Adoración Nocturna de Cádiz
Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
miércoles, 27 de agosto de 2025
lunes, 21 de julio de 2025
PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN
JULIO : ADORAR Y AGRADECER
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
¡GRACIAS A DIOS!
Es una de las primeras palabras
que enseñamos a los niños: GRACIAS.
Porque de pequeños todo lo recibimos gratis, por amor, sin méritos previos.
Pues no lo olvidemos, ante Dios nunca dejamos de ser niños, todo lo
que nos concede lo recibimos gratis, por eso
tenemos que darle gracias. Una y otra vez. La gente agradecida es muy
agradable, porque sabes que cualquier servicio que le hagas va a ser apreciado
y valorado ¡Seamos también nosotros agradecidos con Dios! En
nuestras velas nocturnas, hemos de dedicar un tiempo oportuno para la acción de
gracias a través de la Eucaristía. Así nos lo explicaba
nuestro fundador: “La Creación es un beneficio inexplicable a no ser por el
amor: la Conservación, la Redención, la Gracia Divina, los
Sacramentos, son otros tantos beneficios derivados de
la bondad de Dios. ¿Cómo recompensarlos?
Imposible. ¿Cómo agradecerlos? Imposible también;
porque todos aquellos dones supremos tienen un valor infinito que no admite, en
lo humano, equivalencia ni precio. Pues bien, el Señor, que
es rico en misericordia, nos otorgó este favor también de darnos
un medio sobre excelente de agradecer, ofreciéndonos en la sagrada Hostia una
acción de gracias, no sólo adecuada, sino perfectamente digna
de aquellas mercedes, así como del generoso Autor de ellas y de infinito
aprovechamiento además para los mismos que han recibido los beneficios”. (L.S.
T. V, 1874, págs.121-123)
El que es agradecido
ensancha su corazón y se hace capaz de recibir nuevos dones.
Nosotros hemos recibido inmensos beneficios de la generosidad de Dios: la vida,
la fe, el bautismo, la presencia eucarística… Nuestro corazón no llega a
abarcar la inmensidad de tanto bien…, por eso necesitamos el Corazón de Cristo
en la Eucaristía para agradecer, como se merece, tanto don. Por
eso nos unimos a Jesús que más de una vez dijo “Te doy gracias, Padre”.
Los miembros del cuerpo místico de Cristo nos
unimos a la oración de Jesús en la noche. Dar gracias es lo propio de la
oración de la Iglesia y lo hace siempre en cada Eucaristía. Y
cuanto más lo hace, más se manifiesta lo que somos, es decir, obra de la gracia
de Dios. Gracias a Él hemos sido liberados, gracias a Él somos renovados.
¡Gracias por tus gracias, Gracia Eterna! (Cf. CEC 2637)
Cualquier momento es bueno
para dar gracias, porque estamos continuamente recibiendo.
Todo lo cotidiano, todo lo que acontece, todo lo que tenemos, incluso lo que no
tenemos o nos hiere… Todo es susceptible de formar parte de nuestra acción de
gracias. Así nos lo enseña San Pablo: “En
todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de
vosotros” (1 Ts 5, 18). En
nuestra vigilia mensual hemos de recoger, por tanto, todo lo ocurrido y
recibido durante el mes anterior y presentarlo ante el Señor. Jesús quiere que
le agradezcamos; así nos lo enseña en el Evangelio: “De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los
confines entre Samaría y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al
encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: «Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros.» Jesús les dijo: «Id y presentaos a los
sacerdotes.» Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió
de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el
rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. Jesús entonces
preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los
otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este
extranjero?» Y Jesús le dijo: «Levántate
y vete; tu fe te ha salvado» (Lc, 17, 11-19).
Danos Señor un corazón agradecido, que,
como el leproso, sepamos volver a ti después de tu don. Que
no te ofendamos por el desagradecimiento. Que en esta noche caigamos a tus pies
alabándote y dando gracias por tantas lepras como nos has quitado.
Velar
en oración, en adoración y en acción de gracias. Es uno de los consejos que nos
da San Pablo: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con
acción de gracias” (Col 4, 2).
En nuestro mundo, muchas veces
desagradecido para con nuestro Dios, tenemos la misión de dar gracias, en lo
que hemos recibido personalmente, pero también en dar gracias por lo que
reciben otros. En algún idioma, gracias se dice reconocer. Porque hay que caer
en la cuenta, del bien recibido y del amor con el que se da el don. Pero
que este espíritu agradecido no se quede sólo entre las paredes de la Iglesia,
sino que lo convirtamos en jaculatoria cotidiana, en condimento de nuestra
conversación interior, que se nos agudice la mirada para saber ver la mano de
Dios en todas las cosas, como nos enseña San Josemaría: “Acostúmbrate
a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque
te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que
necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es
también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra
planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale
gracias por todo, porque todo es bueno”.
E incluso en las cosas no
tan buenas que han ocurrido en nuestra vida, que Dios ha
permitido porque sabe sacar de los pozos más oscuros el agua viva de su gracia.
Es impresionante el testamento de Santa Bernardita en este sentido: Por
la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque
se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos
frutales y ovejas; y por mi constante cansancio... te
doy gracias, Jesús. Te doy las gracias, Dios
mío, por el fiscal y por el comisario, por los gendarmes y por las duras
palabras del padre Peyremale... No sabré cómo agradecerte,
si no es en el paraíso, por los días en que viniste,
María, y también por aquellos en los que no viniste. Por la bofetada recibida,
y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que me tenían por loca, y por
aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un
negocio..., te doy las gracias, Madre. Por
la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi
ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias. Te doy las gracias porque,
si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, tú lo
hubieses elegido (...) Y por el alma que me diste, por el
desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus
relámpagos, por tus rayos... por todo. Por ti mismo, cuando
estuviste presente y cuando faltaste... te doy las gracias, Jesús.
Para el diálogo y la
meditación.
■ ¿Cuántas
veces usas esta bella expresión ¡gracias a Dios!?
■ ¿Te gusta que te reconozcan y agradezcan los favores que haces?
■ ¿Cómo mostrarnos más agradecidos para con Dios?
10 CONSEJOS DE SAN BENITO PARA MEJORAR LA VIDA DIARIA
Quizás hayan
pasado 1500 años de su muerte, pero sus ideas tienen una validez eterna…
ESCUCHAR
(ESCUCHA, HIJO…)
Así empieza la Regla. Para escuchar,
primero debemos mantener silencio. Lo cierto es que, para un monje benedictino,
hablar sin necesidad, sin decir nada de valor, era algo que se castigaba. La
mayoría de nosotros no estamos ceñidos a semejante nivel de rigor, pero, en
efecto, el silencio nos permite
reflexionar sobre nosotros mismos y ser más atentos a los demás, nos ayuda a ser más pacíficos y nos pone en presencia de Dios.
EL TRABAJO NOS AYUDA A CONSERVAR LA MENTE SANA
“La ociosidad es
la enemiga del alma”, escribe Benito,
que mandaba a sus monjes dividir su tiempo entre el trabajo, la lectura y la
oración, de forma tal que desarrollaran un equilibrio entre cuerpo, mente y
alma.
TRANSFORMAR TODA TAREAS EN ORACIÓN
Para san Benito,
toda tarea participa de la obra creadora de Dios y del sufrimiento de Cristo. El trabajo debería considerarse como un servicio al
prójimo y una forma de oración.
NUESTROS DÍAS DEBERÍAN SEGUIR UN RITMO
En un monasterio,
la Regla impone un tiempo para todo:
para rezar, trabajar, leer, meditar… Estos antiguos
principios se siguen enseñando, en esencia, como parte de las habilidades de
gestión del tiempo en escuelas de negocios y en libros de autoayuda,
animándonos a establecer ciertos tiempos de inicio y de finalización para cada
tarea.
SER ATENTOS CON LOS DEMÁS
Para San Benito,
el respeto debe caracterizar todas nuestras relaciones con las personas.
“Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo”, dice san Benito en
la Regla, en especial “al recibir a pobres y peregrinos”. Si todos somos atentos y considerados con el prójimo —incluso con nuestros enemigos—, contribuiremos a construir un mundo que refleje el
amor de Dios.
PRACTICAR LA DISCIPLINA
El santo abad decía a sus monjes que
pusieran fin de forma puntual a cualquier cosa que estuvieran haciendo cuando
llegara el momento de pasar a otra tarea, por difícil que fuera hacer el
cambio, en obediencia a la voluntad de Dios. Quizás no tengamos a un abad que
nos dicte cuál es nuestro horario, pero forzarnos a nosotros mismos a seguir un programa bien diseñado nos libera realmente
de la esclavitud de nuestros impulsos.
LEER A MENUDO PARA NUTRIR MENTE Y ALMA
San Benito hacía que sus monjes dedicaran
una parte importante del día a leer la Escritura
u otros libros edificantes, entre periodos de trabajo, oración y la cena. Leer buenos libros puede darnos ideas frescas,
hacernos más empáticos, ensanchar nuestra mente y enseñarnos sabiduría del
pasado y del presente.
ENTENDER Y RESPETAR NUESTRAS PROPIAS PRIORIDADES
Para los monjes,
la mayor prioridad es buscar a Dios, en especial en la oración. La Regla entera
se organiza en torno a este principio. San Benito repite una y otra vez, con
fórmulas que varían ligeramente: “Nada absolutamente antepongan a Cristo”. Tenemos que saber cuáles son nuestras prioridades y
respetarlas en la manera en
que empleamos nuestro tiempo.
HACER LAS PACES CON LOS DEMÁS
En diversos modos y circunstancias, San
Benito insta a sus monjes a disculparse siempre que pudieran haber ofendido a
otro. Les recuerda el requerimiento de la Sagrada Escritura: “Busca la paz y síguela” y el bien de
“reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia”. Esto nos ayuda a crecer en
bondad, además de a contribuir a la estabilidad de la comunidad.
VIVIR CADA DÍA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO
El santo abad decía a sus monjes que debían “tener la muerte presente ante los ojos cada día”. Esto nos ayuda a recordar nuestras prioridades y centrarnos en lo esencial. Quizás no seamos monjes, pero los monjes sí son personas como el resto de nosotros y la naturaleza humana no cambia. El entendimiento que tenía San Benito de la humanidad continúa siendo valioso hoy día. Confiamos en que estos consejos nos iluminen o nos recuerden algunas formas que tenemos para ser más felices y mejores personas, con la ayuda de Dios.
sábado, 5 de julio de 2025
SAN ROQUE ACOGIÓ ESTE AÑO LA VIGILIA DE LAS ESPIGAS EN EL 75º ANIVERSARIO FUNDACIONAL DE SU SECCIÓN
Durante la noche del sábado 28 al domingo 29 de junio
celebramos la tradicional Vigilia de las Espigas en la parroquia de Santa María
la Coronada de la ciudad de San Roque, para conmemorar los 75 años transcurridos desde la fundación de la Sección
por el Rvdo. P. Caldelas, coincidiendo en este año Santo de la Esperanza.
Organizada
por el Consejo diocesano de la Adoración Nocturna Española para agradecer a
Dios, de manera particular, por tantos años de vida adoradora nocturna como ha
cumplido esta Sección gaditana; contamos, en esta ocasión, con la presencia de
las Secciones de Cádiz, Ceuta, San Fernando ANFE, Barbate ANFE y la de San Roque, que ejerció de anfitriona.
Comenzaba
esta querida Vigilia con la tradicional procesión de Banderas que, seguidas por
los Adoradores participantes, partía desde la Plaza de la Iglesia hasta el Templo
y continuaba con el saludo del Presidente diocesano que recordaba, en palabras del decreto “Perfecte Caritatis”,
cuando el Concilio Vaticano II trataba sobre la renovación de los Institutos Religiosos,
el mantener -“ fielmente el espíritu y propósitos propios de los fundadores,
así como las sanas tradiciones”- y al Padre José M.ª Iraburu, que en su obra
-La Adoración Eucarística Nocturna-, afirma que: -“Como Obra de la Iglesia la
Adoración Nocturna ha de crecer siempre en una fidelidad constante a sus
propias raíces”-.
Con el rezo solemne de Vísperas y la Santa Misa, que presidió D. José Manuel Sánchez Cote, Párroco de Santa María, y concelebrada por D. Guillermo Domínguez, Consiliario de la Obra, y D. Juan Ramón Rouco, continuaba la celebración. En su homilía, D. José Manuel, tras centrarnos en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, nos exhortó a -“…ofrecer los frutos de la Vigilia de las Espigas como signo de gratitud y esperanza; que, tras el mandato de Cristo de “velad y orad”, velemos para que nuestra fe no se adormezca y no se pierda entre la cizaña del mundo […]”-
Tras los turnos de vela al Santísimo Sacramento, que ocuparon la noche hasta las 5,30h., se continuó con el rezo del Santo Rosario y la oración de Laudes.
Despuntando el alba, y tras la procesión Eucarística desde el Templo parroquial hasta el parque de “Los Cañones”, el Rvdo. D. Guillermo Domínguez, Consiliario diocesano de la Adoración Nocturna, impartía la Bendición Eucarística sobre el mar y los campos de nuestra diócesis así como sobre toda la actividad humana que, gracias a la Providencia, hace posible que de los “frutos del mar y de la tierra y del trabajo del hombre” podamos obtener lo necesario para nuestro sustento.
Culminaba así la Vigilia de las
Espigas 2025, poniéndose un sentido broche de oro a las Bodas de Diamante de la
Sección de San Roque, que había comenzado la noche anterior a las 23.30 horas.
Con la Reserva Eucarística y la despedida del
Consiliario Diocesano, que agradeció expresamente a la Sección Sanroqueña,
tanto masculina como femenina, las esmeradas atenciones recibidas, se puso
rumbo a las poblaciones de destino con un piadoso obsequio que nos hará
recordar durante mucho tiempo este sentido ANIVERSARIO.
PACO DE LA TORRE – Presidente Diocesano.
jueves, 26 de junio de 2025
PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN
JUNIO : ADORAR Y PEDIR
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
PEDID Y SE OS DARÁ
Una de las cosas que los hijos hacen
con más frecuencia a sus padres es PEDIR. Pero los padres no
se ofenden por ello, al contrario, les agrada que los hijos tengan confianza y
sepan que por su amor ellos siempre van a intentar darles lo que les piden, si
es bueno para ellos. Al fin y al cabo
“¿Quién de vosotros si su hijo le pide un pan le dará una serpiente?
Pues mucho más el Padre Bueno dará sus dones a los que le piden”. Es
una de nuestras labores de oración mientras nos postramos adorando a Jesús en
la Eucaristía. Pidamos. Sin miedo. Con
confianza. Empezando por lo importante, como nos enseña Trelles: -“Parece
que el momento de exponer nuestras súplicas ha llegado, y
nuestros labios pueden murmurar estas palabras: «Puesto que estás en mí, Señor,
yo te abriré mi corazón y te presentaré mis humildes súplicas. No te pido, oh
mi Dios, ni bienes de la tierra, ni honores. ni placeres de este mundo,
solamente aspiro a los bienes sobrenaturales: la luz de la verdad que me haga
comprender la vanidad de las cosas humanas, la fuerza de que tiene mi corazón
tanta necesidad, el fin de sus debilidades y retraimiento morales que detienen
mis pasos en el camino de la virtud. Lo que te pido es una fidelidad inviolable
a tu santa ley y aun mayor ardor en tu servicio. Trasforma mi corazón tan lleno
de sentimientos terrestres y egoístas, tan vacío de sentimientos generosos y
celestiales. Crea en mí un corazón puro y renueva en mí un espíritu recto.»”-
(LS,
T.I, p.265).
Es de las primeras cosas que nos sale
cuando nos acercamos a Dios, parece la oración más espontánea, en el fondo
sabemos que Él puede cosas que nosotros no podemos y que Él nos quiere bien. Quien
pide con humildad e insistencia sabe por tanto que recibirá.
Pedir, reclamar, llamar con insistencia,
invocar, clamar, gritar, e incluso “luchar en la oración” son todo matices de
una sola actitud interior. CEC 2629, quien pide se sabe limitado, sabe que no
tiene todo bajo control, incluso que muchas veces ha metido la pata. Pedir nos
hace volver a nuestro Origen y llegar a nuestro Fin, pedir
nos pone en relación filial-paternal con Dios, porque pedir es lo propio de los
hijos.
Desde nuestras heridas, desde nuestros
gemidos se alza muchas veces una petición implícita. El mundo gime en dolores
de parto, nosotros gemimos en esperanza… pero es sobre todo el
Espíritu Santo quien viene a nosotros y pide con gemidos
inefables. Él es el que hace explícita nuestra petición,
nosotros no sabemos pedir como conviene. Por eso hemos de invocarle
para que nos sugiera la materia y nos ayude en el modo de
nuestras súplicas (CEC 2630).
En el Padrenuestro hay siete
peticiones. De alguna manera resumen lo más importante
de nuestro deseo: la santidad, el reino, la voluntad divina, el pan de cada
día, el perdón de las ofensas, apartarnos de la tentación, librarnos del Malo…
Dice el catecismo que “Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino” (CEC
2632). ¡Es más sencillo
de lo que creemos! Ahí está todo contenido,
“buscad el Reino de Dios…”, pero cuando se participa así en el amor salvador de
Dios, se comprende que toda necesidad pueda convertirse en objeto de petición (CEC
2633). Las cosas materiales y las espirituales, las
necesidades propias y las ajenas, los detalles de amor y las necesidades
angustiosas… Todo nos puede dar pie para elevar nuestra
petición al Señor.
Al fin y al cabo, Cristo al encarnarse ha
asumido todo lo humano para rescatarlo todo; cuando le pedimos a Él
glorificamos su nombre. De hecho, la liturgia de la Misa está
llena de peticiones, todas hechas “por Jesucristo nuestro Señor”, Él
es nuestro único título para presentarnos ante el Padre con una súplica. Quizá
podemos hoy inspirarnos en la petición de la Cananea: Una
mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: «¡Señor,
hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada
por un demonio.». Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus
discípulos se acercaron y le dijeron: «Atiéndela, mira cómo grita detrás de
nosotros.» Jesús contestó: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo
de Israel.» Pero la mujer se acercó a Jesús; y, puesta de rodillas, le decía:
«¡Señor, ayúdame!» Jesús le dijo: «No se debe echar a los perros el pan de los
hijos.» La mujer contestó: «Es verdad, Señor, pero también los perritos comen
las migajas que caen de la mesa de sus amos.» Entonces Jesús le dijo: «Mujer,
¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.» Y en
aquel momento quedó sana su hija (Mt 15, 22-28). Sin
derecho a nada, (y sabiéndolo), pero también sin vergüenza ni pudor, con
insistencia y con humildad, con santa audacia, con rápido ingenio, hasta oír
esas dulces palabras del Señor “que se cumpla tu deseo”. ¡Qué
hermosas palabras para escuchar en el silencio de una noche de Adoración!
San Agustín nos anima a pedir y pedir: -“Vete
al Señor mismo, al mismo con quien la familia descansa, y llama con tu oración
a su puerta, y pide, y vuelve a pedir. No será Él como el amigo de la parábola:
se levantará y te socorrerá; no por aburrido de ti: está deseando dar; si
ya llamaste a su puerta y no recibiste nada, sigue llamando que está deseando
dar.
Difiere darte lo que quiere darte para que más apetezcas lo diferido; que suele
no apreciarse lo aprisa concedido"-.
-"Vergüenza para la
desidia humana. Tiene Él más ganas de dar que nosotros de
recibir; tiene más ganas Él de hacernos misericordia que nosotros
de vernos libres de nuestras miserias”- (Sermón
105).
Para el diálogo y la
meditación.
■ ¿Qué cosas pides a nuestro
Dios?
■ ¿Qué cosas te ha concedido
tras mucho suplicar?
■ ¿Pides por intercesión de
los santos?