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ID, Y HACED DISCÍPULOS A TODOS LOS PUEBLOS… »
La gran tentación del corazón humano es pensar que Dios está lejos y
que se aleja de nosotros muchas veces, sobre todo cuando lo
pasamos mal. La Ascensión del Señor cuando no se profundiza, se queda en una especie
de despedida donde el Señor se va y nos ha quedado aquí en la intemperie.
La Ascensión
es que el Verbo se sitúa con su humanidad en el corazón de la Trinidad. Ahora está más
cerca de nosotros que nunca. Mas intimo que
nuestra propia intimidad decía San Agustín. La Ascensión culmina lo que ha
repetido una y otra vez Juan de ser elevado, ser glorificado... cuando yo sea elevado
en lo alto lo atraeré a todos hacia mí. El Señor ha sido elevado en la crucifixión,
en la Resurrección y en la Ascensión. Todo forma parte del plan del Padre, su
proyecto de Amor es ser elevado porque antes ha buscado el abajamiento, la Kénosis,
la humillación.
El ascendió a
los cielos junto al Padre. Ha ido a prepararnos una morada para vivir
eternamente en su casa, en su intimidad. La Ascensión no es lejanía, no es
subida, sino un deseo cumplido de la Trinidad para que nuestros corazones sean
inhabitados. Es una autentica Presencia que recrea y enamora porque el Señor se
ha quedado con nosotros en la presencia eucarística, en la Iglesia, en los que
sufren... hasta el final de los tiempos. Elevado en la Ascensión
al cielo es para estar más cerca de los que peregrinamos en la tierra. Lo
encontramos en los sacramentos y la oración vividos en fe en
esperanza y caridad.
Vivamos
siempre lo que el Evangelio nos alienta a vivir en este tiempo, contemplando al
Corazón Vivo de Jesús donde su humanidad ha quedado en la Trinidad. El Verbo se
hizo carne y ha subido con su corazón de carne a lo más profundo del cielo en
la vida trinitaria.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España
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