“VENID Y VAMOS TODOS …CON FLORES A
MARÍA”
El amor, el homenaje y la
veneración que se dan a la Virgen María se manifiestan con prácticas diversas
que llamamos "devociones". Es en el mes de mayo, el mes de las
flores, dedicado tradicionalmente a la Madre del Salvador, cuando intensificamos
estas devociones marianas. Se trata del
afecto, la predilección y reverencia
que le tributamos por ser la obra maestra de la creación, la llena de
gracia que, también, es madre nuestra.
La devoción a María es una amorosa y
confiada entrega a quien, por su excelsa dignidad y misión, sabemos nos ama y protege.
El Concilio Vaticano II nos describe la
naturaleza y el fundamento del culto y devoción a la Santísima Virgen: "Por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto
especial" (Lumen Gentium, 66).
Este "culto especial" consiste
en la veneración, el amor, la invocación y la imitación. “El mes de Mayo es el
mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra,
serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y
de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados”… (Beato Juan XXIII pp)
Salve, Madre,
en la tierra de tus amores
te saludan los cantos que
alza el amor.
Reina de nuestras almas,
flor de las flores,
muestra aquí de tu gloria
los resplandores;
que en el cielo tan sólo te
aman mejor...
Madre mía,
Madre mía,
aunque mi amor te olvidare,
tú no te olvides de mí.
Hino del Congreso Mariano Hispano-Americano en
Sevilla el año 1929.
Fray
Restituto del Valle, O.S.A.- Eduardo Torres, maestro de capilla Catedral
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