TIEMPOS LITURGICOS

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jueves, 21 de junio de 2018

DOMINGO 24 DE JUNIO DE 2018, 12º DEL TIEMPO ORDINARIO EN LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE JUAN EL BAUTISTA

«JUAN ES SU NOMBRE»



     Es curioso, pero San Juan Bautista no recibió el mismo nombre que su padre Zacarías, que quiso y tenía que ponerlo él, sino que el nombre fue Juan que significa “fiel a Dios”. Al coincidir este domingo con el nacimiento de San Juan Bautista la Iglesia lo celebra como “el mayor nacido de mujer” que dirá Jesús.
     La Iglesia sólo celebra la Natividad de Jesús (25 de diciembre), la Natividad de María (8 de septiembre), y la Natividad de San Juan Bautista. Esto  nos sugiere la importancia y la clave del precursor del Mesías que es como el que cierra el Antiguo Testamento y nos invita a vivir el inicio del Nuevo Testamento que tiene a Jesús Redentor del hombre como su centro y cumbre.
     Tres características nos pueden ayudar en este pasaje de Lucas que nos lanzan como a Juan Bautista a vivir preparando siempre el camino del Señor y a ser fieles a los proyectos de su Corazón:

1.  La espiritualidad de San Juan Bautista no es todavía plenamente de Jesús de Nazaret. Juan Bautista es profundamente humilde y ahí radica su grandeza, pero tendrá que recorrer caminos áridos hasta que llegue a dar la vida por la Verdad, que es Cristo. Después de pasar por la noche oscura del calabozo y de las dificultades para creer en el mesianismo de Jesús, cuando se da cuenta que aparentemente el Señor no cumple sus promesas y nos deja en la estacada pues en su vida no se cumplió que el Mesías venía a librar a los encarcelados de las prisiones injustas.
Juan Bautista es persona humana, Jesús es persona divina, es “grito” que a veces da miedo y asusta. Jesús es “la Palabra” que nos enamora con su ternura y que hasta los niños se acercan porque no transmite miedo ni angustia. Juan provoca el grito, la denuncia, el ponerle las pilas a todos, Jesús es siempre buena noticia para el que sufre.

2.  El Bautista, que sobre todo es denuncia, que vive en el desierto, viste extravagantemente y se alimenta de un modo llamativo, no es Jesús, que vive entre la gente en Nazaret, aunque vaya al desierto a la oración, viste con normalidad, “pasó por uno de tantos” y come con normalidad en la mesa de la gente hasta ser tachado de “comilón y bebedor”

3.  Por último Juan es grito, es balbuceo, pero no es la Palabra que “se hizo carne y habitó entre nosotros” Jesús es el que indica Juan Bautista como “Cordero que quita el pecado del mundo”. Debemos mirar al Señor que indica Juan con el dedo, pero no nos quedemos mirando al dedo que indica. Miremos y contemplemos al que Juan con su vida y su testimonio nos lanza, a Jesús, que nos abre su Corazón como Redentor del mundo y nos lanza a vivir sembrando la tierra de la alegría del Evangelio que es la Buena Noticia a los pobres y que viven sin esperanza.


+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres


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