«VELAD, PORQUE
NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA»
Poco a poco nos acercamos al final del año
litúrgico. Todos los textos evangélicos tocan lo que se llama los novísimos,
muerte, juicio y salvación o condenación. Mateo narra la parábola de las diez vírgenes,
diez doncellas. Cinco eran sensatas y cinco necias. Es un canto para estar
preparados qué es lo que el Señor nos insiste. Es vivir con esperanza.
El Señor viene en la noche. Su llamada es para que le esperemos como dice un
prefacio de Adviento, velando en oración y cantando la alabanza. La actitud de
saber esperar es siempre la de un corazón que escucha, como el aceite que
ilumina nuestra vida. La enseñanza de esta parábola nos lanza a estar preparados, a vivirlo todo por
Cristo con Él y en Él.
Las cinco sensatas conocen al Esposo que
viene en la noche, no para cogernos in fraganti, sino sabiendo que la fidelidad
es necesaria en el amor. Tienen el aceite en el corazón que les da la fortaleza
para no dormirse en la rutina. Son sensatas porque el amor les mantiene en vela
y les hace vivir en la alegría de quien ha conocido el Amor.
¿Cuál es el fallo de las necias? Son
también cinco. El fallo garrafal es no darse cuenta de que hay que vivir la
santidad aquí y ahora. No se puede aplazar la entrega pensando que al final se
arreglará. Porque al final ya no hay arreglo. Se han desperdiciado demasiadas
gracias. Ya no hay tiempo para más. Al final de la vida el que se salva sabe y
el que no, no sabe nada, decía Calderón de la Barca en el gran teatro del
mundo.
+ Francisco Cerro Chaves -
Arzobispo de Toledo
Primado de España
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