TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 30 de septiembre de 2017

DOMINGO1º DE OCTUBRE, 26º DEL TIEMPO ORDINARIO



«VINO JUAN A VOSOTROS Y NO LE CREÍSTEIS»



     El Señor es siempre bueno y es siempre desconcertante porque nos introduce en la lógica del don del Amor, de la coherencia que tanto nos cuesta. Estos dos hijos representan dos actitudes del corazón humano ante el amor de Dios. Reaccionan de distinta manera. Uno dice alegremente que sí, pero la dificultad del camino le hacen vivir y decir en la práctica que no. El otro, quizás basándose en que miraba demasiado sus propias fuerzas, dice que no. En el fondo, partía de su propia realidad de pecados. Pero al final vive el “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” y fue un sí porque cumplió con la voluntad del Padre. Quizás, contando con su propia pobreza de alma para seguirlo cumpliendo su voluntad. Se confió plenamente a sus planes y, al final, el Señor alabó el que partiendo de su propia pobreza se lanzó a cumplir la voluntad de Dios y a saber que nadie ni nada nos podrán quitar el Amor de Jesús. Sin ese Amor de Cristo no podemos cumplir su voluntad.  Nuestra vida está siempre envuelta en nuestra  respuesta  a Cristo, donde nos jugamos todo.
     Es creer en su Amor. Es Él, el que nos abre a decir que sí. Ha sido lo que hicieron los pecadores, las prostitutas, que desde su realidad se abrieron al Amor de los Amores. No se cerraron a cumplir su voluntad, pues sabemos que el Señor es siempre un sí incondicional para el que se fía de sus proyectos. Él, siempre lleva a buen término lo que empezó en nosotros.
     No es difícil pensar y aterrizar que en este pasaje del Evangelio en el sí que luego fue y que  no está representado por los religiosos de su tiempo, los fariseos, que perteneciendo al pueblo elegido con respecto a Jesús terminó siendo un no. Y el otro grupo que partiendo de que eran las prostitutas, los pecadores, los publicanos eran un no a Dios porque estaban fuera de la ley de Dios, pertenecían a lo que el Papa llama las personas del “descarte”, al final fueron un sí y acogieron, desde su pobreza, la salvación de Jesús.

+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres


CARTA DEL CABILDO CATEDRAL



sábado, 23 de septiembre de 2017

CONVOCANDO VIGILIA GENERAL


DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO



«MIS PLANES NO SON VUESTROS PLANES»


     El Señor en su amor a la viña, que es el pueblo de Israel, que es la Iglesia, que somos cada uno de nosotros, es claro y patente. Precisamente el profeta Isaías en el capítulo 5 canta el amor del Señor por su viña. Esa viña es el pueblo de Israel, es la Iglesia, somos cada uno de nosotros, que estamos llamados a dar fruto abundante.
     En este texto el amor del Señor por su viña hace que envíe viñadores a todas horas, desde el amanecer hasta el final de la jornada, con el único fin de que dé fruto y fruto abundante. Al final va pagando, uno por uno, a todos los que ha contratado y ha querido para trabajar en su viña.
     Como siempre y en este caso nos parece a todos lo más normal del mundo, es que el Señor le pague a cada uno según las horas y el tiempo contratados. Surge el asombro cuando se ve que a todos les paga lo mismo que a lo que habían sido ajustados los de la primera jornada, los primeros contratados y protestan y con razón. Esperaban más. Han soportado el calor del día y el peso de la jornada ¿Pero cuál es la moraleja de esta parábola?
     La gratuidad de Dios para el que generosamente trabaja con el Señor en su viña, tiene la recompensa en Él mismo como don y, como se dice en un himno precioso de Vísperas: “A jornal de gloria no hay trabajo grande”. En el fondo, es sencillamente el saber que la recompensa del que sigue a Cristo, es el mismo Cristo regalado. Los que llegaron primero han estado más tiempo con Él, han vivido los primeros momentos de la jornada y el estar con el Señor y la gratuidad del seguimiento tiene la recompensa de quien ha conocido el Amor de Dios y nos hace sentir la alegría y el gozo de quien se sabe bien pagado por su Amor y su Amistad.
     A veces, hacemos interpretaciones donde Dios sale mal parado ¿Acaso no se puede entender esta parábola como que Dios es caprichoso, incluso injusto? Lo que quiere recalcar la parábola es que y la lógica humana no es la lógica de Dios, que es siempre gratuidad un Amor que nos desborda, porque es desconcertante, pero no injusto ¿Acaso te molesta que sea tan bueno? 

+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

jueves, 14 de septiembre de 2017

REFLEXIONES PARA LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA



SEPTIEMBRE: La Iglesia, (IX)

     A la hora de ir desgranando, bajo forma de meditaciones, el Misterio de la Iglesia desde una perspectiva eucarística, no podía faltar una consideración sobre la relación de la Santísima Virgen María con la Iglesia tal y como nos la muestra la Liturgia y nos hace apreciarla la espiritualidad eucarística.
    María antes de contar con una fiesta litúrgica propia está presente en la profesión de fe de los cristianos (íntimamente ligada al Bautismo) y en las Plegarias Eucarísticas (pieza clave de la celebración eucarística). Si los símbolos de fe la vinculan sobre todo al misterio de la Encarnación del verbo, haciendo de su maternidad virginal un signo de la verdadera humanidad y divinidad de su Hijo; las Plegarias Eucarísticas la sitúan en el contexto de la mediación y alabanza eclesiales, tras la invocación del Espíritu Santo sobre los celebrantes (2ª epíclesis).

Lugar de María en la Iglesia.

     María no pertenece a la jerarquía ministerial de la Iglesia, ella es Madre, no vicaria ni apóstol. En cuanto Madre está por encima de tales autoridades, en cuanto discípula se somete a ellas. Como su Hijo la estuvo sujeto, y mientras, ella siguió siendo fidelísima servidora de Dios siempre pronta a la escucha de su palabra.
     Queda claro que, por su íntima unión con el Misterio del Redentor, participa de las “paradojas” que éste suscita. San Agustín bien destacaba que ella, siendo miembro de la Iglesia de su Hijo, es menos que la Iglesia, que la incluye a ella y a nosotros. Pero, a su vez, ella, en cuanto Madre, está por encima de la Iglesia y es su modelo por antonomasia.
     Al encarnarse en ella el Verbo, ella es constituida Madre, Madre de Dios y Madre nuestra. Por su actitud permanente de escucha obediente y amorosa de la Palabra de Dios, es miembro supereminente de la Iglesia. Su modo de ser Discípula de su Hijo es ser Madre nuestra. Causa ejemplar de toda la Iglesia, santificada por el Espíritu y reflejo fiel de su Hijo. Como enseñaba san Agustín Obispo, “para vosotros soy Obispo, con vosotros soy cristiano”. De María podemos decir que, para nosotros es Madre, con nosotros es discípula.

María modelo de participación en la Liturgia.

     San Juan Pablo II, puede ser que influido por los principios del profesor Jesús Castellano, carmelita descalzo, dedicó a María un capítulo en su “Ecclesia de Eucharistia. Allí María, con su actitud definitoria, de escucha obediente de la palabra de Dios, se ofrece como maestra de participación fructuosa de la Liturgia.
     Con su ciclo de celebraciones propias, en torno al año litúrgico, aparece como “eco” de su Hijo. Una constante ayuda para cuántos meditando sus celebraciones y  descubriendo la íntima conexión entre sus dogmas, están persuadidos de que con ella y como ella podemos ser madre, hermano, hermana de Jesús.
     La participación en el Misterio no es para ella causa de vanagloria ni provoca su engolamiento. Ella sigue pequeña y humilde servidora del Señor en la sencillez de su vida doméstica, llena de amor, y rumiando las cosas de su hijo en su retiro y soledad. ¡Quién mejor que ella para definir lo que ha de ser saborear en el corazón las palabras y gestos de Jesús! Que si como “Virgen del Magníficat” es modelo de proclamación de la Palabra y de alabanza a Dios, como “Virgen que guarda las cosas de su Hijo” es ejemplo  de adoración y contemplación.

La Iglesia Virgen y Madre.

     En María la Iglesia aprende que forma parte de su naturaleza propia la feminidad. Si la imagen y semejanza del Creador está en la unión del hombre y de la mujer, lo femenino es esencial para tener una visión completa de Dios. Lo femenino no puede estar ausente de la realidad eclesial.
     La promoción y correcta ubicación de la mujer en la Iglesia no depende tanto del hecho de que halla o no “sacerdotisas, ni de la reivindicación de “cuotas de poder femenino” (paridad).  Lo verdaderamente importante es que se valore la aportación de la mujer entre los discípulos. Que se reconozca la necesidad de las mujeres para desarrollar los planes de Dios. La promoción de la mujer está en mirar como ejemplo de conducta a María, admirar y acoger el testimonio de María, aceptar la santidad de tantas hermanas nuestras, que llenan el calendario cristiano.

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Qué papel tiene María en mi vida eclesial? ¿Puramente devocional o impregnado de sentido sacramental?
¿He orado alguna vez con el texto de las Plegarias Eucarísticas? ¿Qué significa para mí la mediación maternal de María?.
Para reforzar mi unión con la Iglesia ¿me dejo modelar conforme al modelo de Cristo? ¿Aprendo con María a seguir a Cristo en su Iglesia, mediante la oración y la adoración?