«¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!»... «BIENAVENTURADOS
LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO»
Solo
poniendo a Jesús en medio de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra
comunidad renace la vida. Sin Jesús no hay salida, seguiremos siendo cristianos
de puertas cerradas por nuestros miedos e incoherencias. Tres son las claves de
la transformación de los apóstoles por la
presencia viva de Jesús en medio.
Primero es
necesario estar unidos al unísono con el Corazón de Jesús que nos hace caminar
y madurar en una fe viva, una esperanza cierta qué nos lanza a vivir de la caridad. Es en el cenáculo donde con Jesús en la Eucaristía se pone
en medio de la comunidad de los apóstoles que heridos por el pecado y el
escándalo de la cruz deben recuperar la esperanza de que Dios sigue vivo y
actuando plenamente en nuestro mundo y nuestra tierra.
Segundo estar con
la comunidad es no perderse las gracias fraternales y comunitarias qué solo se
reciben unidos en comunidad. Abierto a los hermanos. Sembrando comunión pues siempre es infinitamente más lo que nos une que lo que
nos separa. Sembremos comunión y recogeremos fraternidad y vida de justicia y
santidad. El cenáculo será siempre para la Iglesia y para todos, el nacimiento
a una vida nueva y entregada como servicio a los más pobres y necesitados.
Por ultimo a los
ocho días se presenta en medio y les muestra las llagas de su cuerpo. Hablan de
amor y vida entregada. Es necesario afirmar en la fe que el Resucitado es el crucificado del
viernes santo.
Jesús nos presenta
su costado abierto como cantó el poeta. “El viene con tres heridas; la del
amor, la de la muerte y la de la vida”. Es necesario vivir el cenáculo para salir a
evangelizar, a decirle a cada persona
que nos encontremos en nuestro camino, tú eres precioso para Dios.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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