TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

viernes, 7 de abril de 2017

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR


« ¡BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR! »



     La pasión de Cristo es la declaración de amor de Dios a cada persona humana. Es el “te quiero” que, una y otra vez, nos va a recordar el Señor en nuestras horas bajas, cuando no podemos más. Aquello que le dijo el Señor a Santa Ángela de Foligno: “No te he amado en broma”. Es un amor tan en serio, tan dramático, tan total, que entrega su vida por amor muriendo en la Cruz.
     La pasión, según San Mateo, nos presenta un Jesús Maestro. Que enseña y predica desde el dolor. Es un Cristo que después de haber proclamado las Bienaventuranzas (Mt.5) ahora las vive en su propia carne, viviendo su pasión con un corazón ilimitadamente bueno, manso, humilde y pobre, que lucha por la justicia. Todo esto se refleja en la pasión donde Jesús entrega su vida por amor como Maestro y Pastor, llevado a la cruz como “cordero llevado al matadero” (Is. 53.7).
     El Cristo de la pasión también es un Cristo que exige la identificación con su proyecto de amor con su persona y su enseñanza, capaz de entregar la vida para que otros tengan vida y la tengan en abundancia.
     La pasión comienza con la entrada triunfal en Jerusalén, la ciudad que no quiso acogerle, donde Jesús va a morir y a resucitar. Dicen los rabinos judíos que Dios le dio al mundo diez bellezas, nueve se las dio a Jerusalén y el resto se las dio al mundo. A la hora de dar el sufrimiento, el Señor le dio nueve a Jerusalén y el resto al mundo. Jerusalén, va a ser el lugar de la trituración de Jesús, donde va a ser machacado, llevado a la cruz con todos los crucificados de la historia.
     En el fondo, la cruz y el dolor, forman parte de la vida humana. Sin entrega de la vida, sin la carga de la cruz, sin la humildad del corazón no podremos servir a Jesús, no podremos servir a nuestros hermanos. “Que cada cual cargue con su cruz y me siga”.
     El Cristo de la pasión de Mateo es también un Cristo que exige la identificación con su proyecto de amor, con su persona y enseñanzas, capaz de entregar su vida. Con Mateo subir a Jerusalén y agonizar, morir y resucitar, “Con El, por El y en El”. Con  la subida Jesús nos enseña en su Vida y en su dolor, en su Muerte y en la Resurrección, que para seguir a Jesús hay que tener el corazón de discípulo que entrega la vida por Amor, abriendo su Corazón de par en par.

+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres


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