«¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS QUE HA NACIDO?»
La Epifanía del Señor nos recuerda que una
y otra vez estamos acechados por los mensajes de Amor de Dios, un Amor mágico.
Todo es mensaje de su Amor. A través de tantos mensajes, una hoja seca caída
del árbol, la ternura de una madre, una enfermedad. Todo, nos envía mensajes
con una sola misión decirnos que Dios vive y que quiere formar parte de nuestra
vida.
Aquellos magos de Oriente expresan el amor
casi mágico, que busca en la noche, en el cielo, en las estrellas, la huella de
Dios para llegar a encontrar el sentido pleno de las Escrituras y no perderse
en los espacios siderales.
Un día descubren en la noche que una
estrella los guía al Esperado, al Mesías. Al que ya se proclama que vive entre
nosotros. No dejaron pasar la oportunidad. La estrella de la fe los guía a
descubrir un Dios que ama la pobreza, que busca vivir entre nosotros. Ellos que
vienen de lujos, de lejos no se escandalizan ni se entristecen de un signo tan
pobre “un Niño envuelto en pañales”. Le ofrecen lo que en su fe sabían que era
lo mejor: oro, incienso y mirra.
A pesar de las dificultades que pueda
suponer que se oculte la estrella, de los Herodes de ayer y de hoy que siempre
quieren engañar, no cesan en su empeño y llegan hasta el final. No se quedan en
los problemas ni en las dificultades, sino que siguen adelante. Le ofrecen lo
que son y lo que tienen. Es curioso que ellos, que son pobres de corazón, hacen
como los pastores, que son pobres de solemnidad. Le ofrecen lo que son y lo que
tienen.
Siempre me ha impresionado la actitud de
la Madre de Dios, deja que su Hijo sea el protagonista. Ella desaparece. No se
queja de que a Ella no le hayan traído ni una rosa encarnada, ni el perfume
oriental tan codiciado. El tesoro de los pobres es Cristo y todo lo demás sobra
cuando el amor es verdadero.
La Epifanía nos enseña que los mensajes de Dios siempre vienen envueltos
en pobreza y, sin embargo, es el sello de su Amor. Sólo los contemplativos, los
que son capaces de descubrir estrellas de luz en la noche oscura recorren, como
los Magos, una peregrinación que los conduce a la Vida verdadera.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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