TIEMPOS LITURGICOS

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sábado, 10 de agosto de 2024

LA VIRGEN MARÍA FUE ASUNTA AL CIELO, EN CUERPO Y ALMA 


     Assumpta est María in Caelum

…y se extendió por toda la Tierra, como un perfume, la Devoción a Nuestra Señora, que era una quintaesencia de su presencia en la Tierra…

  El dogma de la Asunción de Nuestra Señora fue ardientemente deseado por las almas católicas del mundo entero, porque es una afirmación más a respecto de la Madre de Dios que la coloca completamente fuera de paralelo con cualquier otra mera criatura y justifica el culto de hiperdulía que la Iglesia le tributa.

  Nuestra Señora tuvo una muerte suavísima, tan suave que es calificada por los autores, con una propiedad de lenguaje muy bonita, la “Dormición de la Bienaventurada Virgen María” (Dormitio Beatae Mariae Virgine), indicando que Ella tuvo una muerte tan suave, tan próxima de la resurrección, que a pesar de constituir verdadera muerte, entretanto es más parecida con un simple sueño. Nuestra Señora después de la muerte resucitó como Nuestro Señor Jesucristo, fue llamada a la vida por Dios y subió a los Cielos en presencia de todos los Apóstoles allí reunidos, y de muchos fieles.

 Esa Asunción representa para la Virgen santísima una verdadera glorificación a los ojos de los hombres y de toda la humanidad hasta el fin del mundo, bien como anticipación de la glorificación que Ella debería recibir en el Cielo.

   La Iglesia Triunfante entera va a recibirla con todos los coros de ángeles; Nuestro Señor Jesucristo la acoge; San José asiste a la escena; después Ella es coronada por la Santísima Trinidad. Es la glorificación de Nuestra Señora a los ojos de toda la Iglesia triunfante y a los ojos de toda la Iglesia militante.

  Con certeza en ese día, la Iglesia purgante también recibió una efusión de gracias extraordinarias. Y no es temerario pensar que casi todas las almas que estaban en el Purgatorio fueron entonces liberadas por Nuestra Señora en ese día, de manera que allí hubo igualmente una alegría enorme. Así podemos imaginar como fue la gloria de nuestra Reina.

   Algo de eso se repetirá – creo – cuando fuere instaurado el Reino de María, cuando viéremos el mundo todo transformado y la gloria de Nuestra Señora brillar sobre la Tierra.

(Profesor Plinio Correa de Oliveira el 14 de Agosto de 1965)

LA DEFINICIÓN DOGMATICA

   Asunción significa que María fue llevada en cuerpo y alma al cielo por el poder de Dios, a diferencia de la Ascensión del Señor que lo hizo por su propio poder. El Papa Pío XII, en la Bula “Munificentissimus Deus”, del 1 de noviembre de 1950, proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de María con estas palabras:     

"Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste" (Dz. 2333).

EXPLICACION DEL CONTENIDO DEL DOGMA

 De la definición pontificia conviene destacar dos aspectos importantes:

1.-Que la Asunción de María ocurre inmediatamente después del término de su vida mortal y,

2.-Se hace hincapié en la glorificación de su cuerpo más que en la glorificación de su alma, como se explicará a continuación.
     -Cumplido el Curso de su vida terrena:

   La Asunción de María, ocurre inmediatamente después del término de su vida inmortal, así pues, para entender correctamente esta frase hay que considerar las siguientes cuestiones:

a) el significado de la fórmula:  La fórmula significa que la Asunción de María no hay que aplazarla hasta el final de los tiempos, como sucederá con todos los hombres, sino como hecho que ya ocurrió; y, además que el cuerpo santísimo de la Virgen no sufrió descomposición alguna, como ocurre con los cadáveres.

b) la intención del Papa al usar dicha fórmula y no otra:  El Papa quiso prescindir de la cuestión de la muerte de María en la fórmula definitoria, y por ello la expresión utilizada es igualmente válida, tanto si se entiende que la Virgen murió al final de su vida terrena, cuanto si se piensa en la glorificación del cuerpo mediante la donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte.

c) las posibles conclusiones: En la Bula aparece repetidas veces el tema de la muerte de María, pero ello (estudiado bien el texto), no favorece ni niega la postura contraria. Hay que decir, en resumen, que aún no se ha llegado a una solución definitiva sobre este punto.
     -La glorificación celeste del cuerpo de Santa María:

   Este es el elemento esencial del dogma de la Asunción. Enseña que la Virgen, al término de su vida en este mundo, fue llevada al cielo en cuerpo y alma, con todas las cualidades y dotes propias del alma de los bienaventurados e igualmente con todas las cualidades de los cuerpos gloriosos. Se trata, pues, de la glorificación de María, en su alma y en su cuerpo, tanto si la incorruptibilidad y la inmortalidad le hubieren sobrevenido sin una muerte previa como si le hubiesen sobrevenido después de la muerte mediante la resurrección.

  Una vez visto el contenido del dogma, con más fuerza y claridad se aprecia el hincapié que se hace sobre la glorificación corporal de María (más que la de su alma), si tenemos en cuenta lo siguiente:

a) María estuvo exenta de todo pecado: del original y del actual.

b) Tuvo plenitud de gracia y santidad correspondientes a su condición y dignidad de ser la Madre de Dios.

c) El premio o castigo del alma (para todos los hombres) es inmediato a la muerte.  Por consiguiente, resulta sencillo entender que el premio del alma de María (por su excelsa santidad) estaba ya decidido, esto es, su glorificación; por ello, resultaría superflua la definición si no tratara sobre todo de la glorificación inmediata del cuerpo, que es en lo que consiste el privilegio de la Asunción.

FUNDAMENTOS O RAZONES DE ESTE DOGMA

   La definición pontificia sobre la Asunción de María estuvo precedida, desde muchos siglos atrás, de múltiples razones teológicas y testimonios que llevaron (en su momento) a la feliz proclamación de este dogma mariano. Las principales razones fueron las siguientes:

-La creencia universal de la Iglesia.

 Desde los primeros siglos hasta nuestros días, la unanimidad de la fe del pueblo cristiano, quedó de manifiesto con la respuesta unánime y afirmativa de todos los obispos del mundo (que a su vez representaba al pueblo fiel de todo el orbe), a la consulta que sobre la definibilidad de la Asunción de María hiciera el Papa Pío XII en el año de 1949.

-El testimonio de los Santos Padres.

  La Tradición de la Iglesia, expresada en sus Padres y Doctores, pone de manifiesto su intuición y su fe en esta verdad, la cual se refleja ejemplarmente en los autores que enseguida se citan.
    
San Juan Damasceno, en el siglo VII, escribe: "convenía que aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad, conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte; convenía que Aquella que había llevado en su seno al Creador, hecho niño, habitara en la morada celeste; convenía que la Esposa de Dios entrara en la casa celestial; convenía que Aquella que había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo contemplase sentado a la diestra del Padre; convenía que la Madre de Dios poseyera lo que corresponde a su Hijo y que fuera honrada como Madre y esclava de Dios por todas las criaturas.

     San Germán de Constantinopla, del siglo VII: "Así como un hijo busca y desea estar con la propia madre, y la madre ansía vivir con el hijo, así fue justo también que Tú, que amabas con un corazón materno a tu Hijo y Dios, volvieses a Él. Y fue también muy conveniente que Dios, que te amaba como Madre suya, te hiciere partícipe de la comunidad de vida con Él mismo. De esta forma, Tú, habiendo sufrido la pérdida de la vida, propia de las cosas caducas, has emigrado a las moradas que durarán por los siglos, allí donde mora Dios, junto al que Tú vives, oh Madre de Dios, sin separarte de su compañía".

  Recogiendo la doctrina de sus predecesores, Juan Duns Scoto, en el siglo XIV, podía afirmar: "Convenía, Dios podía hacerlo, luego lo hizo".

 -Los grandes privilegios marianos.

  El fundamento del dogma de la Asunción de María se desprende y es consecuencia de los anteriores dogmas marianos. En efecto, si por la plena asociación de María a la persona y a la obra de su Hijo se debió su redención anticipada; por esa misma razón, convenía también su glorificación anticipada, su asunción corporal, como veremos enseguida:

  a) Por su Inmaculada Concepción.- 

  b) Por su divina Maternidad.- Si Adán y Eva introdujeron en el mundo la muerte del alma, que es el pecado y, con él también la muerte del cuerpo, que es la corrupción; Cristo, por el contrario, introduce la vida del alma (que es la gracia), y la inmortalidad del cuerpo por medio de la resurrección. Por estas dos consideraciones, María que es Madre de Cristo y Madre de los hombres, es lógico que  la que es causa de vida y antídoto contra la muerte, Ella, no permanezca en el sepulcro presa de la misma muerte.   Así pues, dado que nuestro Redentor es Hijo de María, su glorificación anticipada parece ser exigida: Cristo que pudiendo dar a su Madre tanto honor y tanta gloria, necesariamente lo hizo.

c) Por su perpetua virginidad.- Finalmente la virginidad perpetua de María, nos conduce a la conveniencia de su incorruptibilidad. Cuando pensamos en el cuerpo santísimo de María, tan divinamente poseído de Dios, no se concibe que sea presa de la corrupción; por ello puede afirmarse que su misma virginidad exige los esplendores de la glorificación corporal.

CONSECUENCIAS PARA LA FE Y LA PIEDAD

a) La Asunción de la Virgen es un argumento prueba de que todos los hombres, de los que Ella es Madre, estaremos también en el Cielo con nuestro cuerpo glorificado: si aprendemos a gastar la vida en el cumplimiento de la voluntad de Dios como lo hizo Santa María.

b) María es nuestra esperanza, pues en Ella se ha dado con plenitud lo que todo hombre está llamado a ser al final de los tiempos. María es nuestro consuelo, ya que podemos dirigirnos a Aquella que antes de nosotros recorrió este valle de lágrimas y ahora fija sus ojos en la luz eterna. María es nuestro refugio porque con su ternura nos devuelve la paz y, por su poderosa intercesión nos sabemos amparados. Glorificada anticipadamente, vive en el cielo con una solicitud maternal y amorosa por todos sus hijos.


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