«SEÑOR, ¡QUÉ BUENO
ES QUE ESTEMOS AQUÍ!»
Subir
al Monte de la Transfiguración, para unirse al Señor de la vida en la
cumbre, exige después bajar al valle de
la desfiguración, donde viven los hermanos. Jesús sube con los tres
íntimos. Están subiendo a Jerusalén donde le espera la muerte y la
resurrección. Están cansados y fatigados del camino. Sólo el pensar en la
experiencia de la cruz les echa para atrás.
Jesús, sin embargo, les anima a subir a los
que quieren ser sus íntimos, al Monte de la Transfiguración para hacerles
descubrir en profundidad quien es, y por otra parte es algo así como una
llamada a que sus vidas sean una llamada
a vivir contemplándole. Como Moisés, vivir acogiendo la Ley de Dios, y como
Elías, vivir la dimensión de caminar, de ser peregrino contemplativo, el hombre
que busca en todo la voluntad de Dios, del místico que busca en el desierto de
la oración la fuerza para vivir en la verdad…
Aquí, Pedro
expresa lo que es el seguimiento de Jesús. Así lo ha visto el oriente y el
occidente cristiano. Probablemente, nunca comprenderemos nuestra profunda
vocación si no decimos una y otra vez al Señor: “Que bien se está contigo”. Descubrir
el gozo y la alegría de estar con Él hasta asombrarse. Siempre, desde la
realidad del aquí y el ahora. Es tanto así que Pedro quiere retener para
siempre el momento y manda hacer tres chozas para que nunca más bajemos de este
lugar. El Señor nos invita a la disponibilidad de bajar y compartir con los
hermanos más empobrecidos.
Tres
palabras concretas a la persona que se ha dejado seducir por el Señor 1) somos
amados, 2) predilectos en quien el Señor se complace,
3) somos preciosos para Dios. Nuestra vida es para el Señor un
gozo en su Corazón. No se puede vivir con los sentimientos de Cristo si no
descubrimos que somos amados, predilectos y que el Señor se complace en
nuestras vidas. Nos mira con el Amor y la Ternura con las que una madre mira a
su hijo, aunque duerma o tenga que limpiarle muchas veces sus suciedades, pero
esa vida es preciosa, es un don de Dios.
Subir al monte de la contemplación nos
impulsa a bajar al valle de los sufrimientos, pero cuando se ha vivido contemplando al Señor todo tiene otro sabor,
otro sentido.
+Francisco Cerro Chaves
- Obispo de Coria-Cáceres
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