TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 27 de diciembre de 2020

DOMINGO 27 DE DICIEMBRE DE 2020, FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA EN LA 8ª DE NAVIDAD

«MIS OJOS HAN VISTO AL SALVADOR, PRESENTADO ANTE LOS PUEBLOS»


       Una vez celebrado el misterio del nacimiento de Jesucristo y de haberle contemplado en su más tierna infancia, tras el parto de Belén, de inmediato la Iglesia nos propone, la presencia del Niño Dios en una familia, la Sagrada Familia. Todo va sucediendo, en el diseño de los misterios de la infancia, según el querer de Dios y de su designio de traer la salvación al mundo por la presencia encarnada de su propio Hijo. El Dios humanado asume la vida familiar y hace de ella el modelo de toda familia humana.

     En este año, marcado por la pandemia de la COVID-19, esta celebración de Navidad nos orienta a situar dignamente en el seno familiar a los miembros más vulnerables; nos propone centrar nuestra mirada en los “ancianos, tesoro de la Iglesia y de la sociedad”... En realidad, la afirmación de este lema no se puede hacer sin reconocer, que en la práctica, no siempre se cumple ese reconocimiento social y eclesial de los ancianos. Quizás nadie se atreva a manifestarlo en público; sin embargo, en las decisiones políticas y en la práctica cotidiana, sobre todo de la vida familiar, no es tan exacto que los ancianos sean considerados un tesoro[...]

     La Iglesia, por su parte, ha de acompañar a los ancianos, sea cual sea su situación, con una tención pastoral adecuada a su situación de fe. De un modo especial, ha de reconocer su papel imprescindible en la misión de la Iglesia, sabiéndoles situar como el catequista natural que son. Eso significa que se les ha de ayudar a ponerse al servicio de la comunidad cristiana. No se puede olvidar que los ancianos son custodios y transmisores de la fe, que trasmiten a las más jóvenes generaciones el sentido de la vida, el valor de la tradición y el de ciertas prácticas religiosos y culturales…

 

+ Amadeo Rodríguez - Obispo de Jaén


sábado, 26 de diciembre de 2020

sábado, 19 de diciembre de 2020

(Sal 27, 1)

DICIEMBRE 2020

  

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?» (Sal 27, 1).

 

      «Al poco de nacer Mariana, los médicos le diagnosticaron una lesión cerebral. No podría hablar ni andar. Sentimos que Dios nos pedía que la amásemos así, y nos lanzamos en los brazos del Padre -escribe Alba, una joven madre brasileña-. Vivió con nosotros durante cuatro años y nos dejó a todos un mensaje de amor. Nunca oímos de sus labios las palabras "mamá" o "papá'; pero en su silencio hablaba con los ojos, que tenían una luz resplandeciente. No pudimos enseñarle a dar sus primeros pasos, pero ella nos enseñó a dar los primeros pasos en el amor, a renunciar a nosotros mismos para amar. Mariana fue para toda la familia un regalo del amor de Dios que podríamos resumir en una única frase: el amor no se explica con palabras».

     Esto nos sucede también hoy a cada uno de nosotros: ante la imposibilidad de gobernar toda nuestra existencia, necesitamos luz, aunque sea un vislumbre que muestre por dónde salir, qué pasos dar hoy hacia la salvación de una vida nueva.

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?»

     La oscuridad del dolor, del miedo, de la duda, de la soledad, de las circunstancias «hostiles» que hacen vanos nuestros sueños, es una experiencia que hacemos en todos los puntos de la tierra y en toda época de la historia humana, como atestigua esta antigua oración contenida en el libro de los Salmos.

  Probablemente el autor sea una persona acusada injustamente, abandonada por todos y a la espera de juicio. Está sumida en la incertidumbre de un destino amenazador, pero se encomienda a Dios. Sabe que Él no abandonó a su pueblo en la prueba, conoce su acción liberadora; por eso encontrará en Él la luz y recibirá refugio seguro e inatacable.

     Precisamente al ser consciente de su fragilidad, se abre a la confidencia con Dios, acoge la presencia de Él en su vida y espera con confianza la victoria definitiva recorriendo los imprevisibles caminos de su amor.

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?»

   Este es el momento oportuno de volver a encender nuestra confianza en el amor del Padre, que quiere la felicidad de sus hijos. Él está dispuesto a cargar con nuestras preocupaciones (cf. 1P 5, 7) de modo que no nos repleguemos sobre nosotros mismos, sino que seamos libres de compartir con los demás nuestra luz y nuestra esperanza.

     La Palabra de vida, como escribe Chiara Lubich, nos guía por el camino que va de las tinieblas a la luz, del yo al nosotros: «[...] Es una invitación a reavivar la fe: Dios existe y me ama. [...] ¿Me encuentro con una persona? Debo creer que a través de ella Dios tiene algo que decirme. ¿Me entrego a un trabajo? En ese momento sigo teniendo fe en su amor. Llega un dolor: creo que Dios me ama. ¿Llega una alegría? Dios me ama. Él está aquí conmigo, está siempre conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento mío, cada alegría, cada deseo, lleva conmigo cada preocupación, cada prueba de mi vida. ¿Cómo reavivar esta certeza? [...] Buscándolo en medio de nosotros. Él prometió estar allí donde dos o más están unidos en su nombre (cf. Mt 18, 20). Así pues, encontrémonos en el amor mutuo del Evangelio con todos los que viven la Palabra de Vida, compartamos experiencias y comprobaremos los frutos de esta presencia suya: alegría, paz, luz, valentía. Él permanecerá con cada uno de nosotros y seguiremos sintiéndolo cerca y operante en nuestra vida de cada día»[1].

 

Leticia Magri



[1] Palabra de vida, julio de 2006: C. LUBICH, Parole di Vita (ed. F. Ciardi), Cittá Nuova, Roma 2017, pp. 785-786 (próxima publicación en castellano).


DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 2020, 4º DEL ADVIENTO

«HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA»

        María es la gran protagonista del Adviento por su humildad. Ella le esperó con inefable amor de Madre.

     El Adviento con María que lleva en su seno virginal la esperanza deseada, es una llamada a la alegría. Alegrarse de que Dios quiera venir a vivir nuestra vida, para que nosotros vivamos la suya. Todo lo humano es digno de ser vivido, porque lo puedo vivir unido a Cristo.

     La llamada del arcángel Gabriel de parte de Dios, es a no tener miedo. El Señor cumple sus promesas aunque se haga esperar y nos conduce con su bondad y misericordia, que nos acompañan todos los días de nuestra vida.

     El misterio de la Navidad es creer con María, que para Dios nada hay imposible y vivir cantando el Magníficat, porque Dios se manifiesta y se hace presente en nuestras pobrezas.

 

 

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España



viernes, 18 de diciembre de 2020

DEL BLOG DEL OBISPO

 YO PONGO EL BELEN

     Muchas familias aprovechan el puente de la Inmaculada para colocar adornos navideños en sus casas. En este tiempo de Adviento, pretendemos mostrar la alegría y la fe del pueblo cristiano que mantiene arraigadas sus tradiciones navideñas. Ellas forman parte del patrimonio de nuestra fe y de nuestra cultura. Os propongo poner el Belén –que no falte en ninguna casa— y que mostremos a través de las redes sociales la campaña «Yo pongo el Belén». 

     Es un modo de mostrar cómo, a pesar de las dificultades, los cambios y las nuevas costumbres, la esencia misma de la Navidad nunca se pierde: porque la Navidad no necesita ser salvada, sino que, cuanto en ella acontece, es lo que nos salva a nosotros. En este tan difícil momento os animo vivamente a participar de esta iniciativa, que impregne de sentido navideño cristiano todas las redes.
    
Como señaló el Papa Francisco la pasada Navidad en su Carta Apostólica Admirabile signum,  la costumbre de poner el Belén en las casas «es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada»…




RITO DE LA BENDICIÓN DEL BELÉN FAMILIAR

 

 Reunida la familia, el padre o la madre de la misma dice:

En el nombre del Padre, X y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/. Amén.

El que dirige la celebración puede decir:

   Alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo. R/. Bendito seas por siempre, Señor.

Luego el que dirige la celebración dispone a los presentes para la bendición:

   Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos, pues, a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad.

Uno de los miembros de la familia lee este texto de la Sagrada Escritura.

María dio a luz a su hijo primogénito Lc 2, 4-7a

   Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas:

   En aquellos días, José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.                Palabra del Señor.

Después de la lectura.. Sigue esta plegaria:

   En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle: Por tu Nacimiento, Señor, protege a esta familia.

Oh, Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José enséñanos el respeto y la obediencia a quienes dirigen esta familia. R/. Por tu Nacimiento, Señor, protege a esta familia.

Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la concordia.

R/. Por tu Nacimiento, Señor, protege a esta familia.

Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea honorificado.

R/. Por tu Nacimiento, Señor, protege a esta familia.

Tú que has dado parte de tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares que otros años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia eterna.

R/. Por tu Nacimiento, Señor, protege a esta familia.

Oración final.

V/. OH, Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos has entregado a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María, para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti, te pedimos que con tu bendición estas imágenes del nacimiento nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.

V/. Cristo, el Señor, que se ha aparecido en la tierra y ha querido convivir con los hombres, nos bendiga y nos guarde en su amor.       R/. Amén.

 


jueves, 17 de diciembre de 2020

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA


DICIEMBRE: DESDE EL CUARTO DE GUARDIA

 Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS


1º Marco para esta noche de diciembre.

     Cristo, en cada comunión nuestra, no pasa, como visitante distinguido, por nuestra morada interior. Su cuerpo, sangre, alma y divinidad, se funden con nuestro ser en totalidad, en una unidad, como dos gotas de cera, comparable a una hipóstasis, o al menos a una segunda encarnación. ¡Fuerte cosa y misteriosa! Pero verdadera. La confesión de San Pablo “Es Cristo quien vive en mí” no es un suceso místico individual, sino que debiera ser la consecuencia de alimentarnos del alimento que nos lleva a la vida eterna. Sin perder nuestra identidad, en el proceso de perfección que es nuestra vida, nos debiéramos, cada vez más, hacernos semejantes a Cristo. Permitidme una expresión vulgar, pero que es verdadera: de lo que se come se cría. Cada vez que comulgo me voy configurando en Cristo. No es una frase bonita, aunque difícil de entender para nuestra dureza espiritual. Es la consecuencia maravillosa del amor que nos tiene nuestro Dios. ¡Vive en mí, Señor!


 2º Una oración jaculatoria  al espíritu santo, para que nos encienda en amores.

 

Ven Espíritu Santo, infunde tu amor en nuestros corazones, para que desde el amor nos enseñes a ser uno con Cristo.



3º Texto de don Luis de Trelles para que nos inicie, mediante la oración meditativa, en la maravilla de su amor.

     Don Luis de Trelles no inventa doctrina, difunde lo que estudia en Santos Padres, teólogos reconocidos, revelación y magisterio de la Iglesia. Recordad: Cristo no se encarnó solamente para redimirnos, sino para, en unión de amistad, hacernos hijos de Dios, herederos del cielo, y semejantes a Nuestro Señor. Ésta es nuestra fe y ésta es la magistral lección que nos da Don Luis de Trelles.  No comento. Subrayó.

     “La palabra conglutinación que supone la acción física de mezclarse dos cuerpos blandos a punto de confundirse la materia del uno con la del otro, es admirablemente adecuada a la Comunión; porque la voz significa, no sólo la adhesión de dos cuerpos u objetos por medio de un procedimiento que los pega el uno al otro, sino también la fusión de un líquido en otro, para darle consistencia, y hacer el que se forma de la fusión más tenaz, más resistente, en lo material más viscoso, condensándolo y solidificándolo. Esto, aplicado a la Comunión sacramental metafóricamente, da una idea de unión íntima, de unidad moral, de la compenetración mutua que contiene el misterio.

     En éste, en efecto, se acerca el Hombre-Dios a nosotros a tal extremo que su Carne se hace nuestra carne, su Sangre se mezcla con la nuestra y su Espíritu asume el nuestro, dadas las debidas disposiciones, hasta llegar a la frase famosa de San Pablo, de que viva, ya no el hombre, sino Cristo en el hombre.  Y hay en ello de asombroso que no se trata sólo de una unión transitoria, sino de una unión permanente, si no lo estorba la falta de correspondencia de nuestra parte, pues el pecado despide el estarlo de gracia, y aunque siempre queda lo que dicen los teólogos ex opere operato, falta algo a la unión de los términos por uno de los dos [] Es preciso parar en ello la atención y profundizar, ahondar con la mente, esta unión sublime y santa. Es preciso repetírselo el hombre á sí propio y meditarlo en el reposo del alma. Que la Comunión sacramental produce una unión verdadera y profunda, una asunción del espíritu del hombre por el Espíritu de Cristo, y una mezcla de la humanidad de Cristo con la humanidad del hombre, como dos gotas de cera que se funden, como dos fluidos que se confunden, como dos cuerpos blandos que se mezclan, como dos unidades que se suman. Y después el  “maridaje” no se rompe, sino por el divorcio voluntario de nuestra parte; y alejado este caso, la unión es permanente y duradera, y la naturaleza superior informa la inferior, y da mérito sublime a las acciones de ésta, sin extinguir su actividad ni borrar su personalidad.

     Yo no sé si podría decirse que hay en lo que meditamos una cierta hipóstasis divina que hace buena la frase de San Pablo; pero sí puede afirmarse que hay una cierta segunda encarnación en el hombre que comulga, y que su mismo cuerpo y alma vienen a ser sede del Hijo de Dios hecho hombre, y a consolidarse con Él por un modo admirable y supernatural.” (Lámpara del Santuario 1886, página 281 y siguientes)


Preguntas para el diálogo y la meditación.

 

   ¿Por qué dice el Señor en el capítulo VI del evangelio de San Juan: “En verdad, en verdad os digo que, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, ¿no tendréis vida en vosotros?  ¿A qué vida se refiere Cristo?

   ¿Por qué dice el Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él?”

   ¿Por qué la comunión es más que estar cerca del Señor, recibir consuelos y ayudas espirituales o materiales? Quien ve a Cristo ve al Padre. ¿Por qué en el mismo evangelio dice Jesús: “Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí”?


domingo, 13 de diciembre de 2020

DOMINGO 13 DE DICIEMBRE DE 2020, 3º DEL ADVIENTO "DOMINGO GAUDETE"

«ALLANAD EL CAMINO DEL SEÑOR»

 

      La versión del evangelista Juan nos presenta la profunda identidad del Bautista, que prepara los caminos del Señor.

      Su profunda humildad. No disimula lo que es y lo que no es. Podía Instalarse en la ambigüedad. Su grandeza es su transparencia que conmueve el corazón del Señor.

   Es su vida entregada y su deseo de que el Señor sea conocido, pues anunciará que está entre nosotros el que no conocéis.

   La grandeza del Bautista es que en su bautismo de conversión, de pecadores, acepta a Jesús en la cola de todos los pecadores del mundo y le dice que no es digno de desatarle ni la correa de la sandalia. No hay santidad sin humildad y sin ponerse de rodillas ante el Dios que nace pobre en Belén.

 

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España


miércoles, 9 de diciembre de 2020

EL CABILDO CATEDRAL FELICITA A LA ADORACIÓN NOCTURNA DIOCESANA

 


La síntesis del adviento en un decálogo


1.- Adviento es una palabra de etimología latina, que significa “venida”.

2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.

3.- El adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.

4.- El adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.

5.- El adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.

6.- El adviento es llamada vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con nosotros, por nosotros. El adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en el justicia y en el amor. El adviento es presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien, reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.

7.- El adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y como Juez. El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella. El adviento es vida futura, es Reino, es escatología.

8.- El adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas. El adviento es tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.

9.- El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día y de cada afán.

10.- El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.



sábado, 5 de diciembre de 2020

DOMINGO 5 DE DICIEMBRE DE 2020, 2º DEL ADVIENTO

«PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR, ALLANAD SUS CAMINOS»


     Comienzo del evangelio de Jesús Hijo de Dios. Así comienza el evangelio de Marcos como un manual para ser cristianos.

      Aparece Juan Bautista, que como dice el prefacio segundo de Adviento, le proclamó próximo y lo señaló después entre los hombres.

     Su misión, como la nuestra, preparar el camino del Señor y allanar los senderos tortuosos de una humanidad. Jesús vino a los suyos y los suyos no le recibieron.

     Juan Bautista no representa en plenitud la espiritualidad cristiana, es el último eslabón del Antiguo Testamento. Decía Santo Tomas de Aquino, que muchos cristianos se quedan en ser: más grito que Palabra, más denuncia que Anuncio, más llamativos que la humildad del Nazareno manso y humilde de corazón.

 

+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo

                                                        Primado de España



miércoles, 2 de diciembre de 2020

 noción del adviento


   “El adviento es un tiempo de preparación para la navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios… Es un tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos” (Misal Romano, Nº 39)

   “El adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo; presente, en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia celebraremos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor”.

   “El adviento, en su mismo término, en su palabra, es <presencia> y <espera>… El adviento es tiempo de esperanza gozosa y espiritual. No es tanto un tiempo como la cuaresma de penitencia, sino de gozo, de espera y esperanza gozosa. Toda la liturgia de este tiempo persigue una finalidad concreta: despertar en nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante”. (+Vicent James Ryan, Obispo)

   “El adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir el adviento cristiano es revivir poco a poco aquella gran esperanza de los grandes pobres de Israel… Vivir el adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección, recolección exitosa para todos los que desde su lucidez o ignorancia aportan su lucecita de amor y de ternura… La vida es todo adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y definitivamente… La esperanza es la virtud del adviento. Y la esperanza es el arte de caminar gritando nuestros deseos”. (+Vicent James Ryan, Obispo)