20 ERRORES COMUNES EN
LAS ORACIONES.
Hoy te ofrezco un elenco de errores frecuentes en la vida de oración,
tal vez te sientas identificado con algunos de ellos. Posteriormente ofreceré
la contrapartida.
■ Acudo
a Dios sólo para pedirle que me resuelva problemas y necesidades que me interesan: salud,
trabajo, familia, tranquilidad, etc.
■ Cuando voy con mis preocupaciones, mi
oración termina siendo una reflexión personal acerca de cómo resolverlas. Ya no hablo con Dios sino
sólo conmigo.
■ Hablo, hablo y hablo, sin escuchar a
Dios.
Más aún, no sé qué significa escuchar a Dios, ni cómo habla Él.
■ Creo que oro bien si los sentimientos son bonitos. Si
no, pienso que algo estoy haciendo mal, que no sé orar.
■ Mi oración se reduce a fórmulas
memorizadas
que la mayoría de las veces repito sin atención.
■ Cuando rezo hago cosas, pero no entro en contacto
personal de corazón con Dios. Mi “oración” es una especie de acto intimista en
solitario.
■ Trato poco a Cristo Eucaristía.
■ Uso muy poco la Biblia en mis
meditaciones.
■ Concibo la oración sólo como iniciativa
humana: soy yo quien tiene
la iniciativa de establecer comunicación con Dios y me esfuerzo por alcanzarlo.
■ Mi relación con Dios va en paralelo de mi vida
ordinaria, es un apartado en la rutina diaria o semanal, como una
actividad más junto al resto de mis quehaceres.
■ No medito o mi meditación se limita a pensar, a
desarrollar reflexiones teológicas.
■ Rezo como me enseñaron de niño y allí me
quedé.
■ Mido y cuento el tiempo que le dedico a Dios.
Soy tacaño con Dios, mi tiempo con Él no
es tiempo de calidad, con frecuencia le dejo las migajas del día.
■ Creo que ya me las sé todas en materia de oración, que
no tengo más que aprender. Cuando otros hablan del tema, pienso que yo sé más…
■ Evito las oraciones comunitarias.
■ Voy a rezar tan distraído que al final sé que entré y
salí de la iglesia o capilla sin haber entablado un mínimo contacto personal
con Dios.
■ Estoy tan acostumbrado y me he resignado ya a cómo es
mi oración, que ya no deseo ni suplico a Dios que me conceda una mayor
intimidad con Él, ni creo en el fondo que Él me la desee conceder.
■ Considero que tengo hilo directo con Dios y descuido sin embargo mi vida sacramental (misa, comunión, confesión) y
espiritual (vida interior,
virtudes, recurso a medios de perseverancia como la dirección espiritual, etc.)
■ Rezo sólo cuando me siento digno de
rezar.
Cuando me siento indigno, porque he pecado, o me he enojado, o no estoy bien
conmigo mismo o con los demás, me excuso diciendo que sería hipócrita si
rezara, y dejo de hacerlo.
■ Mi objetivo es cumplir con aquello a lo
que me comprometí. Muchas veces no sé ni lo que hago, sólo rezo con
tal de cumplir (misa dominical, liturgia de las horas, rosario…)
P. Guillermo Serra, L.C.
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