LEER PARA LA COMUNIDAD
Lo sabemos bien: leer la Palabra de Dios
es una parte muy importante de nuestras misas. También sobemos otra cosa: que
leer bien es un gran servicio que hocemos a la comunidad. Y una terrera: que no
es fácil hacerlo bien. ¿Cómo
podemos mejorar? ¿Corno podemos hacer que la Palabra de
Dios, a través de nosotros, llegue con toda su tuerza a la asamblea cristiana?
Nadie nace enseñado. Y todos aprendemos a
hacer las cosas, haciéndolas. Esto significa que no tenemos que tener ningún reparo
de ofrecer nuestro servicio como lectores cuando se nos pida, aunque sepamos
que no lo hacernos perfectamente. Pero también quiere decir que vale la pena
dedicar todos los esfuerzos que podamos a mejorar nuestra manera de leer.
Mejorar la manera de leer... No sólo técnicamente
(vocalización, guardar la distancia adecuada del micrófono, realizar las pausas
necesarias...), sino
también espiritualmente, conociendo mejor lo que leemos y
viviéndolo de verdad.
DIOS DIRIGE
LA PALABRA A TRAVÉS DE NOSOTROS
Leer
bien es recrear, dar vida a un texto, dar voz a un autor, Es transmitir a la comunidad lo que
Dios le quiere decir hoy,
aunque el texto pertenezca a libros antiguos. Se trata, no sólo de que se
escuche bien el sonido, sino de que
se facilite el que todos vayan captando el sentido y el mensaje que nos viene
de Dios, y
se sientan movidos a responderle. El texto a veces es difícil. Las motivaciones
y la preparación de los presentes no siempre están muy despiertas. Si, además,
el lector cae en los conocidos defectos –(precipitación, mala pronunciación,
fraseo inexacto, tono desmayado, mal uso de los micrófonos)- se corre el
peligro de que la llamada "celebración de la Palabra" sea un momento
poco menos que rutinario e inútil dentro de la misa.
Un lector tiene que ser buen
"conductor" de la Palabra. Para que llegue a todos en las mejores
condiciones posibles y todos puedan decir su "sí" a Dios. Por esta
persona la Palabra de Dios se 'encarna" y se hace vida. De la "escritura'
pasa a ser palabra viva dicha
hoy y aquí para esta comunidad, El lector o lectora, por
tanto, deberá hacer todo lo que esté en su mano para ser buenos mediadores del
mensaje de Dios.
EL LECTOR, EL
PRIMER OYENTE
El lector es el primer oyente de la
Palabra, el primero que ha
de "escuchar" en su interior lo que Dios dirá -por su boca- a la
asamblea.
La preparación de una lectura, por tanto,
tendría que comenzar siempre con actitud de oración: esto que ahora leeré ¿qué
me quiere decir? ¿qué mensaje me dirige Dios a través de su Palabra? Para tener
esta actitud de oración ante la Palabra de Dos, sin duda, será una ayuda que el
lector "ame" la Biblia, la lea a menudo, la conozca,…
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