«VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS
CANSADOS, Y YO OS ALIVIARÉ»
Este es el evangelio donde Jesús con su corazón manso
y humilde hace
la única promesa de su corazón de ser en todos los momentos de nuestra vida
nuestro descanso. Durante toda la lectura del evangelio de Mateo que se inició
presentando el Reino de Dios con las bienaventuranzas como carnet de identidad
de un cristiano, acaba aterrizando en que la clave de vivir las bienaventuranzas
es tener un corazón manso y humilde para encontrar el verdadero descanso del vivir
Cuando puede resultarnos complicado el
seguimiento de Cristo. Cuando las aplicaciones del evangelio pueden aparecer
exageradas y que no podemos con ellas, hay que contemplar al Señor de Corazón
abierto y saber que por Cristo, con El y en El, hacemos camino al andar. No es cuestión
de puños y menos de ponerse nervioso... es más bien dejarse en sus manos,
con su gracia, con una confianza, de que todo lo podemos en Aquel que nos
conforta.
Siempre que nos tomamos en serio el seguimiento
de Jesús tenemos el peligro de confiar solo en nuestras propias fuerzas. Es
quedarse en que ser cristiano es una especie de ser un rambo, un supermán y nos
encontramos que nos vamos convirtiendo en constructores de fracasos, hasta
llegar un momento en que tiramos la toalla pensando que no hay nada que hacer.
Siempre la comunión entre la gracia y nuestra colaboración desde una profunda
humildad, es donde nos jugamos la santidad.
A vivir con los sentimientos de su Corazón
se llega con la confianza de la sabiduría de los pobres. Es aprender
contemplando a tener un corazón manso y humilde. Viviendo en el asombro de
quien ha conocido el amor y sabe cómo María creer en el Dios de lo imposible.
+ Francisco Cerro Chaves -
Arzobispo de Toledo
Primado
de España
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