María, Madre y Maestra de Misericordia
En este cuarto domingo de Adviento, a pocos días de la
Navidad, debemos
entonar un canto de alabanza a Dios por la Virgen María. La Iglesia nos
la propone hoy como un modelo a imitar cuya respuesta al proyecto de Dios fue
donarse sin reserva y ponerse en camino. Su ejemplar
respuesta es referente para los hombres y mujeres de hoy, tal como nos pide el
Papa Francisco, salir a la calle y ofrecer a Dios a los demás como hizo María,
que ya lo llevaba en su seno, con una sencillez admirable y con la naturalidad
de quien se fía totalmente del Señor. Ella le dio al Padre respuestas de amor.
Su modelo es fácil de imitar, fiarse de Dios y ponerse en camino todo es uno.
En el Evangelio
escucharemos cómo la prima Isabel,
haciendo de profetisa, le ayuda a entender a María que su valentía y su gran
generosidad se verá compensada por el Señor y le da ánimo con estas palabras: "Lo que te ha dicho el
Señor, se cumplirá". Es evidente que como entre
el corazón de Dios y el de María hay sintonía, por eso no echó la mirada atrás
y se puso en camino. Su equipaje es de mano: salir al encuentro del otro,
querer ayudar, sencillez y olvido de sí... María lleva dentro de su ser a Dios
y a través de ella Dios se acerca al hombre. Por medio de su Madre, el Señor se hace presente en
casa de Isabel y Zacarías y la criatura
que llevaba Isabel en el seno saltó de gozo y la madre se llenó del Espíritu
Santo.
Ya está
Dios cerca, muy cerca de nosotros y viene de la mano de María. Ponte en camino, como Ella,
para servir; en este año Jubilar de la Misericordia ponte en el camino de la caridad, ve de prisa a
llevarle al hermano la alegría y la paz; vamos, salid de vuestras comodidades y
acercaos al necesitado, al que padece hambre, al desconsolado, al que va sin
rumbo por la vida... Estamos en condiciones de aprender otra bella y gran
lección, en esta ocasión de parte de una Maestra excepcional, la Virgen María: fíate del Señor, para poder
servir mejor, mostrando a Jesús en tu
regazo; quédate en un segundo plano, en silencio, con el rostro iluminado por
la alegría, pero sabiendo que el protagonista es Jesús y que la mirada se
centrará en el Hijo de Dios.
La lección
de Dios que nos enseña a ser humildes, sencillos y entregados a sus planes es
un buen camino para seguir tras las huellas de Cristo, y que ser coherentes con
la fe no quiere decir que estemos condenados a ocultar o disimular los valores
y la belleza del Evangelio. Jesús nos envía a evangelizar, sin miedo, que la
evangelización del mundo es la razón de ser Iglesia, aunque nos cueste sacrificios. Encender la cuarta luz del
Adviento es comprometerte con el Señor y sentirte enviado a decirle a todos dónde pueden encontrarse con el
Salvador, dónde está la fuente de la Vida: en JESÚS. Nacido en Belén, en el
regazo de su Madre, María.
+ José Manuel Lorca Planes - Obispo
de Cartagena
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