TIEMPOS LITURGICOS

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sábado, 21 de septiembre de 2019

DOMINGO 22 DE SEPTIEMBRE DE 2019, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO

«NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO»


     No podemos servir a Dios y al dinero. Una sentencia tan clara de Jesús y nada fácil de vivir sin la gracia del Señor. ¿Dónde radica la dificultad? Siempre me impresiono en el proceso de conversión espiritual del beato Carlos de Foucauld, que atraído por la simplicidad del Islán, no llego nunca a dar el paso, porque al no valorar la pobreza, ni la castidad, no veía que era la verdad plenamente revelada.
     Jesús nos descubre que el corazón no se puede compartir. Si damos el corazón al dinero, se esfuma el amor a Dios y al prójimo. Si damos el corazón al Señor, el atractivo del mundo se pierde, y le crecen al alma para volar las alas del amor y de la libertad. Existe una imposibilidad de servir a Dios y el dinero. Siempre se opta por uno o por el otro. Quererlo reconciliar en el fondo es no conocer el corazón humano, que no puede servir a dos señores a la vez.
     La clave. Solo puede ser pobre evangélicamente quien tiene a Cristo como riqueza. Cuando el Señor toma posesión de nuestra vida, como nuestra gran riqueza, se vive con lo justo y necesario, aunque también es verdad que nunca nos falta de nada, y que el Señor nos da mucho más de lo que ningún corazón humano puede soñar. Su generosidad es sin límites para quien le sirve. Cuando el corazón humano está vacío hay que llenarlo con lo que sea. Cuando está lleno de la riqueza del amor de Dios, se descubre que necesitamos pocas cosas para ser felices y que las necesitamos poco.
     Por último el peligro inmenso del dinero, el “dios mamom”, que absorbe todas nuestras energías y no nos deja amar. Las riquezas cuando se instalan en el corazón humano, se convierten en la dictadura que no deja ni amar, ni volar. San Juan de la cruz pone el ejemplo de que un ave no puede volar si está atado a un tenue hilo o a una cadena de oro. Dar el corazón a las riquezas hace estéril el seguimiento de Cristo. Nos desfondamos. Perdemos el norte… y lo más grave es que acabamos perdiendo a quien está llamado a ser la riqueza de nuestra vida.
 + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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