«¡ SOY YO, NO TENGÁIS MIEDO!»
Los que peregrinamos con frecuencia a
Tierra Santa estos lugares en torno al lago forman parte del paisaje de nuestra
fe.
Jesús ora a solas al Padre. Su vida es
fecunda porque vive la unión con el Padre que siempre le lanza a vivir
socorriendo a los que se debaten en el mar embravecido de la vida qué es un
hospital de campaña. Sin vida de oración puede que la Iglesia sea una ONG más
por su implicación social, para perder el sentido esencial de su misión el
encuentro con Cristo Redentor.
Surgen tormentas muy habituales en el mar
de la vida. El orante acude al grito de sus hermanos que sufren. Se acerca a
nosotros caminando por las aguas y calma una tempestad a punto de tragarnos.
El asombro de fe ante las maravillas de su
poder produce una auténtica conversión. Conversión que tiene su inicio,
continuidad y final en la humildad como Pedro... Apártate de mí que soy un
pecador...
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado
de España
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