«SED MISERICORDIOSOS COMO VUESTRO PADRE LO ES »
Lucas es el
evangelista de la misericordia, expresada sobre todo en las parábolas de la
misericordia (Lc 15) y en el buen samaritano (Lc 10);
aquí nos habla de la fuente de la misericordia, el Padre; y el destinatario de
esa misericordia, la persona herida en el camino de la vida. Sin beber de la
fuente de la misericordia nos agotamos en nuestros egoísmos. Solo los que a
través del amor del Padre contemplan el Corazón traspasado de Cristo, la
misericordia se hace realidad en nuestra vida.
Sed misericordiosos como el Padre es acoger y dar el Corazón al miserable, al herido y vivir
en la gratuidad del que se es feliz dándose, entregándose y sabiendo que el
mayor regalo que puede recibir al hacer el bien, es el mismo bien qué es el Corazón
misericordioso.
Toda persona es buena con alguien alguna
vez. Incluso aunque haya sido un criminal, ha sido bueno con alguien, con su
madre...y alguna vez. La novedad de la misericordia del Padre es ser bueno con
todos, buenos y malos, justos e injustos y siempre con un corazón
ilimitadamente bueno como el de Cristo.
La misericordia del Señor es con todos y
siempre, desde el principio hasta el final. Esta es una clave de la vida cristiana que
hay que mantener siempre.
La misericordia del Padre tiene que estar
presente en el inicio de la vida de fe, en el crecimiento, en la madurez y
hasta el final; sino queremos llegar a malograr la vida cristiana por falta de
misericordia, que sería en palabras de San Ignacio de Loyola que no se corrompa
el sujeto, que no se estropee la persona en su salud espiritual, corporal, psicológica…
y se rompa por no vivir con entrañas de misericordia.
Es necesario
para avanzar en santidad en palabras del papa Francisco, impregnar toda nuestra
vida, pasado, presente y futuro de la misericordia del Padre.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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