«… ALLÍ ESTOY YO CON ELLOS»
La corrección fraterna es tan necesaria como
difícil, muy difícil de
hacerla bien. Cuando Jesús corregía lo hacía con la maestría y el amor de quien
corrige poniéndose en el lugar del otro. Muchas veces nuestras correcciones
fraternas son más desahogo personal de pegarle en la cresta, que propiamente
enseñarle y educar en el arte de que cambie de conducta.
Mi experiencia es que pocas veces me han
corregido bien. Muchas veces no era el momento ni la intensidad. De hecho pocas
veces me ayudó. Jesús es un Maestro en el arte de corregir bien. Recordemos a
Pedro herido que ha negado a Jesús tres veces y el Señor subraya que le sigue
amando... Apacienta mis ovejas.
La corrección fraterna necesaria en la
vida de la Iglesia, de la comunidad, tiene que llevar el sello de la firmeza
humilde, como una madre
corrige a su hijo, como un padre médico interviene a su hijo en una operación
delicada haciéndole el menos daño posible y siempre para sanar.
Es verdad que puede haber personas que no
se dejen ayudar. Que no quieren cambiar ni rectificar su conducta. ¿Qué hacer
entonces?, Díselo a la comunidad. Sigue rezando por El. Tú has cumplido con tu
misión. Sin culpabilidades tontas, que sepa que estas siempre abierto a la
ayuda necesaria.
+ Francisco Cerro Chaves -
Arzobispo de Toledo
Primado de España
No hay comentarios:
Publicar un comentario