10 CONSEJOS DE SAN BENITO PARA MEJORAR LA VIDA DIARIA
Quizás hayan
pasado 1500 años de su muerte, pero sus ideas tienen una validez eterna…
ESCUCHAR
(ESCUCHA, HIJO…)
Así empieza la Regla. Para escuchar,
primero debemos mantener silencio. Lo cierto es que, para un monje benedictino,
hablar sin necesidad, sin decir nada de valor, era algo que se castigaba. La
mayoría de nosotros no estamos ceñidos a semejante nivel de rigor, pero, en
efecto, el silencio nos permite
reflexionar sobre nosotros mismos y ser más atentos a los demás, nos ayuda a ser más pacíficos y nos pone en presencia de Dios.
EL TRABAJO NOS AYUDA A CONSERVAR LA MENTE SANA
“La ociosidad es
la enemiga del alma”, escribe Benito,
que mandaba a sus monjes dividir su tiempo entre el trabajo, la lectura y la
oración, de forma tal que desarrollaran un equilibrio entre cuerpo, mente y
alma.
TRANSFORMAR TODA TAREAS EN ORACIÓN
Para san Benito,
toda tarea participa de la obra creadora de Dios y del sufrimiento de Cristo. El trabajo debería considerarse como un servicio al
prójimo y una forma de oración.
NUESTROS DÍAS DEBERÍAN SEGUIR UN RITMO
En un monasterio,
la Regla impone un tiempo para todo:
para rezar, trabajar, leer, meditar… Estos antiguos
principios se siguen enseñando, en esencia, como parte de las habilidades de
gestión del tiempo en escuelas de negocios y en libros de autoayuda,
animándonos a establecer ciertos tiempos de inicio y de finalización para cada
tarea.
SER ATENTOS CON LOS DEMÁS
Para San Benito,
el respeto debe caracterizar todas nuestras relaciones con las personas.
“Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo”, dice san Benito en
la Regla, en especial “al recibir a pobres y peregrinos”. Si todos somos atentos y considerados con el prójimo —incluso con nuestros enemigos—, contribuiremos a construir un mundo que refleje el
amor de Dios.
PRACTICAR LA DISCIPLINA
El santo abad decía a sus monjes que
pusieran fin de forma puntual a cualquier cosa que estuvieran haciendo cuando
llegara el momento de pasar a otra tarea, por difícil que fuera hacer el
cambio, en obediencia a la voluntad de Dios. Quizás no tengamos a un abad que
nos dicte cuál es nuestro horario, pero forzarnos a nosotros mismos a seguir un programa bien diseñado nos libera realmente
de la esclavitud de nuestros impulsos.
LEER A MENUDO PARA NUTRIR MENTE Y ALMA
San Benito hacía que sus monjes dedicaran
una parte importante del día a leer la Escritura
u otros libros edificantes, entre periodos de trabajo, oración y la cena. Leer buenos libros puede darnos ideas frescas,
hacernos más empáticos, ensanchar nuestra mente y enseñarnos sabiduría del
pasado y del presente.
ENTENDER Y RESPETAR NUESTRAS PROPIAS PRIORIDADES
Para los monjes,
la mayor prioridad es buscar a Dios, en especial en la oración. La Regla entera
se organiza en torno a este principio. San Benito repite una y otra vez, con
fórmulas que varían ligeramente: “Nada absolutamente antepongan a Cristo”. Tenemos que saber cuáles son nuestras prioridades y
respetarlas en la manera en
que empleamos nuestro tiempo.
HACER LAS PACES CON LOS DEMÁS
En diversos modos y circunstancias, San
Benito insta a sus monjes a disculparse siempre que pudieran haber ofendido a
otro. Les recuerda el requerimiento de la Sagrada Escritura: “Busca la paz y síguela” y el bien de
“reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia”. Esto nos ayuda a crecer en
bondad, además de a contribuir a la estabilidad de la comunidad.
VIVIR CADA DÍA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO
El santo abad decía a sus monjes que debían “tener la muerte presente ante los ojos cada día”. Esto nos ayuda a recordar nuestras prioridades y centrarnos en lo esencial. Quizás no seamos monjes, pero los monjes sí son personas como el resto de nosotros y la naturaleza humana no cambia. El entendimiento que tenía San Benito de la humanidad continúa siendo valioso hoy día. Confiamos en que estos consejos nos iluminen o nos recuerden algunas formas que tenemos para ser más felices y mejores personas, con la ayuda de Dios.
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