QUIEN NO RECIBA EL REINO DE DIOS
COMO UN NIÑO, NO ENTRARÁ EN ÉL»
La
versión de Marcos de este conocido pasaje es como si la doctrina cristiana
respirase con dos pulmones: el de la exigencia de los mandamientos y la gracia
que se da principalmente a los que se hacen como niños, a los que se fían
totalmente del Amor de Dios.
Jesús ratifica la doctrina sobre el
divorcio. Por
la dureza del corazón el Señor permite tantas cosas pero Él siempre vuelve al
proyecto original del Amor de Dios. Proyecto de felicidad que sólo cumpliéndolo
seremos libres.
Jesús
sabe, como sabe también la Iglesia hoy que en todos los temas claves que
afectan a la felicidad de la persona siempre hay enemigos y detractores al
acecho, muchos que no se acercan al Señor con tan buena voluntad y que, como
repite San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, no están
dispuestos a “salvar al sujeto”, es
decir siempre piensan mal y van a tratar de ponernos contra las cuerdas a
Cristo y a su doctrina.
Jesús
sale de esta situación tan embarazosa siempre volviendo a las raíces, a beber
de la fuente primera. Al principio no fue así por nuestra cabezonería. El Señor coloca las cosas en su sitio
y nos da su gracia para que vivamos las exigencias del Amor
que no hace ninguna concesión al egoísmo.
Por otra parte una vez más pone en el centro
del Evangelio a los niños “de ellos es el Reino de los cielos”.
No se queda el Señor en lo anecdótico, ni se va por las ramas. Pone a un niño
en el centro de la vida evangélica cuando acaba de volver la doctrina a su origen,
tal como salió del proyecto de Amor de su Padre Dios que no tiene más que “una
manía” y es que si le dejamos nos hará inmensamente felices. Los niños confían siempre en sus padres, se abandonan
en sus brazos. Por otra parte viven el momento presente y no se angustian por
el pasado que no tienen ni por el futuro
que no existe. Viven en el gozo
y en la alegría de saber que el Amor de Dios es más fuerte que el dolor,
el pecado y la muerte.
Una
vez más el Evangelio nos hace volver a la doctrina original vivida
con la sencilla humildad de los que tienen el corazón de niño.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo
de Coria-Cáceres
No hay comentarios:
Publicar un comentario