¡Feliz año! Este será el saludo más frecuente en estos días y con esta expresión se exteriorizan muchísimos
sentimientos y deseos. A mi modo de ver, creo que
necesitamos expresiones positivas, porque en medio de las incertidumbres que
condicionan el futuro a causa de la política, la economía y, sobre todo, el día
a día, la gente pide una palabra de aliento, busca dónde sostenerse, en qué
creer y quiere cimentarse en lo que le sirva de fuente de esperanza.
Con estas líneas deseo que vayan también mis sentimientos de
paz y de bien para todos, a la vez que os invito a
participar en todos los acontecimientos que ofrecerá este Año de la
Misericordia, porque serán ocasiones de acercarse a Dios y a los hermanos. En
primer lugar, renovando la fe y escuchando a Dios nos ayudará a acercarnos al
misterio del Amor de Dios que perdona y purifica y; en segundo lugar, siendo
solidarios con los pobres, practicando las obras de misericordia, siguiendo a
Jesús, y avivando la esperanza en el Reino de Dios, nos sentiremos impulsados a
afrontar con realismo la actual situación social, incluso con sus elementos
contrapuestos y sus aspectos negativos.
Os deseo a todos para este año nuevo una mayor cercanía a la
Palabra de Dios, capacidad de escucha, saber hacer silencio y sencillez de
corazón. En la Palabra de Dios tenemos la luz necesaria
para afrontar nuestro día a día y para dar respuesta a todas las cuestiones que
se nos presenten, porque el Evangelio contempla y valora el ser del hombre.
Soñaré que se hace realidad en nuestras comunidades la ilusión por el anuncio
de la Buena Nueva y la sensibilidad necesaria para seguir potenciando grupos
solidarios, despertando a muchos para la generosidad del voluntario, creando
escuelas de formación para la misericordia y la caridad. En nuestras manos está
hacer realidad el sueño de que desaparezcan todo tipo de violencias y atendamos
seriamente a los más pobres y necesitados.
Comencemos por aceptar que será necesario
un cambio radical de vida, porque a esto nos lleva el haber elegido el Plan de
Dios. Os propongo un texto del documento de la
Conferencia Episcopal, La Iglesia, servidora de los pobres, que dice lo
siguiente: También nosotros, si queremos ser hoy buena noticia para los pobres
y hacerles presente el Evangelio del amor compasivo y misericordioso de Dios,
tenemos que ponernos en actitud de conversión, tal como nos lo propone el papa
Francisco, en Evangelii Gaudium, 25: «Espero que todas las comunidades procuren
poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una pastoral de conversión
y misionera que no puede dejar las cosas como están».
Deseo para el año 2016, que Dios bendiga
nuestra Diócesis, a la Iglesia Universal que ha puesto en marcha el Año Jubilar
de la Misericordia, al Santo Padre Francisco y a toda la familia de la humanidad.
+ José Manuel Lorca Planes
- Obispo de Cartagena
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