«…COMO OVEJAS SIN PASTOR»
■ La figura del Buen Pastor ocupa el centro
de la liturgia de este domingo. Es una figura particularmente simpática en el
Evangelio; por ello, la iglesia habla frecuentemente de ella. Hoy lo hace,
recurriendo a la parábola evangélica, pero citando antes las palabras del
Salmo:
“Es Yahvé mi pastor;
nada me falta” (Sal 22 (23), 1).
En la liturgia renovada estas palabras las sentimos
muy cercanas.
Nos gusta cantarlas, comprendiendo bien el significado de la metáfora que
aparece en las palabras del Salmo:
“Me hace recostar en
verdes pastos / y me lleva a frescas aguas. / Recrea mi alma, / me guía por las
rectas sendas / por amor de su nombre” (Sal 22 (23), 2-3).
Cantamos frecuentemente estas palabras para abrir ante el Señor toda
nuestra alma y todo lo que la atormenta:
“Aunque haya de pasar
por un valle tenebroso, / no temo mal alguno, / porque tu estás conmigo...” (Sal
22 (23), 4).
Nuestra peregrinación terrena no es un andar errantes por caminos
intransitables. Hay un Pastor que nos conduce, que quiere
nuestro bien y nuestra salvación, no sólo en esta vida, sino también en la eternidad:
“Sólo bondad y
benevolencia me acompañan / todos los días de mi vida; / y moraré en la casa de
Yahvé / por dilatados días” (Sal (23),.6).
■ La liturgia de este domingo dirige
al mismo tiempo nuestra atención hacia los que el Señor llama a una especial
participación en
su solicitud pastoral por el hombre. El Profeta Jeremías habla con palabras
fuertes de la gran responsabilidad que tienen los Pastores de cada una de las
naciones. He aquí por qué nace en nosotros la necesidad de rezar por los
Pastores de la lglesia en el mundo. Que el “báculo pastoral” sea un
“consuelo” para todo el rebaño confiado a los Pastores. Que se realicen esas
palabras proféticas quo tan frecuentemente sentimos y cantamos:
“Tú dispones ante mí una
mesa / enfrente de mis enemigos, / Derramas el óleo sobre mi cabeza, / y mi
cáliz rebosa” (Sal: (23), 5).
Que se cumplan estas palabras. Que los Pastores -dignos discípulos del
Buen Pastor- pueda preparar en todo el mundo “un banquete de la Palabra Divina”
y un “banquete eucarístico”. Que en los sacramentos, mediante la unción con los
santos óleos, transmitan las “riquezas de su gracia” (cfr.
Ef 1, 7) a cuantos están en
camino hacia la patria eterna.
■
Jesús, en
el Evangelio de hoy,
dice a los Apóstoles: “Venid, retirémonos a un lugar desierto
para que descanséis un poco” (Mc 6,31). Encomendemos a la solicitud del Buen
Pastor a todos aquellos que descansan estos días, aprovechando las vacaciones
del trabajo.
Recemos sobre todo al Señor por aquellos
que buscan los lugares solitarios para renovarse espiritualmente. Por aquellos
que -precisamente durante las vacaciones- buscan el recogimiento y hacen los
ejercicios espirituales. Que se realicen sobre ellos las promesas de la
liturgia de hoy ligada a la figura del Buen Pastor.
■ En las intenciones de nuestras plegarias,
no podemos olvidar a los que sufren, a los hermanos que padecen calamidades,
enfermedades y sobre todo los horrores do la guerra. Recemos al Señor, por
intercesión de María, para que alivie tantos dolores y consuele a los que se
encuentran en la angustia y en el peligro.
San Juan Pablo II, pp.
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