EN LA PASCUA DE PENTECOSTÉS, DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR
El Domingo de Pentecostés se celebra el Día de la
Acción Católica y el Apostolado Seglar, como
todos los años, bajo el lema: “Hacia un renovado Pentecostés”. Por el
bautismo recibido y la confirmación, el Señor mismo ha encomendado al laico que
tome parte en la misión salvadora de la Iglesia (cf. Lumen
Gentium, 33), convirtiéndose en discípulo misionero (cf. Mt 28,
19). Cada uno de
los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el
grado de formación de su fe, es un evangelizador que debe dar
testimonio de Cristo con su vida en su familia, en su ámbito social y
profesional y donde quiera que esté. Esta convicción se convierte en una
llamada dirigida a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con
la evangelización.
Todo cristiano es misionero en la medida
en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; somos siempre
“discípulos misioneros” (Evangelii Gaudium, n. 120) —nos recuerda
siempre el Papa Francisco—. Quien ha hecho la experiencia del amor de Dios que
lo salva, comprende fácilmente que ha de anunciarlo a los demás. Encontrará
gran apoyo para hacerlo en las formas asociadas de apostolado dentro de la
Iglesia.
Los laicos han adquirido un protagonismo
especial, sobre todo a partir de la renovación del Concilio Vaticano II. Se
dice que la Iglesia está viviendo el siglo de los laicos, que día a día asumen
con más decisión y compromiso su vocación y misión en el mundo. No obstante aun
nos falta mucho por avanzar. Pues bien, vivamos “un renovado Pentecostés” en
esta hora de la historia donde las nuevas situaciones nos reclaman con fuerza
particular. Si no comprometerse es siempre inaceptable hoy lo hace
especialmente culpable. “A nadie le es lícito permanecer ocioso” (cf. Christi
Fideles Laici, n.3) […]
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