Este último
domingo del mes de mayo tiene un protagonismo tan grande y tan
fuerte que no pasará desapercibido para los creyentes, porque celebramos la solemnidad de la Santísima
Trinidad. La confesión trinitaria es la
interpretación adecuada, necesaria y vinculante de la revelación escatológica
de Dios en Jesucristo mediante la acción del Espíritu Santo. Así, la confesión trinitaria es el resumen y la
suma de todo el misterio cristiano y de
ella depende el conjunto de la realidad soteriológica cristiana, toda la Historia de la Salvación. Cuando hablamos de la Trinidad se nos abre en el
horizonte el panorama de la Historia de la Salvación, cuya conclusión es siempre esta: "Dios es
Amor" (1Jn 4,8-16). En esta frase podemos resumir el misterio
de la Trinidad que se encuentra en el centro de la profesión de fe. Pero es esencial y aparece en las lecturas de esta
solemnidad la unidad y unicidad de Dios: "El Señor es el único Dios allá
arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro", dice el libro
del Deuteronomio.
El acceso que nosotros tenemos a la Trinidad es porque
nos la ha revelado Jesús, por medio del misterio de
su vida y de su Palabra. Jesucristo es la vía para llegar a Dios, porque se ha
hecho uno de nosotros y nos habla con nuestro lenguaje. Para llegar al
conocimiento de Dios no se nos ha dado otra lección mejor que la de partir de
la historia de la revelación, de los signos que percibimos de la acción de Dios
en nuestra historia: "La Trinidad tal como es en sí (inmanente) se
nos da a conocer en la Trinidad tal como es para nosotros (económica): uno y el
mismo es el Dios en sí y el Dios que se revela, el Padre por el Hijo en el
Espíritu Santo".
En esta solemnidad de la Trinidad muchas órdenes
religiosas renuevan su consagración total y definitiva a Dios, le vuelven a decir al Señor que les siga dando la
fuerza necesaria para no decaer en su voluntad de ofrecerse de entregarse para
siempre. Felicitamos a los religiosos y religiosas contemplativos por sus vidas
llamadas a la santidad en la oblación y por las oraciones y sacrificios por la
Iglesia, por nuestra Iglesia. Sabemos que los contemplativos habéis sabido elegir,
aunque el mundo no entienda vuestro estilo de vida, porque no conoce el amor, el mundo duda si el amor es
posible, más cuando tantos fracasos soporta por la cantidad de fracasos
afectivos, desilusiones, sentimientos rotos y traicionados... Pero un
cristiano sabe a ciencia cierta que el amor sí es posible y que el verdadero amor de
entrega mantiene abiertas las puertas de la esperanza y del futuro, que el amor verdadero genera alegría y paz, que amor
une a las personas y las hace libres en el mutuo respeto.
A vosotras, hermanas de los conventos de
clausura de nuestra Diócesis, os damos las gracias y hoy seremos nosotros los
que os aseguramos que rezaremos por todas vosotras, porque dais sentido a la
vida de todos, en silencio, con la sencillez de vuestra pobreza, con la
humildad de vuestra obediencia, con la pureza de vuestra castidad y con vuestra
filial entrega a Dios.
+ José Manuel Lorca Planes-Obispo de
Cartagena
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