«SEÑOR, SI MI HERMANO ME OFENDE,
¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONARLO?»
El seguimiento de Cristo lleva siempre
consigo la identificación con los proyectos de su corazón para vivir con sus
sentimientos. El evangelio de hoy nos coloca a todos contra la pared. La asignatura pendiente siempre de nuestra vida cristiana es el saber perdonar hasta el final.. Y
siempre, hasta setenta veces siete.
Dios Amor expresa su bondad en la profunda
identidad de perdonar siempre y todo. Es un perdón que significa ponerse en el
lugar del otro. Es vivir siempre sabiendo que tenemos un Padre que nos ofrece
incansablemente su perdón cuando volvemos cansados y agobiados de la vida. El
carnet de identidad del Señor es su perdón, que forma parte de la revelación de
la profunda bondad del Corazón.
Cuántas veces tenemos que perdonar? Es la
pregunta del millón. La que todos nos hacemos cuando tratamos y convivimos con
personas difíciles. Nos defendemos con uñas y dientes. Es verdad que Dios nos
quiere felices no amargados. Sigue siendo impresionante lo que decía el P. Lacordaire, “quieres ser feliz un
instante, véngate; quieres ser feliz toda la vida, perdona”. El perdón ofrecido aunque cueste es la
prueba del algodón de que estamos en la caridad del Señor.
El proceso del perdón es lento. Cuántas
personas antes de morir han manifestado la paz que experimentaron cuando por
gracia de Dios se abrieron al perdón. La primera condición en el proceso del perdón es la voluntad de
perdonar. Segundo, saber que nosotros también somos vulnerables a la ofensa y capaz de ofender. Tercero, el olvido en el perdón es una sanación que no
siempre llega, por eso podemos decir con aquella madres en Italia que habían
asesinados a sus hijos los terroristas y lo decían delante del papa Juan Pablo
II, “aunque nos cueste olvidar perdonamos...”. Por último buscar en el proceso
un gesto concreto para hacer llegar a la persona nuestro perdón.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España
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