TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

viernes, 18 de abril de 2014



EL TRIDUO PASCUAL Y SU SIGNIFICACIÓN (I)


Viernes santo, primer día del triduo
                                                                                                                                                          
     La celebración actual. La liturgia de la palabra con su conclusión, las oraciones solemnes, continúa siendo el centro de la celebración. El silencio impresionante con que empieza —el nihil canentes (sin canto) del antiguo sacramentario— es expresión de la sobriedad de siempre, propia de este día. La reforma actual, al cambiar las dos primeras lecturas tradicionales, se ha inclinado por una acentuación de lo que podríamos llamar el anuncio de la pasión.    Un análisis atento del cuarto cántico del siervo de Yavé descubre una profecía del misterio de pascua. El salmo 30, como responsorial, continúa la meditación de la voluntad interior de oblación del que puede decir: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". El fragmento de la carta a los Hebreos de la segunda lectura es una síntesis de la teología de la salvación pascual en Jesucristo, por su gran obediencia.
     Esta celebración de la palabra encuentra su cima en el evangelio de la pasión según san Juan, reservado desde siempre para este momento. En él, como el de la gran hora de Jesús entregado a los suyos por amor, se hacen más visibles que en ninguna otra narración sus características pascuales, sacramentales y de la sublime realeza y divinidad de quien va a una muerte abierta a la glorificación.
     Las oraciones con que concluye la liturgia de la palabra no son unas oraciones, sino las oraciones solemnes, según el sacramentario gregoriano. Son probablemente un sustrato anterior al s.v, y ya universalizado en éste. Es la plegaria del pueblo sacerdotal, asociado activamente a la salvación universal del viernes.
     La adoración de la cruz no como objeto sino como signo es un acto de fe y una proclamación de la victoria pascual de Jesús. Los cantos que la acompañan subrayan este carácter triunfal. El que mejor la sintetiza es el magnífico Crucem tuam, procedente del oficio bizantino de la mañana de pascua.
     La conveniencia de unirse en comunión con el pontífice que se entrega para liberar a su pueblo ha prevalecido en la liturgia actual sobre el inconveniente de la doble comunión del triduo en la controvertida cuestión histórica.
 Joan Bellavista

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