«Y TÚ, ¿QUÉ DICES
DEL QUE TE HA ABIERTO LOS OJOS?»
Seguimos caminando al encuentro con
Cristo luz pascual, iluminados por el Espíritu Santo que cura todas nuestras
cegueras. En la medida en que avanzamos en la identificación con Cristo,
sabemos que aunque caminemos por cañadas oscuras, nada debemos temer. El Señor
encauza con la Luz de su Corazón muestras tinieblas, para vivir en la Luz sin
ocaso que es Cristo.
Este pasaje es leído por la Iglesia en clave
catecúmenal. Es caminar sabiendo que aunque seamos ciegos él nos guía y nos
alimenta. El ciego de nacimiento narrado magistralmente por Juan
es un texto que no deja indiferente a nadie. El protagonista principal es Jesús
en su deseo inmenso mesiánico de dar la vista a los ciegos. Jesús va a buscarlo
porque tiene deseo que descubra la luz en medio de todas nuestras cegueras.
Otros protagonistas son aquellos que no pueden aceptar que Dios haga milagro
con los pobres...además era un sábado.
Contrasta la actitud de Jesús de sanar los
corazones afligidos y hacer oír a los sordos, ante la actitud siempre nefasta de
quienes en la práctica no creen en la bondad de Dios, el Señor actúa siempre
con sencillez y humildad. Como desde el principio, desde el paraíso crea y
recrea a través de la pobreza del barro. Untando la tierra con saliva, nos
ayuda a vivir como el Señor, nos ama desde nuestra pobreza y construye cuando
le dejamos que nos toque con su Misericordia.
A pesar de todos los obstáculos que le
hacen pasar al ciego, al final cree que el Señor ha estado grande y construye
desde nuestra pobreza. Es clave saber de quién me he fiado. Es curioso que la
fe humilde del ciego, pone en tela de juicio a los que son incapaces de
reconocer la acción de Dios en todas nuestras oscuridades y cegueras... hacia la luz de
Pascua.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de
España
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