Sólo Dios
basta
El domingo 31 de mayo celebramos la
solemnidad de la Santísima Trinidad y la Jornada Pro Orantibus. La
Jornada de este año acontece en el marco del Año de la Vida Consagrada
proclamado por el papa Francisco para toda la Iglesia y dentro del V Centenario del nacimiento
de santa Teresa de Jesús. Es
una celebración gozosa para dar gracias a Dios por el don de la vida de los
monjes y monjas, que se consagran enteramente a Dios y al
servicio de la sociedad en los monasterios y claustros. Es un día también para que todo el Pueblo de
Dios ore al Señor por esta vocación tan especial y necesaria,
despertando el interés por las vocaciones a la vida consagrada contemplativa.
La
exhortación apostólica de san Juan Pablo II Vita consecrata, citando al
Decreto Perfectae caritatis, n. 7, del Concilio Vaticano II, describe
así la naturaleza y finalidad de la vida consagrada contemplativa: «Los
Institutos orientados completamente a la contemplación, formados por mujeres o
por hombres, son
para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales.
Con su vida y misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte,
testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. En la soledad y el silencio, mediante la escucha
de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la
oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su
vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad
eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y
contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del
Pueblo de Dios» (VC,
n. 8).
El
lema de este año es: «Sólo Dios basta».
Este verso del conocido poema teresiano
es como una composición sapiencial, al estilo de los salmos. Es el resumen esencial de las personas
contemplativas. Mientras peregrinamos por este mundo entre
luces y sombras, las personas contemplativas nos
recuerdan que también hoy Dios es lo único necesario, que hay que buscar
primero el Reino de Dios, que la vida nueva en el Espíritu
preanuncia la consumación de los bienes invisibles y futuros. En este Año
Jubilar Teresiano la santa doctora mística nos exhorta a comprender: «el gran
bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad
(…), que no es otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino tratar de
amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida 8, 5). En
esta presentación transcribo un pasaje de la carta del papa Francisco al Sr.
obispo de Ávila, con motivo del Año Jubilar Teresiano (15.X.2014),
que se refiere al camino de la oración. «Cuando los tiempos son recios, son necesarios amigos fuertes de Dios para sostener
a los ojos (Vida 15, 5). Rezar no es una forma de huir, tampoco
de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más se
trata al Señor, amigo
verdadero y compañero fiel
de viaje, con quien todo se puede
sufrir, pues siempre ayuda, da
esfuerzo y nunca falta (Vida 22, 6).
Para orar no está la cosa en pensar
mucho, sino en amar mucho (Moradas IV, 1, 7), en volver los ojos para mirar a quien no
deja de mirarnos amorosamente y sufrirnos pacientemente (cf. Camino, 26, 3-4). Por muchos caminos puede
Dios conducir las almas hacia sí, pero la oración es el camino seguro (Vida 21, 5).
Dejarla es perderse (cf.
Vida, 19, 6).
Estos consejos de la santa son de perenne actualidad. ¡Vayan adelante, pues,
por el camino de la oración, con determinación, sin detenerse, hasta el fin!
Esto vale singularmente para todos los miembros de la vida consagrada. En una
cultura de lo provisorio, vivan la fidelidad del para siempre, siempre, siempre (Vida 1, 5);
en un mundo sin esperanza, muestren la fecundidad de un corazón enamorado (Poesía 5);
y en una sociedad con tantos ídolos, sean testigos de que solo Dios basta (Poesía 9)».
Vivamos con alegría en este año de gracia
la Jornada Pro Orantibus y demos gracias a Dios por el don de la vida
consagrada contemplativa, que tanto embellece el Rostro de Cristo, que
resplandece en su Iglesia.
✠Vicente
Jiménez Zamora-Arzobispo
de Zaragoza
Presidente
de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada
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