TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 4 de febrero de 2017

DOMINGO 5 DE FEBRERO DEL 2017, 5º DEL TIEMPO ORDINARIO

«VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO»



     Somos llamados a iluminar a un mundo triste y a oscuras.  A dar sabor a la vida, a una tierra que se vuelve insípida cuando se aleja del Amor de  Dios y del servicio a los pobres.
     Tanto la luz como la sal están llamadas a desaparecer.  Tanto si quieren dar luz, como si quieren dar sabor. La luz es siempre la que nos hace salir de nuestras oscuridades, de las tinieblas del pecado, para vivir en el gozo de que todo se ilumina y se esclarece cuando vivimos en el Amor de Dios.
     Con la sal ocurre que nunca se presenta como un alimento lujoso. No conozco saleros de oro o plata. Es más, para condimentar, dar sabor y preservar de la corrupción, la sal debe desaparecer. La sal es un alimento humilde que sólo se presenta en recipientes humildes.
     Así es la vida de un cristiano, es siempre dar sabor a la vida, es saber que cuanto más fecunda es una vida más tiende a ocultarse, a desaparecer. Lo había dicho Jesús “si el grano de trigo no cae en tierra, no desaparece, no muere y no cae en el surco, no da fruto”. Hay que morir para vivir. El sabor de la vida es el amor que debe condimentarlo todo.
     Volvamos a lo que provoca la mayor santidad, la mayor alegría, lo que ilumina el mundo, el unirse a Jesús, a su Corazón, a su proyecto y, en su humildad como la sal, desaparecer por convertirse y ser el sabor que tanto necesita nuestro mundo, harto de unas relaciones insípidas y superficiales. ¡Cuánta gente vuelve a casa sin haber experimentado, ni un momento, que ha sido amado de verdad! ¡Cuántos jóvenes cuando vuelven a casa, después de una noche divertida, descubren que no han vivido nada que merezca la pena y sí descubren que han sido instrumentalizados!
     Es preciso volver a vivir a Jesús como la Luz, como la Sal de la vida. Es Él, el Amor que todos necesitamos. Perderse a Jesús es perderse lo mejor de la vida. Es no saber vivir a tope la alegría del Evangelio. Es no iluminar tantos rincones, a oscuras, de una humanidad a veces sin futuro y una sal que falta para dar sabor a la vida.
     ¡Cuántas veces Jesús habría visto a su madre sazonando la comida con sal o tomando la luz para que iluminara! Estas sencillas catequesis, enseñanzas de la vida familiar, Jesús las explica con un sabor nuevo y nos lanza a vivir siendo la sal de la tierra y la luz del mundo.

+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres  

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