INDULGENCIA PLENARIA Y EL SANTO TRIDUO PASCUAL
Durante la Semana Santa podemos
ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si
realizamos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede.
obras que
gozan del don de la indulgencia plenaria en semana santa
Jueves Santo
1.- Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del "Tantum Ergo" ("Adorad Postrados este Sacramento…").
2.- Si visitamos por
espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para
adorarlo.
Viernes Santo
1.- Si asistimos
piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión
del Señor.
Sábado Santo
1.- Si rezamos juntos el Santo Rosario.
Vigilia Pascual
1.- Si asistimos a la
celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) y en ella
renovamos las promesas de nuestro Santo Bautismo.
CONDICIONES:
Para ganar la Indulgencia
Plenaria además de haber realizado la obra enriquecida se requiere el
cumplimiento de las siguientes condiciones:
a.- Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso
venial.
b.- Confesión sacramental, Comunión eucarística y
c.- Oración por las intenciones del Sumo Pontífice.
Estas tres condiciones pueden cumplirse unos días
antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia
Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del
Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra.
Es oportuno señalar que con una sola
confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. Conviene, no
obstante, que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la
Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón. En cambio,
con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del
Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria.
La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.
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