El arte de servir
El Evangelio de este
domingo vuelve a tener ese tinte casi sobrecogedor ante un Jesús que dice cuál
es la meta hacia la cual se dirige: la entrega, el juicio, la muerte. Y al
mismo tiempo, aquellos de los que cabría esperar un mayor entendimiento de
cuanto el Maestro anunciaba, se les ve ocupados en algo tan banal como andar
jugando a los azares del poder, a los escalafones turbios, a las influencias
fáciles. Hay una abismal diferencia entre el drama de Jesús y la frivolidad de
los discípulos. Parece igual, pero no es lo mismo el cargo y la carga, el
ministro y el servidor. Tal vez el uso y el abuso de estas palabras
etimológicamente iguales, hace que en la práctica sean algo tan distinto, e
incluso tan opuesto. Los hijos del Zebedeo hablaban de cargos y de ministerios.
Jesús hablaba de carga dulce y humilde servicio.
Luego vendrá el escándalo de los demás discípulos cuando se
enteraron de las maquinaciones de Juan y Santiago. Pero tampoco ellos darán
muestras de haber comprendido más de lo que entendieron estos dos. De modo que
Jesús está solo ante su propio drama de excesivo amor hacia aquellos que para
nada le entienden.
No será la última incomprensión de aquellos que más de cerca
siguieron a Jesús. Nada menos que Pedro, tratará de persuadir al Maestro de que
no suba a Jerusalén si tan arriesgado va a resultar un tal viaje. ¿Por qué no
quedarse allí, cuando tan bien les van las cosas, cuando tanto es el aplauso y
el reconocimiento de la gente que se ve curada, instruida, alimentada? Y la
respuesta de Jesús a Pedro, como a los hijos del Zebedeo del Evangelio de hoy,
va a ser la misma: no he venido a hacer carrera sino a servir, y servir
significa dar la vida, en lo concreto y hasta el final.
La tentación es la de siempre: la prepotencia incontestable,
al prestigio suntuoso, a la influencia grandilocuente. La palabra de Jesús,
avalada por su vida hasta el final, va por otros derroteros. Y los grandes
santos como los grandes profetas de siempre, nos han ofrecido en su palabra y
en sus acciones el mejor comentario a este Evangelio de hoy. No hacer como
hacen los grandes de este mundo, los trepas, los del paripé y la pasarela, sino
ser concretos en nuestro modo de servir, de dar la vida en cada tramo del
camino, en cada gesto y situación: acoger, escuchar, ofrecer, perdonar,
compartir, animar, vendar heridas interiores o externas, anunciar la Buena
Noticia del buen Dios. ¿A qué servicio concreto, salvador, misericordioso nos
llama Dios a cada uno?
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo
de Oviedo
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