«YO
SOY LA PUERTA: QUIEN ENTRE POR MÍ SE SALVARÁ»
Éste cuarto domingo de Pascua, llamado del Buen Pastor, nos lanza a
mirar al Resucitado que vive para cuidarnos, para cuidar a sus ovejas. ¿Cómo
nos cuida el Pastor bueno, el Pastor hermoso que habla Juan?
Dando la vida por cada una de sus ovejas. También
las alejadas y las ovejas descarriadas que no son tan pocas. No escatima el
Señor esfuerzo para que llevándonos junto a su Corazón, descubramos que su
ternura y su misericordia es nuestra salvación... si llevas cuenta de los
delitos Señor, quien podrá resistir, pero de ti procede el perdón e infundes
respeto, nos recuerda el salmo. El Buen Pastor nos atrae con lazos de Amor. No le va pegando puntapiés
a la oveja hasta que vuelva...porque quien le gustaría vivir al lado de quien
no nos trata bien y que no nos demuestra su amor incondicional.
Nos salva el Pastor de corazón hermoso de
nuestras estupideces y torpezas. Habrá pocos animales tan torpes para volver y
tan poco espabilados para ser presa fáciles de los lobos. Todos hemos escuchado
a los pastores lo modorra que son las ovejas. Tan necesitadas de todo. Solo les
salva que conocen la voz del Amo y son dóciles cuando descubren en quien confiar. Siempre son poco
ágiles y nunca, como no se les ayude, no saben ni entrar ni salir. Necesitan
siempre. Son frágiles y necesitadas de todo.
El Buen Pastor nos salva de la perdición,
porque Jesús es la puerta que conduce a la Verdadera vida. Jesús es pastor y
pasto. Puerta y camino. Fuente y sediento. Es su Corazón la puerta estrecha, que
Jesús habla para ir por el camino de la salvación. Los que la
encuentran suelen ser los humildes y sencillos. Los autorreferenciales
y los complicados no dan con ella. Es el misterio del Buen Pastor manso y humilde,
que es la puerta de entrada del Reino y su carne inmolada, el pasto con que nos
alimenta a los que vivimos en la intemperie de la vida.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España
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