AGOSTO
2017
«Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas» (Sal 145,9).
Este
salmo es un canto de gloria para celebrar la realeza del Señor, que domina sobre toda la historia: es eterna y
majestuosa, pero se expresa en la justicia y en la bondad y se parece más a la
cercanía de un padre que al poder de un dominador. Dios es el protagonista de
este himno, que revela su ternura sobreabundante como la de una madre: Él es misericordioso,
piadoso, lento a la ira, grande en el amor, bueno con todos...
La bondad
de Dios se ha manifestado hacia el pueblo de Israel, pero se extiende sobre
todo lo que ha salido de sus manos creadoras, sobre cada persona y sobre toda
la creación.
Al
final del salmo, el autor invita a todos los vivos a unirse a este canto para
multiplicar su anuncio, en un armonioso coro de muchas voces:
«Bueno es Yahvé para
con todos, tierno con todas sus criaturas»
Dios
mismo confió la creación a las manos laboriosas del hombre y de la mujer, como
libro abierto en el que está escrita su bondad. Y ellos están llamados a
colaborar en la obra del Creador y a añadir páginas de justicia y de paz
caminando según su designio de amor. Pero, por desgracia, lo que
vemos a nuestro alrededor son las muchas heridas infligidas a personas muchas veces indefensas y al entorno natural. Y es debido a la indiferencia de muchos y al
egoísmo y la voracidad de quienes explotan las grandes riquezas del entorno
solo para sus intereses, en perjuicio del bien común.
En los últimos años se ha abierto camino en
la comunidad cristiana una nueva consciencia y sensibilidad en favor del
respeto a la creación; desde esta perspectiva podemos recordar muchos
llamamientos autorizados que nos animan a redescubrir la naturaleza como espejo
de la bondad divina y patrimonio de toda la humanidad.
«Bueno
es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas»
Así
lo expresa el patriarca Bartolomé I en su Mensaje para la Jornada de la Creación del
año pasado: «Se requiere una vigilancia continua, formación y enseñanza, de
modo que quede clara la relación de la crisis ecológica actual con las pasiones
humanas [...] cuyo [...] resultado y fruto es la crisis ambiental en que
vivimos. Por tanto, el único camino lo constituye el retorno a la belleza
antigua [...] de la moderación y de la ascesis, que pueden llevar a gestionar
sabiamente el entorno natural. En particular la avidez, con la
satisfacción de las necesidades materiales, lleva con certeza a la pobreza
espiritual del hombre, la cual comporta la destrucción del entorno natural».
Y el papa Francisco ha escrito en el documento Laudato si: «El cuidado
de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de
convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro
Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno solo puede ser
gratuito [...]. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el
sol o las nubes aunque no se sometan a nuestro control. [...] Hace
falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y
honestos».
Así pues,
aprovechemos algún rato libre de las tareas laborales, o todas las ocasiones
que tengamos durante el día, para dirigir la mirada a la profundidad del cielo,
la majestad de las cimas y la inmensidad del mar, o si no a una simple brizna
de hierba que ha brotado a la orilla del camino. Nos ayudará a reconocer la
grandeza del Creador amante de la vida y a encontrar la raíz de nuestra
esperanza en su infinita bondad, que todo lo envuelve y acompaña.
Elijamos
para nosotros y para nuestra familia un estilo de vida sobrio, respetuoso con
las exigencias del entorno y proporcionado a las necesidades de los demás, para
enriquecernos de amor. Compartamos los bienes de la tierra y del trabajo
con los hermanos
más pobres y testimoniemos
esta plenitud de vida y de alegría haciéndonos portadores de ternura,
benevolencia y reconciliación en nuestro entorno.
Leticia Magri
No hay comentarios:
Publicar un comentario