TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 23 de diciembre de 2017

DOMINGO 24 DE DICIEMBRE, 4º DEL ADVIENTO



«AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR; HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA»



     Ella, la Virgen Madre “le esperó con inefable amor” materno. No quiso, el Señor del universo y de la historia, renunciar al gozo de ser acunado en la noche de Belén y en Nazaret, por una Madre que dijo “SÏ” sin condiciones a Aquel, que enviado de parte de un Dios Padre enamorado de la doncella de Nazaret, le pedía permiso para ser puerta de entrada del Redentor en el mundo.
     En este domingo, María se convierte en aquella mujer que tiene en su seno la esperanza deseada y que nos invita a esperarlo en la noche de la fe, en la alegría de que es siempre puntual a la cita, aunque se haga esperar y que nos pide tres actitudes del corazón.
     La alegría de saber, ésta es la primera señal de autenticidad, de que estamos en la voluntad de Dios, porque ni el enemigo, ni el mundo saben proporcionarnos alegría de verdad. Como mucho la disfrazan, pero no saben darla en plenitud. La alegría es “la prueba del algodón” de que Dios está presente en nuestras vidas.
     Hay una segunda llamada a no tener miedo; “No temas, María” porque has hallado gracia delante de Dios. El miedo no debe ser nunca la tierra que pisamos los cristianos. Es la confianza en un Dios enamorado, el que nos lleva a vivir en la esperanza cierta de que el Señor cumple sus promesas. El miedo, aunque es humano, acaba haciéndose inhumano y tremendamente triste. Sólo la confianza nos hace recobrar la alegría de verdad. Podemos sentir miedo, el mismo Jesús lo experimentó, pero hay que atravesarlo, no quedarse en él, pues “sabemos de quien nos hemos fiado”.
     Por último se nos invita a creer en el Dios de lo imposible.  El único Dios que existe y puede existir, el Dios de lo imposible. En el que creyó María y la Iglesia que sabe que después de todas las noches viene galopando el Amor y que se alegra con que  Dios ame tanto nuestra pobreza y que se enamore de Aquella que dijo “El Señor ha mirado la humillación de su esclava”.
     Esperemos al Redentor, como María, “con amor materno” y no dejemos nunca de abrir nuestro corazón al que viene en la noche para iluminar todas nuestras oscuridades con la Luz de un amor asombroso.
     Ya tocamos la Navidad, ya se divisa el portal de Belén

+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres


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