos por obra de Dios a la
contemplación.
La
oración más sublime de la Iglesia es la celebración eucarística y es oración
vocal. Está claro que no bastará con usar la boca ni sólo con oírla, sino
poniendo alma, vida y corazón.
No
olvidemos, como nos recuerda el profesor Francisco Puy(1), que Don Luis de Trelles tuvo una voluntad
consciente de inculcar a los adoradores una espiritualidad profunda que la
denominaba “alma de la adoración” que no era otra que la de alcanzar la
santidad –la perfección- en medio de las obligaciones ordinarias
de un laico, de un seglar, mediante la fuerza asombrosa que brota de una espiritualidad
eucarística cuya clave, en
palabras del profesor, es
“el diálogo personal con Dios”, es decir, el teresiano “encuentro de amistad con
quien sabemos nos ama”.
Don
Luis de Trelles descubrió en su ajetreado momento histórico, que el remedio de
los males personales y sociales que arrasaban la España, tierra de María, se
encontraba en el prodigio de la Eucaristía, el Dios que se ha quedado,
“Emmanuel”, entre nosotros. La adoración eucarística es el motor de la
renovación espiritual de los creyentes para afrontar la terrible tentación de
apostasía que asola la antigua cristiandad. La
adoración nocturna es una escuela de oración para aprender a amar
con locura al Señor. Es un
ejercicio práctico mensual que te habitúa a convertir toda tu vida -en la
Iglesia y fuera de ella- en adoración eucarística.
Don
Luis de Trelles dedicó una serie profunda y extensa a resaltar la presencia de María en la
Adoración eucarística.
Lleva por título PARTE MARIANO-EUCARÍSTICA y de subtítulo MARÍA ADORADORA, digna de estudio.
Por
ejemplo en el tomo 14 del año 1883 de la Lámpara del Santuario en el artículo
XI de la serie afirma:
“Maravilla el alcance de estas
consideraciones, que elevan a la Señora al rango del sacerdote, y aun en esfera más
alta, toda vez que María
pronunciando su humilde fórmula: “he
aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra, transustanció su carne y su sangre en
carne y sangre del Hijo de Dios, a quien ofreció como víctima que después
recibió, aunque no administró materialmente ella la Sagrada
Hostia, mientras en lo íntimo del alma todo lo hizo para la gloria de Dios y
para redención del mundo.”
No
es de extrañar que el profesor Puy en la cita antes mencionada añada “Don Luis exaltó siempre al frente de
todos a la Virgen María, tiñendo así de un suave marianismo la
entera espiritualidad adoradora”. Para
muestra, EL REZO DEL ROSARIO. Qué
poco sabe de amores quien la acuse de monótona y repetitiva.
Es
la hora de entrar dentro de nosotros mismos y recoger los frutos del alma. El
rosario es ocasión de belleza, en la intimidad del hogar, en el grupo
parroquial, en las capillas, en la cama de hospitales, en medio de agobiantes
tristezas, en el dolor y en la muerte. En medio del estruendo del mundo y del
agobio de los afanes de cada día el rezo del rosario es un oasis en que por medio de María,
madre nuestra, entramos en intimidad con Dios, descanso del corazón. Abrimos en medio de nuestra
cotidianidad una ventana para contemplar el cielo. Y esto ante la custodia, el copón
expuesto u oculto en el sagrario.
Permitidme una confesión personal: Me imagino
el rosario como un templo pequeñito que levantamos en el alma: La fachada está
dedicada a la Trinidad, la señal de la cruz nos pone en manos del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo y en el dintel está escrito el saludo de bienvenida
de María que nos recibe al entrar en su interior por ser la puerta del cielo.
El templo sólo tiene una nave, en la cabecera se encuentra Dios Padre como
majestad, en los laterales diez vidrieras en cada lado, agrupadas de cinco en
cinco, en las que están representados los misterios de la vida de Jesús,
nacimiento, vida pública, muerte y resurrección. Y de cada vidriera surge un
arco que se eleva hasta la piedra clave del techo donde se glorifica a la
Santísima Trinidad.
Ante
cada vidriera, refulgente de luz, María se ilumina con un resplandor distinto,
hasta el extremo de que recitando las mismas palabra en cada avemaría, cada
palabra se impregna de la luz de la vidriera de tal manera que “-la llena de gracia-” en su totalidad,
se tornasola con la encarnación, con el magníficat, con la maternidad con la
espada del anciano Simeón, con el encuentro del Hijo en el templo, con los
misterios de la luz, los del dolor y el triunfo de la resurrección, asunta a
los cielos o coronada como reina de cielos y tierra. Recémoslo pausadamente. La llamaremos Santa, y su
santidad se matiza en cada misterio en el rostro de María y su maternidad se
llena de iridiscencia, como el arco iris, a la luz de cada vidriera. Ante el asombro del prodigio de María,
nos inclinamos reverentes sintiéndonos pecadores e implorándole su ayuda
para ahorita mismo y para la hora definitiva de la muerte. Es un prodigio el
rosario. 200 avemarías, al oído ajeno, iguales; pero al corazón diferentes.
Iniciadas cada diez con el padrenuestro y terminadas en reconocimiento de tanta
maravilla con el gloria a la Trinidad. Lo demás es Tedeum y piropos a la
Virgen, letanías lauretanas, alabanzas y súplicas. Es decir, media hora en que, sacamos la cabeza de
la vida cotidiana, y la metemos -cabeza y corazón- en el cielo.
Bendito sea Dios y bendita la santa madre de Dios, María Santísima. Y todo en
presencia de su Hijo, nuestro Señor.
Preguntas
para el diálogo y la meditación.
■ ¿Puede reducirse la
oración vocal a mover los labios o emitir sonidos monótonamente sin
expresar que estamos hablando en un diálogo personal, aunque sea
colectivo, e íntimo con el Ser –Dios, La Virgen, los ángeles, los santos…- al
que dirigimos nuestras palabras?
■ ¿Por qué decimos que la
Adoración Nocturna es una escuela práctica de oración, un cursillo intensivo
una vez al mes para conseguir que la oración se convierta en un hábito
constante que nos permita vivir en presencia de Dios escondido en
el pan eucarístico?
■ María desde la encarnación
en sus entrañas de Hijo de Dios, se convirtió en modelo de adoradores. ¿Por qué
el rezo del rosario, tan recomendado por la Iglesia, es un práctica de
súplica y de alabanza; y además perfecta para adquirir la oración vocal
en camino hacia la oración de contemplación?
sábado, 4 de mayo de 2019
DOMINGO 5 DE MAYO DE 2019, 3º DE PASCUA
Aquella noche bregando no pescaron nada. Después del fracaso
de la esterilidad aparece el Señor resucitado alentando la esperanza. Allí
aunque todavía no lo habían conocido se acerca a la orilla de sus vidas. ¿Tenéis
pescado? Y desde su transparencia, se lanzan confiados “en tu nombre echaremos
una vez más la red” de la confianza en tu Corazón.
Juan el místico le
ve...”es el Señor”. Pedro el amor humillado se
lanza al agua fría de abril porque no puede vivir sin el Señor.
Cuando nos hemos
mojado por Cristo como Pedro, el Señor se emplea a fondo para curar sus
heridas. ¿Cómo lo hace? Con un desayuno, un seguir contando conmigo y la
Eucaristía.
Primero me fio
totalmente de un Dios que al amanecer te prepara un desayuno. Las brasas con
pez y pan expresan su Corazón alimentando la esperanza para curar sus heridas.
Cuando le dice a Pedro traedme lo que habéis pescado le devuelve la autoestima
y le cura volviendo a contar con El. En ti confío.
Por último la
operación a corazón abierto es eficaz para la curación de todas las heridas del
alma. Solo la Eucaristía, Cristo Vivo y resucitado nos cura el mal del corazón,
el egoísmo que nos cierra al Padre y a los hermanos. Este es el mal más arraigado
en el corazón humano y más necesitado de vivir con el marcapaso de su Amor.
Es necesario un
trasplante de corazón qué solo se realiza a través de la Eucaristía que
contiene en si todo deleite. La sanación plena de todas las heridas las cura el Amor de
los amores, con la Eucaristía. El pan partido y la sangre derramada nos hacen recordar que
somos amados siempre, y que el Señor como aquel amanecer, nos espera en la
comida y la fiesta que cura todas las heridas con el bálsamo de su Amor.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
(Jn 20, 21)
MAYO
2019
«La paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío» (Jn 20, 21).
Después del relato trágico de la muerte de
Jesús en la cruz, que ha sumido a los discípulos en el miedo y el desánimo, el
evangelista Juan anuncia una
novedad sorprendente: ¡Él ha resucitado y ha vuelto entre su gente! Por la
mañana del día de Pascua se ha dejado ver y reconocer por María de Magdala, y
esa misma tarde se aparece a otros discípulos, encerrados en casa por ese
profundo sentimiento de desánimo y derrota que los ha invadido.
Él va a buscarlos, quiere reunirse de
nuevo con ellos. No importa
que lo hayan traicionado o hayan huido ante el peligro; Él se aparece con los
signos de la pasión: las manos y el pecho heridos,
traspasados, desgarrados por el suplicio de la cruz. Su primera palabra es un deseo de paz, un verdadero
regalo que penetra en el alma y transforma la vida.
Y entonces los discípulos lo reconocen por
fin y recobran la alegría; se sienten también ellos sanados, consolados, iluminados,
de nuevo con su Maestro y Señor.
Luego
el Resucitado encomienda a este grupito de hombres frágiles una ardua tarea: ir
por los caminos llevando al mundo la novedad del Evangelio, como ha
hecho Él mismo. ¡Qué valor! Como el Padre se fio de Él, así Jesús les da a
ellos toda su confianza.
Por último, añade Juan,
Jesús «sopla sobre ellos», es decir, comparte con ellos su misma fuerza
interior, el mismo Espíritu de amor que renueva los corazones y las mentes.
«La paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío».
Jesús ha recorrido toda la existencia
humana: ha experimentado la alegría de la amistad y el dolor de la traición, el
esfuerzo del trabajo y el cansancio del camino; sabe de qué estamos hechos,
conoce las limitaciones, sufrimientos y fracasos que nos acompañan cada día.
Igual que a sus discípulos encerrados, sigue buscándonos a cada uno en nuestra
oscuridad, en nuestra cerrazón, sigue creyendo en nosotros.
Jesús Resucitado nos propone hacer con Él una experiencia de vida nueva
y de paz para que podamos después compartirla con los demás. Nos
manda a dar testimonio de nuestro encuentro con Él, a «salir» de nosotros
mismos, de nuestras frágiles certezas y de nuestras fronteras, para extender en
el tiempo y en el espacio la misma misión que Él recibió del Padre: anunciar que Dios es Amor.
«La
paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío».
Así comenta Chiara Lubich esta misma
Palabra de vida en mayo de 2005: «Hoy ya no bastan las palabras. [...] El anuncio del Evangelio será eficaz si
se apoya en el testimonio de la vida, como los
primeros cristianos, que podían decir: "Os anunciamos lo que hemos visto y
oído..." (1 Jn 1,2-3); será eficaz
si también de nosotros se puede decir, como de ellos: "Mira cómo se
aman unos a otros y cómo están dispuestos a morir el uno por el otro"; será eficaz
si somos concretos en el amor y damos a quien tiene necesidad, y sabemos dar
alimento, vestido y casa a quien no lo tiene, amistad a quien se encuentra solo
o desesperado, apoyo a quien pasa por una prueba. Si vivimos así daremos
testimonio en el mundo de la fascinación de Jesús y, siendo otros Cristo, su
obra continuará también gracias a esta aportación».
«La paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío».
También nosotros podemos ir a buscar a
Jesús en los hombres y mujeres víctimas del dolor y de la soledad. Podemos
ofrecernos con respeto a ser sus compañeros en el camino de la vida, hacia la
paz que Jesús da.
Es lo que hace Maria Pía con sus amigos en
un pequeño centro del sur de Italia donde trabajan al servicio de migrantes
cuyos rostros expresan historias de dolor, de guerra y de violencia.
«¿Qué es lo que procuro hacer yo? -se
pregunta Maria Pía-. Es Jesús quien da sentido a mi vida, y sé que puedo reconocerlo
y encontrarlo sobre todo en los hermanos más heridos; a través de nuestra
asociación -cuenta- ofrecimos clases de italiano y ayuda para buscar casa y
trabajo, atendiendo las necesidades materiales. Les preguntamos si necesitaban
también apoyo espiritual, una propuesta que fue recibida con alegría por las
mujeres ortodoxas de las clases de italiano. A un centro de acogida para
migrantes llegaron también cristianos de la Iglesia Evangélica Bautista. Nos
organizamos con el pastor bautista para acompañarlos el domingo a su lugar de
culto, que distaba bastantes kilómetros. De este amor concreto entre cristianos
ha nacido una amistad que se ha consolidado también gracias a actos culturales,
mesas redondas y conciertos. Nos hemos descubierto como un "pueblo"
que busca y encuentra nuevos caminos de unidad en la diversidad para dar
testimonio a todos del Reino de Dios».
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