«…HOY TENGO QUE ALOJARME EN TU CASA»
El Evangelio de este domingo nos llena de una serena
esperanza. Jesús
no ha venido para el regalo fácil, para el aplauso falaz y
la lisonja barata de los que están en el recinto seguro, sino más bien “ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido”. Aquella sociedad judía había hecho una
clasificación cerrada de los que valían y de los que no. Jesús romperá ese
elenco maldito, ante el escándalo de los hipócritas, y será frecuente verle
tratar con los que estaban condenados a toda marginación: enfermos,
extranjeros, prostitutas y publicanos. Era la gente que por estar perdida, Él
había venido precisamente a buscar. Concretamente Zaqueo, tenía en su contra
que era rico y jefe de publicanos, con una profesión que le hacía odioso ante
el pueblo y con una riqueza de dudosa adquisición.
Jesús como
Pastor bueno que busca una oveja perdida, o
una dracma extraviada, buscará también a este Zaqueo, y le llamará por su
nombre para hospedarse en su casa: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”.
Lucas emplea en su evangelio más veces este adverbio, hoy: cuando comienza su ministerio público (“hoy se cumple esta
escritura que acabáis de oír” –Lc 4,16-22–), y cuando esté con
Dimas, el buen ladrón, en el calvario (“te
aseguro que hoy
estarás conmigo en el Paraíso” Lc 23,43).
El odio hacia Zaqueo, el señalamiento que
murmura, condena y envidia... no sirvieron para transformar a este hombre tan
bajito como aprovechón. Bastó una mirada distinta en su vida, fue suficiente
que alguien le llamase por su nombre con amor, y entrase en su casa sin
intereses lucrativos, para que este hombre cambiase, para que volviese a
empezar arreglando sus desaguisados.
La oscuridad no se aclara denunciando su
tenebrosidad, sino poniendo un poco de luz. Es lo que hizo Jesús en esa casa y
en esa vida. Y Zaqueo comprendió, pudo ver su error, su mentira y su
injusticia, a la luz de esa Presencia diferente. La
luz misericordiosa de Jesús, provocó en Zaqueo el cambio
que no habían podido obtener los odios y acusaciones sobre este hombre. Fue su hoy,
su tiempo de salvación.
¿Podremos hacer escuchar en nuestro mundo
esa voz de Alguien que nos llama por nuestro nombre, sin usarnos ni
manipularnos, sin echarnos más tierra encima, sin señalar inútilmente todas las
zonas oscuras de nuestra sociedad y de nuestras vidas personales, sino
sencillamente poniendo luz en ellas? Quiera el Señor visitar también hoy la casa de este mundo y de esta humanidad. Será el
milagro de volver a empezar para quienes le acojamos, como Zaqueo.
+ Jesús Sanz Montes,
ofm-Arzobispo de Oviedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario